Capítulo 41

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Las gotas de agua tibia cubren con rapidez nuestros cuerpos desnudos. Mis ojos recorren con detenimiento su alta y perfecta figura, de la cual, han desaparecido por completo las marcas que provocaron los golpes que recibió y las cadenas que lo ataron cuando estuvo cautivo. La imagen de alguien lastimándolo me hace estremecer. Deslizo mi mano por su pecho y noto como se contrae al sentir mi tacto. Levanto el rostro, descubriendo que me observa con detenimiento. Sus ojos carmesíes me miran con adoración, agitando mi corazón como la primera vez que nos vimos. Aunque en aquel instante creí que era debido al desagrado o temor que me provocaba, ahora comprendo que fue por la atracción que sentí sin ser consciente.

―Lo siento ―digo un poco avergonzada por mi atrevimiento. Intento retirar mi mano, pero se anticipa, sujetándola para colocarla de nuevo sobre su piel.

―¿Qué pasa? ―inquiere acariciando mi mejilla. Siento el rubor extenderse sobre mi cara. No podría expresar con palabras lo hermoso que me resulta. Me siento un poco fuera de lugar por pensar en ello ahora, pero al mismo tiempo sé que soy afortunada de poder contemplarlo de esta forma, de estar cerca de él. En algún momento creí que no volvería a verlo y eso me aterró―. ¿Gema? ―Niego intentando cambiar el rumbo de mis pensamientos.

―¿Sabes si están bien? ―Soy consciente de que lo primero es encontrarnos con ese vampiro llamado Danko, el gobernante de Cádiz. Pero quiero verlos y asegurarme de que están completamente bien. Necesito hablar con ellos, debe haberles tomado por sorpresa que los trajeran aquí, ni siquiera sé cómo hizo Alain para convencer a mi padre.

―Sí ―asiente comprendiendo a quienes me refiero, sin necesidad de mencionar sus nombres―. Más tarde podrás verlos. Por ahora necesitas descansar. ―Hago un gesto de inconformidad, pero él sonríe ligeramente―. Sé que te lo he repetido muchas veces en las últimas horas, pero he estado bebiendo demasiado y no has comido correctamente.

―Me siento bien.

―También veras al médico. ―Abro la boca para protestar, pero niega―. Por favor, Gema. Necesito asegurarme de que estás bien. ―No puedo discutir.

―De acuerdo ―digo dándome por vencida. Toma la esponja comenzando a deslizarla con suavidad por mis hombros, sin apartar sus ojos de los míos.

―No quiero perderte ―susurra dejándome pasmada. Sé que me quiere, sus ojos, sus besos, todo lo que ha hecho por mí me lo demuestran, pero esta es una de las pocas veces que lo exterioriza en palabras, de un modo tan sutil y al mismo tiempo tan significativo que mi corazón late desbocado y mis ojos se humedecen, sin deberse al agua que nos baña―. Eres lo más importante para mí. No vuelvas a apartarte de mi lado.

―No lo haré ―prometo llena de convicción.

Tengo muchas preguntas saturando mi mente. Armen prometió que en cuanto llegáramos hablaríamos sobre ese extraño fundador que puede controlar a impuros y repudiados, y que es capaz de entrar en mis sueños. Él conoce su identidad y estoy segura de que Kassia también, por eso mostraron esa extraña actitud. Sé que no se trata de una persona agradable o al menos su actitud así lo ha dejado entrever. La urgencia con la que ordenó que viniéramos a este lugar y las miradas que intercambió con Uriel y Rafael. Todo me pone inquieta. Sin embargo, sé que no me dirá nada, no por ahora, me lo ha advertido mientras terminábamos de vestirnos.

Resignada permito que me lleve a la cama. Tras cerrar las persianas, dándole un aspecto nocturno a la habitación, se une a mí, rodeándome con ambos brazos y besando mi pelo, mientras repite que descanse.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora