Capitulo 40

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3 Meses después...

OLIVIA

- Por eso no te preocupes Olivia, está todo resuelto

- Gracias Javier, eres un amor, no sé que haría sin ti - pude sentir su sonrisa incluso a través de la linea telefónica.

- Te noto especialmente contenta hoy....¿alguna novedad?

- ¡Creo que sí!- exclamé con tanta emoción que tuve que resistir la tentación de ponerme a dar saltitos- Ahora no puedo contarte...pero te llamo en la noche.

- Está bien. Cuídate Olivia

- Tu también Javier, ciao- colgué el móvil y lo guardé rápidamente en el bolso.

Habíamos sido capaces de olvidar "aquello" raro que pasó entre nosotros y seguir adelante con nuestra amistad. De una forma algo egoísta, lo necesitaba en mi vida y no podía perderlo pese a nada, de eso no me cabía ninguna duda. No puedo ni imaginar que hubiera sido de mí sin él.

La brisa marina me revolvió el pelo, se sentía fresca pero sumamente agradable. El verano llegaba a su final y así lo decían las playas cada vez menos transitadas.

Me encajé el borsalino de paja en la cabeza y comprobé la hora en mi recién estrenado reloj de pulsera. Aún tenía que esperar un rato allí sentada frente al mar.

Cerré los ojos dejándome llevar en el tiempo, sintiendo el cambio de este último año en cada una de mis células... Cómo una crisálida que se convierte en mariposa. Dejando atrás algo que nada tenía que ver con el presente.

Nada quedaba en mí de la sumisa, cuidadosa y recatada Olivia que empezó la universidad doce meses atrás y todo se lo debía a él... así lo sentía. Conocerlo y amarlo había sido como un despertar, cuando ni si quiera sabía que estaba dormida.

Cuando dejé el piso de Javier con una triste maleta en una mano y un bolso en la otra, me sentí más sola que nunca en la vida, sin saber donde estaba mi lugar...Llegué a la estación de tren y leí los destinos en la pantalla de salidas buscando una sensación que me dijera donde debía ir.

No sentí nada... Quizás era bastante ridículo, esperar que el corazón me dijera donde encontraría aquello que no sabía que buscaba, que me guiara al lugar correcto. Pero no lo hizo, por lo que opté por lo obvio: el primer tren que saliera que tuviera plazas libres.

Así es como me marché a Barcelona sintiendo que un libro en blanco se abría ante mí, donde empezar a escribir mi historia. Con tiempo, tinta y páginas de sobra para rellenarlo a mi antojo, poniendo las comas, los puntos seguidos y los puntos finales donde yo así lo sintiera.

Tan sólo unos días después, paseando por el puerto y al ver que había ferry directo a Cerdeña, supe lo que tenía que hacer. Y me dí cuenta de que quizás aquel día en la estación mi corazón sí me mandó un mensaje que no supe entender.

"¡Cerdeña! ¿¿¿Cómo no se me ocurrió antes???"

Recordaba perfectamente el momento en el que Jacob me había dicho que era uno de los lugares donde quería vivir y empezar de nuevo. Nada me confirmaba que estuviera en lo cierto, pero me aferré a la idea con uñas y dientes, queriendo escribir un punto y seguido en mi historia con él.

Después de dos meses y medio recorriendo la preciosa isla, visitando cada pueblo, preguntando y enseñando su foto...sorprendentemente aquella misma mañana, había dado con él.

**

- ¿Estas segura de que es él?- le pregunté con un fluido italiano a la joven camarera.

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