Bebí el último sorbo de jugo y acabé de comer. Todo en silencio. No sabía qué decirle a Saeng. No sabía cómo responderle sus palabras. De seguro a todas les decía que le gustaban sus sonrisas. Alcé mi vista hacia Youg Saeng y lo hallé observándome. Algo se revolvió dentro de mi estómago, y estaba segura de que no era el huevo frito.
-Permiso-me puse de pie-. Estaba muy rico.
Acomodé la silla nuevamente y partí mi rumbo de vuelta a la sala. Por la ventana pude notar que el día ya estaba mucho más claro que hace una hora atrás, que había sido el tiempo que había estado en cada de Saeng. Me acomodé en el sillón y me incliné a tomar el control remoto que yacía en la mesa de centro hecha de roble. No había nada en esta casa que costara menos de mil libras esterlinas, estaba segura. Una gra mano se adelantó a mis acciones y quitó el control remoto de entre mis dedos.
-¡Hey!-protesté.
Young Saeng se burló y agitó el control frente a mí. Me puse de pie e intenté seguirlo, si embargo teía una gran ventaja sobre mí a causa de sus largas piernas. Sus brazos se extendieron hacia mí, ofreciéndome el aparato. Lo intenté obtener, pero volvió a alejarlo de mí. Dí un grito de irritación y corrí tras él, alrededor de todo el sillón. No me estaba haciendo ni una pizca de gracia, y al parecer, verme así era la máxima diversión de Saeng. Por más que intentaba alcanzarlo, me rehuía de nuevo.
-¡Young Saeng, dame el control!
-¿Las palabras mágicas?-rió deteniéndose al extremo contrario en que yo me encontraba.
-Dame el control, carajo-musité entre dientes.
-¡No, te equivocaste!-rió divertido, mientras me apuntaba con uno de sus largos dedos
-¡Argh, te odio!-grité
Me volví al sillón y me senté. Fruncí el ceño mientras que me cruzaba de brazos, esperando a que Saeng me devolviera el control. Yo sólo quería ver TV y ni siquiera eso me dejaba hacer en paz. Lo observé acomodar su cabello y se tiró a un lado de mí.
-¿Por qué eres tan infantil, _______?-dejó escapar una risita
-Porque tengo ocho años menos que tú, ¿lo entiendes? Merezco ser infantil.
Wow, ocho años, viéndolo así, eran muchos. Saeng no los representaba, pero los tenía al fin y al cabo. No pude evitar soltar una risa de sorpresa y una negación por parte de mi cabeza.
-¿Qué sucede?-preguntó
-¿Te das cuenta?-lo miré
-¿De qué?
-De todo. De la diferencia de edad, de tu novia, del hecho de que seas mi profesor de filosofía.hice una pausa y suspiré-. A veces siento que ya no puedo seguir lidiando con este juego.
Observé cada punto y perfección de su rostro. Sus ojos tomaron el brillo particulas; ese que me hacía sentir que estaba con otro Heo Young Saeng. Uno más joven. Uno que me hacía sentir que me quería, al menos un poquito. Resopló-
-¿Soy ta malo demostrándotelo? _______, me encantas. Me encantas con tus rabietas, con tus llantos, con tu orgullo-sus manos atrajeron mi rostro más cerca del suyo-. Me gustas mucho, y lo último que quiero hacer es dejarte ir.
Quería llorar. Llorar por todo lo que acababa de decir. Necesitaba estar segura de que era así, pero temía econtrarme con una verdad muy distinta. Después de todo, estaba Tiffany detrás de todo esto. Removí sus manos de mi rostro y las tomé entre las mías.
-Será lo último, Saeng, pero sigue estando en la lista.
Bajó la vista hasta nuestras manos y sentí su agarre aferrarse aún más. El calor de sus manos me sentir protegida. Vi una pequeña sonrisa en una de las comisuras de sus labios y volvió a mirarme. El brillo e su mirada era cada vez más intenso.
-¿Ignorarías esa lista por un momento y me harías el honor de besarte, _______ Merrick?
