Capítulo 40

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Su pregunta alzó a mis hormonas mucho más allá del sol. Sonreí juguetona. ¿Cómo lo hacia para que mi ánimo cambiara así de repente? No habría otra respuesta además de la que sus ojos me daban. ¿Cómo resistirme a esa mirada que despedía fuego, lujuria y excitación?

Puse mis manos en su cabello y jalé de estos hacia mí, plasmándole un acalorado beso en los labios. Su lengua buscó la mía, y se la permití de inmediato. Su respiración agitada y caliente salía por sus labios y terminaba en mi boca, tal como mi respiración terminaba en la suya. Apoyó uno de sus codos a un costado de mi cabeza y cargó su peso en éste, mientras que su mano restante bajó por mi abdomen desnudo hasta el botón de mi pantalón. Me estremecí con el frío de sus manos, sin embargo no puse resistencia a sus ágiles dedos bajando el cierre y dejando ver algo de mis bragas. Alzó su dedo medio e índice y se los llevó a la boca. Los lamió con una lentitud que me mataba, pues sabía dónde estarían esos dos dedos luego. Sus ojos no se alejaron de los míos en ningún momento; me miraba desafiante, atento, alerta a mis movimientos. Y sus dedos bajaron hasta mi ropa interior y los adentró a ella. Curvé mi espalda mientras mis dientes estaban a punto de hacer sangrar mi labio inferior por la fuerza que sostenía en éste. Dios.

-¿Te duele?-murmuró justo antes de depositar su beso corto en mis labios.

-Un poco-gemí-, pero no pares... por favor.

-Tranquila-rió con voz ronca-. No pensaba hacerlo.

Los metió en la profundidad de mi feminidad. Sus largos dedos iban lnto, apreciando cada una de las sensaciones que comenzaban a aflorar tanto en mi interior como en mi exterior.

Mis piernas cedieron ante su poder y flaquearon al mismo instante. Abrí los ojos-no sé en qué momento los había cerrado- y busqué su cabello con mis manos, volviendo a tirarlo hacia mi rostro. Me besó con fuerza, a la vez que sus dedos aplicaban rapidez al asunto y el dolor se consumía dentro de la excitación. todo iba an rápido: sus besos, mis caricias por su cabello despeinado, sus dedos dentro de mi húmedo sexo. Todo. Jadeaba en su boca y él me correspondía con roncos gemidos que mis manos por su cabello producían. Sus besos bajaron hasta mis clavículas, dejando saliva esparcida por todo el lugar, dándome más placer del que creía podría resistir. Podría apostar a que estaba más excitada que ayer. Curvé mi espalda con tan sólo sentir sus labios bajando hasta mis pechos. Se sentó a horcajadas de mí, sin dejar de darme placer, y su otra mano pasó por mi espalda arqueada hasta el broche de mi sostén y lo liberó de mi cuerpo. alcé mis brazos y le permití sacar la prenda por completo. Un espasmo se apropió de mi cuerpo al sentir la casi inapreciable brisa de mi habitación. Sonrió satisfecho mientras arrojaba el sostén lejos de la cama, para luego inclinarse otra vez, con sus labios en dirección a mis senos descubiertos. Gemí una vez más al sentir su lengua humedecer mi pezón derecho, ára luego jalarlo suavemente con sus dientes. Mis dedos se tensaron en su cabello húmedo, calmando de forma inútil mis jadeos desesperantes. Lo quería dentro de mí, o acabaría antes de haberlo sentido.

-Dios, Saeng...-gemí-. No me hagas esto...

-¿Quieres que te folle ya?-alzó su vista hacia mí.

-Por favor-asentí en repetidas ocasiones.

Jadeé con exasperación al sentir sus dedos saliendo de mi feminidad y lo miré a los ojos. No había visto jamás unos ojos tan brillantes en toda mi vida. El color de sus ojos era suave y penetrante. Llevó su dedos índice y medio a su boca y los lamió nuevamente.

-Tu sabor es exquisito, joder-susurró riendo.

No tuve tiempo para decir algo antes de que Young Saeng se levantara de la cama. Flecté mis codos y los apoyé en el colchón, observano cada uno de sus movimientos. Su mirada no me perdió de vista en ningún momento, ni siquiera cuando comenzó a desabrochar su pantalón con agilidad. El sonido del cierre al bajar tensó mis músculos y reaccioné de una manera inesperada. Mis manos, nerviosas y temblorosas, se encargaron de deshacer mi pantalón también. Por primera vez odiaba llevar pantalones tan ajustados.Jalé desde los bordes de éste hacia abajo, sin embargo, las manos de Saeng se me adelantaron.

-Permíteme-susurró.

Acto seguido, tomó una de mis piernas y sacó mi zapatilla y calcetín. Cogió mi otra pierna y pepitió las acciones. Sujetó los extremos inferiores de mis pantalones y los jaló fuera de mis piernas. Fue ahí cuando noté la ausencia de los suyos. sus bóxers blancos hacían resaltar su miembro erecto. Gemí sin querer al pensar en todo eso dentro de mí. Lo escuché reír y me percaté de estarlo mirando fijamente mientras mordía mi labio. Pude sentir cómo el color subía a mis mejillas y cómo mi vista subía hacia sus ojos, avergonzada. Se deshizo de su camisa en un dos por tres. Noté una leve capa de sudor esparcida por su abdomen, logrando hacerle ver más perfecto. Me estremecí al pensar que era yo quien lo ponía de esa forma. Manteniendo el contacto visual, subió de nuevo a la cama, me tomó por la cintura y me recostó suavemente. Sus ojos quedaron tan cerca de los míos que mis pestañas podrían rozar sus pupilas en cualquier momento. Descendí mi mirada hacia sus labios, ese par de carnosos y rosados labios tan adictivos e hinchados que me habían hecho caer bajo sus encantos de forma tan rápida y satisfactoria. Y me besó, casi como adivinando mi deseo máximo... en la vida. Fue prolongado, pero suave, delicado, perfecto, casi como diciéndome que ya era el momento.

Sus caderas se menearon hacia adelante, y volví a sentir su erección presionando mi sexo por encima de nuestra ropa interior. Ugh, cómo me estaba hartando tanta ropa. Subi mis manos a su cuello, pretendiendo jamás alejarlo de mí. Sus manos bajaron hasta el elástico de mis bragas y, sin darle más vueltas, las bajó, para luego arrojarlas con el resto de la ropa. Gemí al sentir uno de sus dedos apretar contra mi clítoris antes de subir sus manos hacia sus bóxers y deshacerse de ellos también. Su erección creció al ser liberada y me sentí en el punto máximo de excitación.

-Abre las piernas, nena-susurró con voz muy grave, casi irreconocible.

Le hice caso apenas, puesme sentíia débil. Flecté mis piernas abiertas y tensé mis dedos en el edredón de la cama, esperando a la embestida. Saeng tomó su miembro con sus largos dedos y comenzó a frotar de arriba hacia abajo, justo antes de dirigirlo a la entrada de mi sexo. Grité del placer una vez que entró despacio, suave y lento. Mierda. Sus manos se posicionaron en mis caderas y se inclinó hacia mi cuerpo, logrando que toda su erección entrara en mí, hasta tocar un punto que no tenía idea que existía hasta hace unos segundos. Agitó su cuerpo más rápido, con ambos impacientes por obtenernos. Nuestros alientos fueron mezclados llenos de desesperación en un beso profundo, con nuestras lenguas luchando y nuestros cuerpos uniéndose. Las embestidas iban en aumento de velocidad y en cantidad. Cada vez eran más, con cada una llenándome de satisfacción, agregando muchas más sensaciones. Era realmente impresionante la manera en que Heo Young Saeng me hacía morir en el buen sentido de la palabra -si es que tenía un buen sentido-.

-Agh...-y llegué al bien merecido orgasmo.

-Mh...-y Saeng llegó también.

Y se tumbó encima de mí. Y sentí la necesidad de decirle que lo amaba. Y, sin embargo, no lo hice. No me iba a arriesgar a perder todo esto.

Filosofía de Amar, Heo Young SaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora