Capítulo 8

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Olivia.

Me acerco sigilosa a la puerta, me agacho sin quitarle el ojo y agarro los libros para volver corriendo como alma que lleva el diablo a la cama y sentarme con la espalda pegada al cabecero. Es la única forma en la que no me siento tan indefensa .

Pienso en el chico que ha entrado.. En sus ojos y en como me miraba. Es totalmente ridículo, pero tenía una mirada dulce y de preocupación... no sentí ningún miedo mientras le miraba directamente, no iba a hacerme ningún daño. Me lo decían sin palabras 

Agacho la cabeza y veo los libros. Los he leído ambos, pero me alegra tener algo en lo que entretenerme... Ojalá pudiera seguir por donde me quedé del libro "Divergente".

Hace tiempo que descubrí que me apasionan las distopías. Me gusta imaginarme futuros irreales y me gustan mucho más si tienen una bonita historia de amor de por medio. Cuando empiezo a leer es cómo el resto del planeta se quedara congelado en el tiempo y no hubiera nada más a mi alrededor. Pueden pasar horas y sentirlas como a penas unos minutos. 

Creo que nunca he estado enamorada de verdad. Una vez creí que sí... ( o quizás me obligaron a creerlo..) Pero no sentía nada de lo que se narra en los libros.. esas "mariposas " que baten sus alas en el estomago y te hacen sonreír de la forma más tonta... A veces pienso, que lo más cerca que he estado de amar a alguien ha sido al protagonista de alguno de los libros que he leído... "Suena bastante patético Oli"

Abro el libro de Romeo y Julieta, es una versión clásica escrita para teatro, lo que me extraña un poco pero no le doy más importancia.

Empiezo a leer dejando que el tiempo se detenga y sumergiéndome de lleno entre las palabras y las frases...

..." En la hermosa Verona, donde colocamos nuestra escena, dos familias de igual nobleza, arrastradas por antiguos odios, se entregan a nuevas turbulencias...De la raza fatal de estos dos enemigos vino al mundo, con hado funesto, una pareja amante, cuya infeliz"...

Un fuerte ruido que sale de mi estómago hace que abra los ojos. Me he quedado dormida con el libro abierto. De un vistazo rápido a mi al rededor, recuerdo donde estoy y me incorporo de un salto para mirar la puerta. Nada. Pero en el suelo hay una bandeja con una botella de agua pequeña, un sándwich de york y una manzana roja.

Corro hasta la puerta y vuelvo con la bandeja en décimas de segundo para volver de un salto a  sentarme de nuevo enfrentando la puerta con la bandeja en las piernas. "Parece que el sándwich es el plato del día" pero no pienso quejarme, podría ser peor. Debo de ser inteligente además de valiente. 

J.

Estoy tumbado en el sofá cambiando canales al azar sin ver nada y sin poder dejar de pensar en la imagen de Olivia durmiendo plácidamente con el libro aún entre las manos. Cuando antes de abrir la puerta la vi hecha un ovillo, abrí los cerrojos todo lo despacio que pude para evitar despertarla. Tuve ganas de ir hasta ella y ponerle la colcha por encima... Pero me contuve.

"¿Que narices me pasa con esta chica?"...No soy de relaciones de más de un par de semanas...me canso de todas al cabo de unos días, nunca nadie me ha llenado como entiendo que debe de ser el amor de verdad, como si la última pieza de tu rompecabezas encajara haciéndolo perfecto. Siempre ha sido más físico que emocional y jamás he tenido esta necesidad imperiosa de protegerla a toda costa.  No se que tiene que me atrae a ella como un potente imán.

El ruido del motor de la furgoneta de H. me saca de mis pensamientos.

"Mierda... Se acabó la paz" - gruño al tiempo que me siento

M se marchó a trabajar hace una hora casi sin despedirse... creo que se siente culpable por habernos metido en todo esto. Lo que no entiende es que soy yo el que jamás dejará de sentirse culpable por lo que pasó. Al final, lo único que conseguimos es distanciarnos el uno del otro cada vez más.

