Cuando me desperté a la mañana siguiente eran casi las 8 de la mañana. Escuché movimiento en la parte de abajo así que me levanté y me puse unos pantalones vaqueros y una camiseta de manga corta y bajé.
-Buenos días.- Dije dándole un beso a mi madre y a Ryan.
-Hola, ¿que tal has dormido?- Ella me preguntó.
-Perfectamente, siempre duermo bien cuando estoy aquí.- Le dije.
-Deberías de venir unos meses aquí, para alejarte de preocupaciones y de los paparazzis. No me gusta que te persigan, cariño. Te roban la intimidad.- Ella me dijo.
-Lo se, mamá. Pero cuando elegí este trabajo sabía lo que venía con el. No me gusta que la gente se intente meter en mi vida, me gusta tener mis sitios privados.- Le dije.
-Por eso mismo, cariño. Avísame si te lo piensas y lo haces. Te tendré tu habitación preparada y tu comida favorita para cuando llegues.- Ella me dijo dándome un abrazo.
-Echo de menos tenerte allí conmigo. Echo de menos mi vida aquí, pero me gusta vivir allí.- Le dije.
-Lo se, siempre has querido vivir allí.- Ella me dijo.
-Ahora me gustaría crecer y cuando tuviera mi propia familia me vendría aquí a vivir. Y tu verías a tus nietos crecer todos los días.- Dije riéndome.
-¿Tienes algo que decirme?- Ella me preguntó sonriendo.- Como algún novio o algo.- Ella terminó.
-No, mamá. Pero ojalá. Mis últimos novios lo único que querían era fama.- Dije.
-Muchas veces me dan ganas de ir allí y pegarlos una colleja a todos.- Ella me dijo riendo.
-¡Buenos días!- Dijo Kirby sonriente.
-Buenos días.- Dijimos todos.
-¿Podemos ir de compras, Lucy? Voy a salir a una fiesta esta noche y no se que ponerme y necesito tu ayuda.- Ella me pidió.
-Claro, me tomo un café y nos vamos.- Le dije.
Después de mi café las dos nos metimos en el coche de mi madre y nos fuimos al centro comercial más cercano.
Una vez allí fuimos de tienda en tiendo viendo lo que se podía poner y al final elegimos un vestido con margaritas, unas sandalias de tacón amarillas y una chaqueta de cuero negra.
En medio de sus compras yo acabé por comprarme más vaqueros y camisetas básicas.
-¿Hacemos una parada en starbucks antes de volver?- Pregunté.
-Claro, vamos. Quiero invitar yo. Siempre lo haces tu.- Ella me contestó.
Cuando llegamos a casa la comida ya estaba preparada, yo estaba muerta de hambre y mi madre había preparado hummus como a mi me gustaba. Entre todos pusimos la mesa y empezamos a comer mientras charlabamos sobre lo que habíamos comprado.
Terminamos de comer y yo decidí tumbarme en el salón a dormir un poco la siesta.
Ryan se había ido a trabajar y Kirby se había ido a casa de una amiga para prepararse allí. Así que mi madre y yo estábamos solas relajadas en el salón.
-Mamá.- Dije cuando vi que se había despertado.
-Dime.- Ella me contestó.
-¿Quieres que hagamos algo las dos juntas? Como pasear por el parque.- Dije.
-Claro, déjame que me ponga algo decente para salir a la calle.
Salimos y nos dirigimos a un parque grande que había cerca de casa. Hacía frío, pero no tanto como en invierno. Los niños estaban jugando en el parque y algunos más mayores corrían detrás de las pelotas.
-Me acuerdo de la primera vez que te llevamos al parque. Eras pequeña, pero tu hermana quería jugar contigo al escondite, ni siquiera sabías jugar y tu padre decidió jugar con vosotras y mientras Maggie contaba el te cogía en brazos y te escondía y te decía que no podías moverte de allí hasta que el te lo dijera. Te había escondido tan bien que tu hermana no te encontraba y pensaba que te habías perdido.- Ella se rió mientras recordaba grandes momentos.
-Y esa navidad, la última que pasamos todos juntos antes de que papá se fuera a Europa de nuevo. Salimos aquí para tirar cohetes y yo me asusté tanto que salí corriendo y me metí debajo del tobogán y me tapé tan fuerte los oídos que después casi no escuchaba.- Me reí.
-Mis niñas están creciendo demasiado rápido.- Ella me dijo dándome un abrazo.- Mírate, estás hecha toda una mujer. Dentro de nada estarás casada y con hijos, como Maggie. Hace dos días te estaba cambiando pañales.- Vi como las lágrimas querían salir de sus ojos, pero también vi que ella no quería que callesen.
-Mamá, pase lo que pase siempre voy a ser tu niña pequeña. Nada va a cambiar eso, ni aunque esté casada y tenga hijos.- Le dije dándole un abrazo.- No se que voy a hacer el día que te tenga que dejar marchar.- Susurré.
-Eso no va a pasar en un tiempo muy largo, así que no pienses en ello aún.- Ella susurró en mi oído.