Capitulo 34

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Paso junto a él y empujo la puerta, pero no logro salir, su mano se cierra en torno a mi brazo, obligándome a detenerme.

―¡Déjame, ir! ―protesto liberándome.

―¡No, Gema! ―exclama intentando sujetarme de nuevo, me aparto y retrocedo, como si su tacto me quemara. No pienso escucharlo, ahora mismo lo único que me importa es ella.

―No me toques ―retrocedo un par de pasos más.

Pen parece desesperado y mira a Alain en busca de apoyo, pero él continúa mirándolo con reproche.

―No puedes ir a esta hora... ―ordena.

―Tú no, ni ninguno de ellos ―digo señalando a los guardias que se encuentran a unos metros de nosotros en la entrada del muro―, pero yo sí puedo hacerlo. ―Sin esperar una respuesta de su parte, echo a caminar rumbo a las afueras de la ciudad.

Creer que estaba en peligro era una cosa, pero confirmarlo cambia todo. Sé que mi madre es valiente y decidida, pero...

***

―Pero... ―quise replicar, ella colocó su dedo sobre mis labios y sacudió la cabeza. Esa noche hubo un ataque, así que nos escondió debajo de la cama. Aún recuerdo como sostenía con fuerza a mis hermanos y como la miraba suplicante, rogándole para que no me dejara ahí, sola.

―Tienes que proteger a tus hermanos, Gema, ese es tu deber. Protégelos. ―Ella estaba dispuesta a sacrificarse por nosotros. A protegernos con su vida. Siempre lo hacía y esa noche salió para evitar que llegaran a nuestra casa.

***

El recuerdo me abruma y la vista se me nubla a causa de las lágrimas que llenan mis ojos. Mi deber era protegerla, yo debía cuidarla, como ella lo hizo cuando yo era una niña, pero no pude hacerlo. ¡No pude!

―¡Gema! ―Alain aparece bloqueándome el paso. Niego mirándolo con malestar.

―¡Tú también mentiste! ―lo acuso dolida, sin dejar de caminar.

―No, no te mentí. Yo no lo sabía. ―Lo miro sin creerlo del todo―. Te lo juro, Gema. Cuando regresaba, escuché que estaba hablando con uno de los hombres. ―Le sostengo la mirada, intentando descubrir si es sincero―. Me conoces ―insiste llevándose la mano al corazón. Hasta ahora ha sido la persona que mejor se ha portado conmigo―, sabes que si hubiera estado al tanto te lo habría dicho. ―Me derrumbo, dejando que las lágrimas rueden por mis mejillas sin control y que los sollozos escapen de mi boca.

―¡¿Te das cuenta?! ―cuestiono alterada―. Tal vez... Tal vez... ―La voz se me rompe, ni siquiera soy capaz de decirlo. «Está muerta».

―Gema ―susurra acercándose y abrazándome con fuerza―. Tranquila.

―¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a decirles a mis hermanos y mi padre? ¿Qué...? ―La idea es horrible. La imagen de aquel repudiado que vi en la orilla del rio provoca que emita un sollozo lastimero.

―Lo siento, de verdad lo lamento ―susurra con sinceridad. Tengo que hacer algo, no puedo abandonarla. Me limpio las lágrimas con el brazo y me aparto lista para retomar mi camino.

―Tengo que buscarla ―anuncio dando un paso.

―No. ―Niega reteniéndome.

―Alain... ―gimoteo histérica, pero sus brazos me sujetan con firmeza.

―No, Gema. Es una mala idea ir a esta hora ―replica mirando la negrura bajo la cual se esconde el bosque―. No puedes.

―No puedo esperar ―protesto resistiéndome―. Tengo que encontrarla, Alain.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora