Capítulo 44

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«Dos enemigos».

Ese despiadado vampiro, que convirtió a Armen, asesinó a sus padres y a los fundadores principales. ¿De verdad está haciendo todo esto porque quiere mis visiones? ¿O solo intenta lastimar de nuevo a Armen? La idea me resulta horrible, pero lo ha hecho antes. Durante años se dedicó a perseguirlo para aumentar su desesperación y después consumar su venganza. «Su especialidad: jugar con la mente y los sentimientos». Ese podría ser su auténtico propósito, jugar con nosotros.

Abdón, uno de los tres gobernantes, quiere ahora hacerse con el control de Jericó y también desea asesinar a Armen.

Lo que me recuerda a aquel vampiro que ayudó a Violeta a abrir las puertas del muro para que los impuros entraran. Un traidor. ¿Será uno de los aliados de Darius o de Abdón? ¿Es posible que se encuentre aquí? No, tal vez se haya marchado durante el ataque al muro, pero, ¿cómo estar seguro de ello? ¿Y si ha venido a Cádiz?

De nuevo hay demasiadas interrogantes, pero por el momento no podemos hacer nada. Solo esperar.

―La llevaré con el médico ―informa Armen a Danko, quien asiente retrocediendo un par de pasos para observarme.

―Por supuesto, ocúpate de tu mujer. Aún está un poco pálida y tú también necesitas alimentarte, Armen. Usaste demasiado tu poder. ―Levanta una mano y la agita frunciendo el ceño―. Solo espero que estén teniendo cuidado. Con dos de ellos ya tenemos más que suficiente. ―Me quedo de piedra al comprender a que se refiere. Farah y Knut, los híbridos. Siento el rostro arder y escucho como Elina ríe.

―Yo los veo encantadores ―afirma ella con una risilla, pero Danko la fulmina con la mirada.

―Tú ves a todos encantadores, Elina. Así que no intervengas ―farfulla con una mueca de disgusto, cosa que provoca que se ría a carcajadas. Si no estuviera tan apenada posiblemente haría lo mismo. Su risa es contagiosa y agradable―. No tienes vergüenza. ―Danko parece siempre rabiar ante sus comentarios, pero a ella parece no importarle. Ambos tienen expresiones muy humanas que denotan cariño mutuo. Aún cuando al principio me pareció un poco falsa.

―Nos retiramos ―anuncia Armen agarrándome por la cintura y pegándome a su torso―. Me reuniré más tarde con vosotros. ―Sin esperar una respuesta de su parte, me hace salir de la sala.

Avanzamos un par de metros en silencio, escuchando aún la risa de Elina y las protestas de Danko. ¿Por qué ha dicho eso? Es vergonzoso. Armen deposita un beso en mi cabeza y suspira.

―No le prestes mucha atención ―susurra. Le dedico una rápida mirada y me muerdo los labios nerviosamente. ¿Qué no le preste atención? ¡Dios! Pero ha hecho alusión a algo que no había pensado.

«¿Un hijo?».

Lo cierto es que ahora mismo no estoy cuidándome, pero es poco probable ya que solo hemos estado juntos una vez. No obstante, la idea me resulta inquietante. No porque no lo desee, sino por lo que implica. He visto como los miran y la manera en que los excluyen. Tal como lo aseguró Anisa, si es complicado convivir dos razas, con una tercera lo es todavía más. Además, ahora sé lo difícil que ha sido la vida de Armen. Pero sobre todo, aún existen normas que lo prohíben y quizás sea el principal motivo por el que a Danko le preocupa el hecho. Armen perdería sus derechos si yo estuviera embarazada, incluso podría ser exiliado.

―No lo hace con mala intención ―insiste Armen, sin comprender el verdadero rumbo de mis atormentados pensamientos. Sacudo la cabeza, intentado apartarlos y le dedico una ligera sonrisa.

―Lo entiendo. Pero... ―Me detengo y lo miro a los ojos. Hay algo más importante de lo que quiero hablarle, ya que no estoy segura si han pensado en ello―. ¿Recuerdas el vampiro que ayudó a Violeta a abrir las puertas del muro? ―Me mira confundido, pero asiente.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora