La puerta del departamento se cerró detrás de nosotros con un clic, dejando fuera el bullicio de la noche. Habíamos pasado horas sonriendo para las cámaras, respondiendo preguntas fingiendo que todavía nos quedaban energías. Rodrigo fue el primero en suspirar, apoyándose contra la puerta mientras se desabrochaba la chaqueta del traje.
-Me duelen partes del cuerpo que ni sabía que tenía. -sonrió cansado, mientras desabrochaba los primeros botones de su camisa.
Yo, en cambio, me quedé parado, observándolo. Había algo en su apariencia relajada, en la forma en que el cuello de su camisa se abría un poco dejando al descubierto su piel, que hacía imposible que me enfocara en otra cosa.
-Hacés que parezca que estuvimos trabajando en una obra en construcción y no posando para fotos, Ro. -Solté con una sonrisa mientras empezaba a aflojarme la corbata.
Rodrigo soltó una risa suave, caminando hacia la cocina.
-Si me das un segundo, voy a buscar agua. Literalmente estoy deshidratado.
Lo observé desaparecer. Me llevé las manos al cuello, quitándome la camisa con más impaciencia de lo normal. Algo en cómo se había visto Rodrigo esa noche -elegante, con esa sonrisa perfecta que parecía hecha para las cámaras, pero con los ojos siempre volviendo a mí en cada momento libre- me había dejado con un hormigueo constante en la piel.
Rodrigo regresó con un vaso de agua en la mano y descalzo.
- ¿Estás bien? Te veo raro -dijo, llevándose el vaso a los labios.
-Estoy perfecto. -Caminé hacia la cocina, Rodrigo me siguió, saqué dos vasos y una botella de whisky. Mi mente bullía con lo que quería hacer, pero lo que salió de mi boca fue más casual-: Si tomamos un poco más, ¿te revivís o no te queda energía?
Rodrigo rió, sacudiendo la cabeza mientras me seguía con la mirada.
-Pensé que estabas cansado.
Levanté los hombros, sirviendo dos vasos con calma y ofreciéndole uno.
-Cansado, pero no tanto. Además, vos me miraste toda la noche como si estuvieras pensando en otra cosa que no era el evento.
Rodrigo levantó una ceja mientras tomaba un sorbo, el rubor subiendo levemente por sus mejillas.
-¿Ah, sí? ¿Y qué estabas pensando vos? -preguntó con un tono desafiante, aunque lo delataba la forma en que sus ojos no se despegaban de mí.
Sonreí y dejé mi vaso en la mesada.
-Posta que no mucho. Sólo que... ahora que estamos solos, podemos aprovechar la noche de una forma más interesante.
Rodrigo frunció el ceño, aunque su sonrisa nerviosa ya decía todo
-¿Más interesante? ¿Qué tenés en mente?
No respondí de inmediato. Me incliné hacia él, acercándome hasta que su espalda chocó con el borde de la mesada.
-Vos sabés lo que tengo en mente.
Rodrigo dejó el vaso en la mesada, como si supiera que ya no iba a necesitarlo, y su mirada se suavizó. Puse mis manos a cada lado de la mesada, encerrándolo entre mis brazos.
-¿Sabés hace cuanto quería que estuviéramos así, amor?- murmuré, casi sin darme cuenta.
Rodrigo sonrió, pero esta vez había algo distinto en su expresión: no era la sonrisa casual de siempre, sino algo más profundo, más íntimo. Sus manos subieron por mis brazos, deteniéndose en mis hombros, como si quisiera asegurarse de que no me fuera a ningún lado.
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Entre escenas y letras
RomanceIván Buhajeruk, un escritor que nunca quiso ser famoso, se ve obligado a fingir una relación con el actor Rodrigo Carrera para mantenerse en el ojo público tras el éxito de su última novela. [Terminada]