Capitulo treinta y cinco ꗃ 6 de Noviembre del 2024 ꗃMOROVIS, Puerto Rico
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El ambiente en Morovis estaba tenso, pesao, como cuando uno siente que algo va a explotar y no sabe por dónde. Se sentía una calma rara en la calle, de esas que en vez de tranquilizarte te hacen doler el pecho. El aire estaba tan espeso que hasta respirar me costaba. Y pues, si te soy honesta, la semana había sido una mierda... entre hacer maletas, recoger lo necesario, y lidiar con esa presión encima, mejor dicho: qué jartera.
—¿¡Y tú 'ta loca, e'!? —me gritaba Ángel desde la sala mientras yo cerraba el último maletín. —¿¡Tú vas a cogé a ese niño y te lo vas a llevá pa Miami como si ná!?
—¡Sí, Ángel! ¡Me lo voy a llevar! ¿Y sabés por qué? Porque aquí no se puede vivir con esta zozobra, ¡con este miedo, ome! —le respondí con rabia, apretando los dientes.
Pa' mí no era una decisión fácil. Allá en Miami tengo una propiedad, un apartamento que nunca quise vender. Y ahora, más que nunca, lo veía como una salida, una forma de respirar tranquila, aunque fuera por unos meses. Aquí, en Morovis, no me sentía segura. No con todo lo que estaba pasando.
Desde que llegó Bernardo a mi vida, mi prioridad es él, ¿me entendés? No podía estar exponiéndolo así, en medio de todo este mierdero. Mi vida familiar siempre fue privada, reservada, y más desde que soy mamá. No me da la gana que la gente me esté mirando raro, que empiecen a hablar, a inventar. ¡Menos ahora con todo este embrollé!
—Tú lo que 'tás es usando eso como excusa pa virarte pa allá y dejar to' esto atrás. —me dijo Ángel, bajando el tono pero con esa mirada que me atravesaba.
—¿¡Excusa!? ¡No jodás, Ángel! ¿O es que no te diste cuenta lo que dijo Chimi en esa última tiradera? ¡Nos está tirando con nombre y apellido! ¡Y hasta dijo que vos también tenés un hijo por ahí, que ni reconocés! ¿Eso no te dice nada? ¿No te parece suficiente pa estar alerta?
—¡Ese cabrón lo que quiere es guerra lirical, eso es tó! No me venga' con que ahora tú te vas a paniquear por una canción.
—¡No es solo una canción, Ángel! ¡Es una amenaza disfrazada! Ese man sabe cosas, y vos sabés que el barrio no es como antes. ¡Yo no voy a esperar a que un día de estos se metan a la casa o le hagan algo a mi hijo!
—Tú siempre 'ta pensando lo peor...
—¡Porque ya viví lo peor, Ángel! ¡Y no voy a repetirlo! Yo me voy pa Miami, y si de verdad te importa esta familia, hacé el favor y entendelo. No quiero que Bernardo crezca en medio de ese tiroteo verbal de ustedes, ni con esa energía en la puerta. ¿Te queda claro?
Él se quedó callao por un segundo. Se pasó las manos por la cabeza, caminó hasta la ventana y no dijo nada más. Pero yo ya lo tenía decidido. No era cobardía, era amor. Amor por mi hijo, por mi paz mental. Y si tenía que irme lejos pa proteger lo que construí, pues me iba. Y punto.