Y no pude aguantar más. Nopodía ser fuerte, ni menos con él frente a mí. Sonreí y tomé su rostro entre mis manos. Jamás lo había sostenido de esta manera. Lo contemplé. Sus ojos perdidos en mis labios y los míos perdidos en los suyos. Lo necesitaba tanto. Y lo besé. Un beso corto, sencillo, pero real. Al menos yo lo sentí así. Sus ojos me hacían sentir que era real. Que él era real. Sus labios no resistieron por tato tiempo, y los abrió para obtener a los míos como rehenes. Sus manos en mis mejillas y mis manos en sus mejillas. Su lengua buscó la mía y comenzaron su intensa y exquisita lucha una vez que la halló. No puse resistencia. Era tan o mucho más adictivo que el chocolate de menta. Cada beso que depositaba e mis labios y cada intesidad que ponía al asunto me hacían morir lentamente. No era capaz de creer con quién estaba y quién era la persona que me hacía sentir tanto en poco tiempo. Sus manos bajaron hasta mi cintura y, sin alejar nuestros labios, me sentó frente a él en su regazo. Ubiqué cada pierna a un costado de las suyas y dejé que sus brazos me apegaran lo más posible a su pecho, el cual me permitía sentir un pulso completamente agitado y acelerado. Subí mis manos hasta su cabello y jalé su cabello, logrando que un gemido por parte de Saeng aterrizara en mi boca. Lo hallé. Eso era lo que Saeng amaba y hacía que dejara salir esos guturales y placenteros sonidos que me fascinaban. Los jalé de nuevo y volvió a emitir ese ruidito tan excitante. Dos segundos después sentí algo endurecerse entre mis piernas, y sabía perfectamente de que se trataba. Las grandes y tibias manos de Saeng bajaron hasta el borde de mi camiseta e itridujo sus manos. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza al sentir sus manos acariciado mi cintura por debajo de la prenda. Mi cuerpo helado era poseído por sus manos y mis hormonas se estaba revolucionando nuevamente. Apretó mi cintura con más fuerza y mi cuerpo presionó la protuberancia de sus pantalones. La tentación de frotarme contra su erección era máxima; tanto que terminé por obedecer mis impulsos. Moví mis caderas de adelante hacia atrás, chocando cotra la entrepierna tensa de Saeng, quien no dejaba de gemir contra mis labios. No podía con tanta excitación. Ni él ni yo. La atmósfera estaba llena de calor, nuestros gemidos hacían eco en la sala y sentía que la ropa no debería estar en mi cuerpo por mucho más tiempo. Deja rastros de sus besos por mi mejilla hasta mi cuello y da un mordisco. Gemí en su oído. Un pequeño grito agudo logró que sus besos se hicieran más intensos. Mis dientes capturaron el lóbulo de su oreja y mientras más besaba mi cuello, más fuerte lo mordía. El sentir sus manos bajar hasta mi trasero mi hizo gemir nuevamente. Cada mano cubría cada glúteo y lo apretaba con fuerza, haciendo que nuestros sexos chocaran y se aprisionaran mutuamente.
-Saeng... Saeng... -susurré a su oído-. Saeng, te deseo mucho... te deseo mucho dentro de mí.
Y lo dije. Y no me arrepentía. Y no creo que lo haga. Jamás. Porque a pesar de ser un verdadero idiota y de yo ser una bipolar de mierda, lo amaba. Lo amaba tanto como para soportarlo por mucho tiempo; por toda una vida, y por dos más. Quería que fuera mío... al menos un día. Sus manos se centraron rápidamente en mis mejillas y me apartó lo suficiente como para mirarme a los ojos. Sonríe sorprendido y me besa fugazmente. Aferré mis manos a su cuello al momento en que sus manos me tomaron por los muslos y se puso de pie. Mis piernas se aferraron a sus caderas y sus manos quedaron en mis nalgas una vez más. Lo volví a besar una vez que emprendió el camino hacia las escaleras. No podía dejar sus hinchados labios en paz. Los quería. Los necesitaba. Y lo poseía. El pie de Saeng se encargó de abrir la puerta de su habitación y caminó hasta el borde su amplia cama.
-¿Me sigues deseando?-susurró.
-Siempre-susurré de vuelta.
Con toda la delicadeza me recostó justo al medio del colchón. Su cuerpo se quedó de pie mientras se deshacía de su camisa. La lanzó a algún lugar de la habitación y me sonrió. Mordí mi labio inferior con fuerza y nervios. Volvió a gatear hasta mí y sus manos quedaron a cada costado de mi cabeza, mientras que sus piernas se situaban a los costados de las mías. Besó la punta de mi nariz y sentía calmarme. Ya nada más me importaba. Yo quería tener sexo con Saeng.
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Filosofía de Amar, Heo Young Saeng
Fanfic_____ Merrick es una estudiante de diecisiete años. Mantiene una vida bastante normal junto a sus amigos Hyun Joong, Kyu Jong, Min y Jun, hasta que ingresa un nuevo profesor de Filosofía: Heo Young Saeng. Un joven apuesto, coqueto e irritante, según...