Capítulo 39

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De nuevo observo el camino de la ladera, no hay duda, este es el lugar que vi en el sueño.

―¿Gema? ―Kassia me mira con preocupación, sacudiéndome ligeramente del brazo―. ¿Estás bien?

―¿Qué pasa? ―Armen se acerca alarmado al escucharla. Lo veo sintiendo una opresión en el estómago. Las imágenes del sueño donde veía a mi madre y de lo que viví en carne propia, me turban. ¿De verdad he visto lo que ocurrirá? ¿Moriremos?―. ¿Gema? ―Todos me miran desconcertados.

Me aclaro la garganta, obligándome a contestar y mantener la calma.

―¿No hay otro camino? ―pregunto señalando el vacío―. ¿Realmente tenemos que ir por aquí? ―Uriel regresa hasta donde estamos, viéndome extrañado.

―¿Otra ruta? ―Asiento esperanzada. Da un vistazo hacia abajo y luego de nuevo a mí―. Sí, pero nos tomaría algunas horas más y terminaríamos llegando de noche a Cádiz. Es demasiado arriesgado. ―No puedo ocultar mi angustia―. No me digas que le tienes miedo a las alturas ―murmura con ironía. ¡Ojalá fuera eso!

―¿Qué ocurre, Gema? ―insiste Armen, sabe que algo no está bien.

―Puede que sea solo una tontería... ―comienzo a decir con nerviosismo―, pero... dime algo, Uriel.

―¿Qué cosa?

―Si seguimos este sendero, encontraremos un pequeño santuario justo a la mitad del camino, ¿cierto? ―Parece confundido, pero asiente con un movimiento de cabeza.

―¿Has estado aquí antes? ―Niego observando el vacío.

―No, yo... lo vi en mis sueños. ―Todos se quedan en silencio. Seguramente creen que he perdido la razón, yo comienzo a creer lo mismo.

―¿En tus sueños? ―pregunta sin ocultar su incredulidad.

―¿Qué viste? ―Armen es el único, además de Kassia, que parece creerme. Debe recordar lo que hablamos anoche sobre mi madre y su teoría de las visiones.

―En ese sitio, nos atacarán impuros y repudiados. Son demasiados y... Nosotros no lo logramos...

―Gema... ―comienza a decir Uriel, con la misma expresión indiferente, pero Armen levanta la mano indicándole que guarde silencio.

―Sus sueños se hacen realidad ―declara con seriedad, recibiendo miradas incrédulas―. Ella vio lo que sucedió con su madre. ―La expresión de todos cambia al instante. Sobre todo, la de Pen y Alain.

―¿Visiones? ―murmura Kassia pensativa.

―Eso parece.

―Vaya ―suspira Farah observando el sendero―. Entonces... ¿Todos vamos a morir?

―Un momento ―interrumpe Uriel, quien ahora parece tomárselo en serio―. ¿Qué más viste? ―Miro a Armen, quien me indica que responda.

―Armen y tú... no pueden usar sus habilidades ―respondo evocando lo que vi―. No tenemos armas suficientes, así que ni tú, ni yo podemos pelear. ―Veo a los demás, que escuchan atentos―. Todos hacen su mejor esfuerzo, pero cuando Alain resulta herido...

―¿Por qué yo? ―pregunta él con un mohín. Pen le da un codazo y me indica que continúe.

―Luchamos, pero son demasiados, el cansancio y la desventaja numérica termina siendo determinante. No sé qué ocurre exactamente después, pero... este lugar es como en mi sueño.

―¿Es en serio? ―cuestiona Anisa con una mueca de disgusto―. No tiene sentido. Un humano no puede predecir el futuro.

¿Un humano? ¿Qué se supone que significa eso?

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora