Capítulo 37

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Maratón 2/3

¡Agh, que rabia! Odiaba a Saeng. Sí, lo odiaba; así tal cual. ¿Qué diablos digo? Por más que repitiera esa mentira en mi cabeza, jamás terminaría por creerla. Hasta el lado  cuerdo me susurraba que en verdad yo... yo lo amaba.

No sé cuánto tiempo estuve sentada en una de las bancas del patio. No tenía conciencia de nada más que Heo Young Saeng. Sus peculiares ojos, sus singular sonrisa, sus perfectos oyuelos, su interesante personalidad... Dios, no sabía qué hacer con mis propios pensamientos. ¿Había razón para quererlo tanto?

-_____-habló una voz delante de mi mirada perdida en los cordones de miz zapatillas. 

Alcé la cabeza, hallando a Hyun. Sus ojos miraban de forma sincera y bonita. Parecía bastante arrepentido de algo. Sentí mi corazón encogerse  repentinamente. Quería llorar en su hombro, al menos una vez más. Ni siquiera me esforcé en esconder un puchero al momento de ponerme de pie y rodear mis brazos alrededor de su torso. Y lloré. Millones de gotas saladas comenzaron a recorrer mis ruborizadas mejillas. Sollozaba, ahogaba los gritos en su camiseta y sentía mi pecho subir y bajar sin presión alguna.

Necesitaba tanto un abrazo. Necesitaba un abrazado de mi mejor amigo. No entendía por qué todo esto me estaba afectando tanto, cómo era es que me enamoré de Saeng tan rápido. Necesitaba que, al menos, una persona me escuchara, aún cuando supiera que sufriría luego. Sus manos sostenían la parte posterior de mi cabeza, acariciando mi cabello. Sus labios susurraban un ''todo está bien'' que ambos sabíamos que no era cierto. ¿Qué estaría bien?

-Nada estará bien-sollocé aún con mi rostro plasmado en su pecho-. Hyunnie, yo lo amo.

-Lo sé, _____, lo sé...

-Necesito tanto tu apoyo. Los necesito a ambos-confesé sollozando-. No te haces una idea de cuánto lo amo. Como tampoco te la haces de cuánto daño me haces al provocar un problema tan grande. 

-Lo lamento-se limitó a decir. El silencio era tremendo. Era como si nadie más estuviera cerca, y, en efecto, nadie lo estaba. Besó la parte superior de mi cabeza y una última lágrima se hizo paso por mi ojo izquierdo-. En serio lo lamento, princesa.

Suspiré. Mi pecho estaba completamente liberado de la tensión que había mantenido por un par de semanas. Abri mis hinchados ojos y centré mi mirada en algún punto vacío del campus. No dejaba de pensarlo. No podía olvidar su expresión hace un par de horas: su ceño fruncido, su mirada dolida... Ugh, es tan perfecto. Eso dolía. Y a él no le importaba. Quizás ni siquiera pensaba en mi tanto como yo pensaba en él.

-¿Qué te parece si hoy pasamos por ti a eso de las siete?-preguntó alejando nuestros cuerpos e interrumpiendo mis pensamientos.

-Mh, me parece buena idea-me encogí de hombros, desganada.

-Oh, vamos, es viernes. ¡Hay que hacer algo!-me animó removiendo mis hombros entre sus dedos largos.

-Ya, ya...-reí apenas-. Me parece bien.

-Creo en tu promesa-alzó su meñique delante de mis ojos.

-Ya está hecha-susurré entrelazando el suyo con el mío.

Filosofía de Amar, Heo Young SaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora