Capítulo 20

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¡Iré con él a una cena! ¡Una cena de vampiros!

Suspiro dejándome caer sobre el banquillo frente al tocador. He dicho que sí, aceptando acompañarlo. A pesar de no ser algo sencillo, no he podido negarme. Ahora que lo reflexiono, esta es la primera vez que Armen me pide hacer algo por él. Sin embargo, estoy segura de que no podría negarle nada, sin importar qué fuera lo que pidiera. No podría al ver sus ojos suplicantes o si lo hace de la manera en que lo hizo hace un momento. Y aunque he aceptado, tengo miedo. No sé qué tipo de cena celebran ellos. En mi imaginación infantil, tengo la imagen de vampiros vestidos con elegantes atuendos de época, usando costosas joyas, riendo despreocupadamente mientras muestran sus colmillos, bebiendo del cuello de donantes, todo con un toque tenebroso. Me estremezco ante la idea. Imposible. Armen no lo permitiría. Cierro los ojos, sacudiendo la cabeza en un intento de alejar mis absurdas suposiciones. Ellos no viven de esa forma y ya lo he visto, pero no puedo olvidar todas las cosas que se cuentan de ellos en los viejos libros que leía de niña.

Vuelvo mi atención a mi reflejo. Mis ojos parecen tener una luz propia, eso se debe a que ahora estamos bien y esa es la principal razón por la cual debo ir. Es un alivio que los rastros del golpe que recibí prácticamente han desaparecido. Estoy segura que el maquillaje puede cubrirlos por completo. Pensar en eso no logra disminuir la ansiedad. Esta noche estaré rodeada de ellos. Vampiros desconocidos, quizás amigos de Armen, no lo sé. Debo recordar que él me pidió asistir y que lo hago por él.

―¿Qué pasa? ―inquiere Irina observando mi expresión desde la puerta. Niego ligeramente sin poder ocultar mi preocupación. La veo acercarse, mirándome con el ceño fruncido―. ¿Gema?

―Estoy nerviosa ―miento. Sé que Armen aseguró que nada pasará, pero por alguna razón me siento intranquila y ni siquiera haber visto lo que usaré logra disipar esa sensación de que algo no está en orden.

Pone los ojos en blanco y sonríe.

―No tienes porque. Te puedo asegurar que no comemos ―dice a manera de broma, pero mis labios no cooperan y fallo al intentar sonreír―. ¡Vamos, Gema! No es tan malo.

―Lo sé, pero...

―Tranquila. Yo estaré ahí ―me recuerda tocándose el pecho con expresión solemne―. Y me aseguraré de que nadie se porte mal contigo. ―Saber eso me infunde un poco de valentía, pero no dejo de pensar en lo que ella misma dijo antes. Los rumores y el hecho de poder perjudicarlo realmente me preocupa.

―¿Realmente está bien que vaya? ―cuestiono.

Irina me mira un poco sorprendida.

―Si no lo estuviera, no te llevaría ―interviene Anisa, mirándonos desde el marco de la puerta―. Claro, a menos que prefieras que Nicola sea quien le haga compañía, entonces... no vayas. ―Sus delgados labios forman una mueca burlona. Pero más que su gesto, lo que ha dicho despierta una extraña sensación en mi pecho que me pone a la defensiva. «Nicola». La vampiresa que está interesada en Armen.

―¿Ella también asistirá? ―pregunto sin ocultar mi malestar.

―Por supuesto ―afirma con una sonrisa torcida, dando un paso al interior de la habitación y cerrando la puerta―. Casi todos los fundadores estarán ahí. ―¡Fundadores! ¡Dios!

―Definitivamente no debería ir ―pienso en voz alta. Anisa ladea el rostro y se dirige hacia la cama.

―Debiste decirle eso cuando te lo preguntó y no echarte para atrás ahora ―murmura deteniéndose al pie de la cama―. Creo que estaría decepcionado o un poco molesto si le dices eso ―comenta pasando el dedo por el dobladillo del vestido. Es una pieza sencilla de seda, color perla, con finos tirantes que tienen pedrería.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora