Capítulo 28

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Olivia

Miro mi reflejo en el espejo y me cuesta reconocer a esta nueva yo: el pelo está un poco más largo, un par de kilitos de más, el bronceado casi ha desaparecido... pero el cambio real tiene poco que ver con mi aspecto físico.

Quizás sólo porque el reflejo se mueve a la vez que yo soy capaz de estar segura que esa que me observa soy yo misma.

Recojo el pelo detrás de las orejas y refresco mi cara con el agua del lavabo. Las gotas resbalan por mi piel y más allá hasta estrellarse y ser tragadas por el sumidero, arrastrando mucho más de lo que era capaz de entender en ese momento.

No se quién es esa que tiene mi aspecto, no estoy segura de conocerla... Parece valiente y decidida, parece una mujer fuerte.

"Encantada...yo soy Oli" le digo sin emitir sonido. Ella me sonríe.

Me permito dar un último vistazo al espejo y salgo del servicio de la gasolinera.

Jacob está apoyado sobre la moto cruzado de brazos y sonríe al verme mientras me ofrece uno de los cascos. Adoro esa sonrisa...

- ¿Todo bien?

- ¡Claro!...vayámonos- contesto

Levanto la pierna para montarme en la parte trasera de la moto y de repente siento mariposas cuando el me agarra por la cintura alzándome en el aire y me deposita sobre esta.

Nos miramos unos segundos sin decir nada y ambos sonreímos. Finalmente me ayuda a ponerme la mochila a la espalda y el casco.

Seguimos nuestro camino, sin tener ni la más mínima idea de a donde me lleva. Por raro que parezca ni siquiera he preguntado... " y ni si quiera me importa mientras sea con él"

En ese momento, justo en ese instante, abrazada a la cintura de Jacob dejando que el frío nos llegue hasta los huesos, me siento más yo de lo que jamás he sido.

- Oli, pasamos aquí la noche y mañana decidimos qué hacemos...¿vale?-

Asiento con la cabeza, aún me emociona cuando pronuncia mi nombre de esa manera.

Me quita la mochila de los hombros para echarla sobre el suyo, agarra ambos cascos con una mano y sin más dilación toma mi mano con la otra, cómo si eso fuera lo más normal del mundo.

Caminamos por el aparcamiento de grava hasta el pequeño hotel rural, una casona antigua de piedra con traviesas de madera y flores colgando de las ventanas.

Se adelanta un paso para abrirme la puerta y yo le pago con una sonrisa.

-Buenas noches señores, ¿En qué puedo ayudarlos? - dice un señor como de unos 55 años con una sonrisa sincera en la cara cuando entramos al hall.

La decoración es sencillamente acogedora, con un encanto especial que hace que te sientas como en casa.

" si...pero no en mi casa... acogedora y mi casa jamás pude decirlas en la misma frase..."

-Hola, necesitamos pasar la noche. ¿Tienen habitaciones libres?

Dejo que Jac hable mientras yo sigo observando todo a mi alrededor y disfrutando del tacto de nuestras manos unidas.

-Claro señor, ¿sería una habitación doble?

- Sí-

- Muy bien, denme un segundo.

El hombre se aleja unos metros y empieza a teclear en el ordenador.

- ¿Te parece bien?- me dice casi en un susurro apretando mi mano para que lo mire.

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