Ahora me toca lidiar con H. sólo: Abre la puerta y pega un portazo que hace vibrar hasta los marcos. Lleva ropa deportiva de color negro con la capucha cubriendo su cabeza y la mochila en la mano. Su pelo todavía está mojado y ha dejado unas manchas húmedas en su ropa.

Gira la cabeza y me ve en el sofá.

- ¿Todo bien?- dice como si hubiera estado pensando la frase por horas.

Sé que mi hermano le ha pedido que sea amable conmigo pero nos tenemos tanta tirria el uno al otro que se nota a la legua que debemos sobre actuar para mantener una conversación "amable".

Asiento una vez con la cabeza. Ninguno de los dos tiene mucho más que decir. Guardamos silencio unos minutos bastante incómodos.

- ¿H cuando pediremos el rescate?- digo mirando la tele como si tal cosa y esforzándome por ser cordial.

Le veo por el rabillo del ojo dar un paso hacía el salón y se queda bajo el quicio de la puerta.

- Ya te dije que hay que esperar un tiempo- dice casi desafiante- cuanto más tiempo pase, más se angustiará "papi" y más rápido soltará la pasta. Además, ¿no erais vosotros los que queríais ver sufrir a ese hijo de perra?- Se acabó su intento de amabilidad.

Gira sobre sus talones cuando ve que no voy a contestar y sube las escaleras. Me tenso de pronto como si mi instinto me gritara ¡PELIGRO!. "Por favor que no vaya a la habitación de Olivia... Por favor que..." - suplica mi mente.

Me levanto del sofá como un resorte y voy hacia la escalera, subo corriendo y lo veo justo donde no quería verlo: en la puerta de Olivia mirando por la mirilla. Tiene la mano apoyada en uno de los cerrojos y me entra el pánico.

- ¿Que estas haciendo H?-

- La perra está mirando directamente a la mirilla... Me está desafiando. Hay que domarla para que deje de arañar y de dar patadas como una mula vieja- contesta sin dejar de observarla y frotándose el brazo donde ayer le clavo las uñas intentando escapar.

- Tiene miedo... Posiblemente haya oído los pasos. Déjala tranquila. - intentaba no mostrar ningún sentimiento, pero no tengo claro que lo consiguiera.

Gira la cabeza para mirarme, trago saliva con dificultad. Siento miedo, sí, pero no por mi. No dejaré que la toque. "¡Mierda! ¿pero que mierda me pasa?"

Entonces, contra todo pronóstico, se aleja de la puerta y viene hacia mi. Se queda unos segundos justo enfrente, mirándome desde su metro ochenta y muchos...no puedo evitar tragar saliva con dificultad. Negar que este tío me da miedo sería absurdo, aunque no pienso ni un ápice en demostrárselo. Lo enfrento con la cabeza alta y los puños apretados,sintiendo como mis músculos se ponen en tensión listos para el combate. 

- Sabes que al final le daré su merecido. Aún me duele la patada que me dio en la cara anoche al sacarla de la furgo- dice con una medio sonrisa cruel frotando su barbilla.

"Bien por tí Olivia... la pena es que no se la partiste"

Se gira, abre su puerta y pega nuevamente un portazo.

Mi corazón está desbocado y me doy cuenta de que llevo un rato aguantando la respiración...

Me acerco despacio a la puerta... "sólo quiero asegurarme de que está bien" y parece mirarme a través del cristal. Su ceño está fruncido y sus labios apretados. Pero un segundo después la veo pasarse las manos por las mejillas y me doy cuenta de que está llorando.

Necesito entrar... Necesito abrazarla fuerte y secar sus lágrimas, atrapar su cara entre mis manos y hundirme en las profundidades de sus ojos. No me importaría absorber esa tristeza con tal de devolverle su preciosa sonrisa. 

Con el corazón en un puño y el alma por los suelos, finalmente me obligo a alejarme de la puerta.

AtrapadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora