Capítulo 11

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J.

No entiendo que ha pasado hace un momento.

Estábamos hablando como si nada y de pronto su cara se tensó... "¡Pero si encima me ofrecí a buscarle cualquier libro que me pidiera!"

Me estiro un momento para tomar aire después de las 10 tandas de abdominales. Me pongo boca abajo y empiezo con las flexiones, pero no puedo quitármela de la cabeza. Ese brillo en sus ojos escudriñando los míos y esa fuerza para seguir siendo teniendo la cabeza alta a pesar de que alguien tan despreciable como yo la tiene retenida contra su voluntad.  

Aún no se que es lo que me atrae tanto de ella, es cierto que es guapa, más que guapa. Pero es más que algo físico. He estado con chicas que podrían considerarse impresionantes... pero ella, ella está en mi cabeza como un tatuaje entre mis neuronas...¡es tan frustrante!

Me la imagino al otro lado de mi pared, a tan solo unos metros y siento la necesidad sobrehumana de ir a abrazarla...de tenerla entre mis brazos otra vez... de besarla...de sentir el roce de su piel, de saborear sus labios hasta perderme..."¡Mierda!"

Sigo haciendo flexiones intentando centrarme solo en contar... "26...27...28..." noto el calor abrasador en mis hombros y en los músculos de los brazos pero continuo exigiéndoles más y sigo contando para alejar mi pensamiento de ella.

Agotado, doy un salto y me incorporo. Estoy sudando y necesito una ducha...quizás un poco más fría de lo que me gustaría reconocer. Agarro la toalla del suelo y la botella de agua. Y salgo de mi habitación en dirección al baño.

Veo su puerta y no puedo resistirme a ir a mirar por la mirilla... me inclino despacio sin hacer ruido y la veo en su sitio favorito, sentada en la cama con la espalda en el cabecero de la cama y abrazada a la almohada, a penas se le ve la cara ya que la tiene agachada casi descansando sobre su regazo. 

Daría lo que fuera por entrar y retirar despacio el suave mechón de pelo que ... "¡Joder Jac! a la ducha pero ¡YA!"

Poniendo toda mi voluntad me separo y me voy derecho al baño con el corazón desbocado.

Dejo que el agua me empape la cara con la inquietante suplica de que borre de mi los recuerdos, los nuevos y los viejos. 

Olivia

Hace al menos una hora que tomé la decisión de decirle que sé quien es en cuanto entre por la puerta, pero ahora toda mi valentía férrea se ha convertido en una masa gelatinosa que amenaza con tragarme.

"¿Y si me matan por saberlo? ¿Y si mantenerme callada es lo más seguro?"... Pero eso es lo que he hecho toda mi vida; guardar silencio y asentir con una sonrisa totalmente ensayada. En eso se resume mi "maravillosa" vida.

Oigo el leve sonido de una puerta cerrarse en el pasillo y me levanto de golpe con una valentía que hasta ahora desconocía que había en mi. Ya está. Así va a ser.

 "Y... si es valentía lo que me impulsa, ¿por qué me tiemblan las piernas?"

Corro a la puerta y la golpeo tres veces con los puños apretados a ambos lados de mi cabeza. Respiro hondo y me aferro al poco valor que sale de mis entrañas.

-¡¡EH!! ¡Abre la maldita puerta¡ quiero hablar contigo- intento parecer firme como si no sintiera que de tanto temblar estoy a punto de convertirse en un montón de astillas.

Unos segundos después los cerrojos empiezan a abrirse rápidos uno detrás de otro y pego un respingo involuntario separándome a un par de metros de la puerta. Y entonces mi cerebro manda un mensaje que me aterra : "¿y si no es él?¿y si es el tío ese enorme que me arrastró por la furgoneta hasta que me dejó inconsciente?".

Ya no hay tiempo de reacción, debo mantenerme firme.

La puerta se abre y casi suelto un suspiro al ver que es el chico de los ojos hipnóticos que entra directamente andando en mi dirección. Se queda a tan sólo medio metro de mi y me mira con cara de poker, mirándome de arriba a abajo a través del pasamontañas hasta que vuelve a mis ojos.

Lleva una toalla en la mano y unos vaqueros desgastados colgando peligrosamente de sus caderas. Se me seca la garganta al reparar en su torso desnudo aún húmedo y me pierdo entre los valles y montañas que forman sus músculos. Mis manos mandan mensajes de suplica implorando que las deje libres para pasearse por es vientre y ese pecho de mármol perfecto.

"¿Desde cuando mis manos me hablan? ¡Dios! ¡Esto es una absoluta locura!"

- ¿Estas bien? ¿Te encuentras mal?- parece casi preocupado o al menos esa es la sensación que me da con su tono.

- Si, si.. estoy bien- Trago saliva con dificultad y hago el esfuerzo titánico de apartar mis ojos de su cuerpo. Busco e indago por mi interior buscando aquella fuerza que sentía hace tan solo unos segundos que parecía un fuego que iba a quemarme...nada...solo encuentro humo y ceniza.

El sigue mirándome fijamente y casi puedo verme a mi misma través del verde aguamarina de sus ojos.

- Has dicho que querías hablar conmigo...bueno pues aquí me tienes- se cruza de brazos y me quedo embobada nuevamente ante la tensión de tanto músculo perfecto. Es como un Dios griego de metro ochenta. 

- Si, eso he dicho- Consigo desviar de nuevo la vista de sus brazos y volver a sus ojos. Respiro hondo y veo la luz al final del túnel hormonal en el que me encuentro; Ya se lo que tengo que hacer- ¿Quiero saber cómo te llamas?

- No hacía falta que aporrearas la puerta de esa manera para preguntarme eso- No consigo descifrar su tono, no se si estaba enfadado o estaba divirtiéndose. Que lleve la cara oculta no me facilita mucho las cosas .

- Ya, bueno, lo siento- mis mejillas me delatarían en 3..2...1..- No me has contestado- digo con firmeza. 

- Me llamo J.

- J...eso no es un nombre, es una inicial- espero pero parece que no está no muy dispuesto a revelarme más que eso- está bien me vale por ahora.

Suelta una carcajada y alza los ojos al techo dejándolos en blanco. Me parece llegar a leer una medio sonrisa tras el pasamontañas. 

- Muy bien, ¿ya estás conforme? ¿puedo ir a terminar de vestirme sin que vuelvas a intentar tirar la puerta abajo?- genial, mis mejillas han alcanzando los 100 grados y él seguro que se ha dado cuenta. No soy capaz de aguantar su mirada y ruedo mis ojos al suelo, percatándome por primera vez en que va descalzo - Ahora subo con la cena

Gira sobre sus talones y camina hacia la puerta. Tengo la absurda necesidad de seguir hablando, de conseguir que no se aleje, sintiendo un vacío atrapándome con cada paso que él da en dirección opuesta...

- ¿Vas a quitarte alguna vez el pasamontañas?- las palabras salen de mi boca pero no las reconozco, sin filtro, como si hubieran saltado el enlace neuronal del cerebro a las cuerdas vocales.

 "Mi cuerpo va a su bola...oye cuerpo: ¿quieres estarte quieto de una puñetera vez y dejarme a mi esto?"

- Quien sabe Olivia...quien sabe- gira levemente la cabeza hacia atrás para mirarme y me guiña un ojo. Oír mi nombre saliendo de sus labios me hace estremecer.

Sale y oígo los cierres.

Suelto un suspiro retenido y llevo mi mano derecha sobre mi corazón. Mis latidos son fuertes y rápidos, con miedo pero firmes, como un pura sangre que ha crecido encerrado y de pronto le abren la puerta a un prado infinito. Empiezo a ver una faceta de mi que desconocía. 

"No le he dicho que sé quien es"

AtrapadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora