Capítulo 14

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Nada parecía tener entretención. Mis ojos pesaban, los de Saeng pude notar que no estaban mejor que los míos. Hacer un proyecto, sea con quien sea, era lo último que desearía hacer en mi vida. La campana aún no sonaba, así que teníamos que estar aquí al menos otra media hora más.

-No aguanto-resoplé poniéndome de pie-. Estoy muerta de aburrida.
-¿Ahora entiendes lo que es ser un profesor?-preguntó alzando los brazos.
-Pues nadie te obligó a serlo-me encogí de hombros.

Lo observé ponerse de pie y caminar unos cuantos pasos hasta quedar frente a mí. Su altura me intimidó un poco, pero no dejé que lo notara. No quería que su ego se volviera más poderoso. Si es que se podía. Sonrió levemente.

-Siempre tienes la razón, _____-rió.
-Lo sé.
Ignoré por completo sus manos intentando subir a mis caderas y di media vuelta con intención de salir del salón. Esperaba con todo mi corazón que Young Saeng me siguiera, sin embargo no quería hacer el hecho tan obvio.

-¡Espera!-exclamó. Mi cabeza ardió nuevamente.
Di media vuelta y apoyé mi mano en el pomo de la puerta, esperando a que algo saliera de sus adictivos y perfectos labios. Caminó hasta mí con una carpeta en la mano y me la tendió.
-Llévate esto y termínalo en tu casa-dijo.
Puse los ojos en blanco y tomé, irritada, la maldita carpeta. En el lío que me había metido. Todo por haber llegado tarde al colegio. Saeng comenzó a reirse estruendósamente, con una pizca de burla. Lo asesiné con la mirada.
-¿De qué te ríes, Heo?
-¿Pensaste que te salvarías de esta, _____?-sonrió de dentadura completa y luego dio último paso, logrando que mis pechos y su pecho quedaran completamente juntos-. ¿O pesaste que quería follar contigo?
-Viniendo de ti no me sorprendería-hablé aparentando que no me importaba su cercanía.
-¿Por qué tan enojada,___?-susurró.
-Es el dolor de cabeza, nada más-esquivé su mirada.

Sus manos comenzaron a rozar mis muslos delicadamente hasta llegar a mi cintura. Volví a mirarlo al sentir presionar su agarre contra su cuerpo. Sus ojos no habían abandonado mi rostro. Seguía observándome de la forma más candente que haya visto. Acercó su rostro y depositó un corto beso en mis labios.

-Yo sé cómo remediar eso-susurró aún en mi boca.
No esperó mi respuesta y entrabrió mi boca junto con la suya. Húmedos y tibios besos fueron dejados en cada centímetro de mis labios. Su aliento se perdía dentro de mi boca y chocaba con mi lengua, que jugaba impaciente contra la de Saeng. Su lengua salió de mi boca y comenzó a dejar rastro por mi mejilla hasta mi cuello. Se detuvo ahí. Él sabía lo que ocurría cuando sus labios labios atrapaban mi débil piel. Gemí sin querer, provocando que los besos fueron en aumento de pasión. Llenos de deseo y lujuria, como cada vez que nos besábamos. Sus manos soltaron mi cintura, pero yo no me separé ni un centímetro. Quería sentirlo aún más cerca. Comenzó a palpar mis caderas y la rodeó para bajar a mi trasero. Apretó fuertemente y jadeé en su oído. Supe que lo había excitado, pues sentí el bulto duro entre nuestras piernas. El caer de la carpeta al suelo me dio libertad de subir mis manos por su torso hasta llegar a su nuca y terminar en su cabello lacio. Mientras los labios de Young Saeng seguían recorriendo todo lo que yo le había dejado disponible, mis dedos jalaban inconscientemente su cabello, haciéndolo gemir en tono ronco y excitante. Se alejó de mi cuello y volvió su vista hacia la mía. Sus manos también se apartaron de mis nalgas y comencé a asustarme sobre qué había salido mal. No te detengas, Saeng. Sonreí satisfecha en el momento en que mis pies se alejaron del suelo por producto de las manos de Young Saeng en mis muslos, los cuales se rodearon en sus caderas segundos después. Ahora estábamos a la misma distancia, y eso me fascinaba. Volvió a besarme en los labios, mordiendo el interior de vez en cuando. Con algo de dificultad me llevó hacia el escritorio. No dejé de besarlo en ningún momento. Sentir su caliente lengua explorando el interior de mi boca me hacía jadear hasta más no poder. Me sentó en el escritorio y él se quedó de pie entre mis abiertas piernas. Subió sus largos dedos por dentro de mi blusa y tocó mi ardiente abdomen.

-Estás caliente-susurró en mis labios.

Le respondí con un beso mucho más apasionado de lo que alguna vez le di. Mordí su lengua dentro de mi boca y comencé a lamerla como si se tratara de cualquier cosa, menos una lengua. Un gemido volvió a salir de sus labios, terminando con los míos. Di un grito ahogado al sentir sus manos en mis pechos. Lo único que lo separaba de mi piel, era mi bra. Quería que se deshiciera de este de una maldita vez, pero no podría hacerlo así de fácil. No podría verme tan zorra. Los apretó y comenzó a hacer círuclos con éstos, hasta que los dejó de tocar y sacó sus manos del interior de mi blusa para llevarlas al borde de la misma. Sabía lo que quería hacer, así que callé el lado cuerdo de mi cabeza y alcé los brazos, dándole la disposición de deshacerse de la prenda. La jaló lentamente y la tiró al piso, justo a un lado de la carpeta. Sonrió ante la vista que le dejaba disponible. En un rápido y caliente movimiento me levánto nuevamente en sus caderas y nos llevó al suelo. Sus manos se encargaron de recostarme suavemente a un lado del escritorio y lo observó quitarse su camiseta. ¡Dios, que cuerpo! Empujó mis piernas a los costados y se recostó en estas, cargando su peso en sus manos, las cuales yacían a los costados de mi cuello. Gemí ruidosamente al sentir cómo acomodaba ese preciado bulto en mi feminidad. Desgraciadamente, ambos seguían con los pantalones. Bajó su cabeza hasta mi cuello y lo mordió fuertemente.

-Saeng-di un grito susurrando mientras curvaba mi espalda.

Bajó sus besos hasta el principio de mis pechos y comenzó a lamer de forma lenta y desesperante. Dejó rastros de su lengua en cada lugar que el sostén no estaba cubriendo. Aferré mis manos a su cuero cabelludo y volví a enredar mis dedos en su suave cabello. Antes de que me diera cuenta, ya se había encargado de bajar ambas correas de mi sostén y comenzando a besar mis hombros. De los hombros pasó al cuello, y del cuello, de nuevo al principio de mis pechos. Sus manos fueron de todo, menos delicado al comenzar a bajar una parte del sostén. La brisa recorrió cada lugar de mi pecho descubierto, centrándose en mi duro pezón.

-Dios-susurró Saeng al lograr su cometido con todo el sostén, bajdnolo hasta por debajo de mis pechos.
Su lengua cálida se acercó en silencio hasta mi pezón derecho y lo mordió suavemente. Mi espalda volvió a curvarse y mis labios dejaron salir el nombre de Saeng. Su pulgar se encargaba de jugar con mi otro pezón al momento en que la lengua de Saeng no dejaba de darme placer en mis senos. Se encargó de dejarlos ambos húmedos de su saliva antes de volver a besarme sin dejar de tocar mis pezones. La mezcla que hacía sus manos tocándome y sus besos volviéndome adicta era demasiado para mí. Sentía que llegaría al orgasmo sin siquiera estar completamente desnuda, y sin siquiera haber tenido relaciones nunca antes.

-Young... Saeng-susurraba sin respuesta de su parte-. Debo... Debo irme.
-No...-murmuró aún con sus labios plasmados a mi cuello.
-Saeng por favor-supliqué a punto de llorar. Nunca había pasado por emociones tan fuertes como las que Young Saeng me producía.
-¿Estás bien?-preguntó alzando su cabeza hacia la mía.
-No-negué débil-. Debo irme.
-¿Qué ocurre?-su tono parecía muy preocupado.
-Yo no... Young Saeng, no puedo.
-Okey...-susurró poniendosé de pie.

Me tendió una de sus manos y la tomé sin pensarlo dos veces. Quedé a centímetros de su rostro. Me fijé en su frente sudorosa y en sus labios rojos e hinchados. Sonreí algo apagada. Odiaba habernos dejdo así de encendidos, pero no quería perder mi virginidad en una sala del colegio.

-Lo siento-musité sin mirarlo, mientras me arreglaba mi sostén de vuelta a su lugar.
-No, está bien-sonrió-. Creo que... yo lo siento.
-Adiós-besé fugazmente sus labios una última vez y corrí por mis cosas. Me puse la blusa, tomé la carpeta y salí del lugar.

¡Wow, qué momento más excitante y prendido! Sin embargo, me sentía tímida y nerviosa. Nadie me había tocado antes, ni menos de la forma en que Saeng lo había hecho. Lo necesitaba tanto y recién ahora lo empezaba a notar.

Filosofía de Amar, Heo Young SaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora