Capítulo 47

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La pasajera luz amarilla y tenue que venía desde afuera de la casa me hizo reaccionar. Alcé la vista del vaso de agua con azúcar que Dan me había dado hace ya una hora y algo más -aproveché de contarle casi todo lo que habíamos vivido hasta ahora Saeng y yo- y observé a éste ponerse de pie. Caminó hacia la ventana y corrió algo de la cortina en forma sigilosa.

-Es un auto negro-dijo volteándose hacia mí-. Parece bastante descuidado.

¿Auto negro? Mierda, Saeng. Dejé el vaso encima de la mesita de centro y me puse de pie en un impulso. Corrí hacia la ventana y me percaté de una silueta cerrando la puerta del tan echo trizas auto negro. La forma en la que la silueta ordenó su cabello me hizo saber que sí era mi Young Saeng. ¡Oh, gracias al cielo, está bien!

-¡Es él!-di un grito ahogado antes de correr hacia la puerta.

Salí de casa, sin importarme que el suelo estuviera congelado y yo sin zapatillas. Su auto estaba estacionado en diagonal, usando todo el jardín. Sí, estaba bastante ebrio. Pero estaba aquí, a frente mío. Corrí hacia él y rodeé su cuello con mis brazos. su perfume embriagador ahora estaba mezclado con un par de Coronas.

-Oh, Dios, Saeng-sollocé en su pecho.

Sus manos se acomodaron en mi cintura y sus dedos la acariciaban lentamente. Su toque era suave y tierno. Lo sentí inhalar en mi cuello, logrando que mi cuerpo se estremeciera. Me separé unos centímetros de su cuerpo y tomé su rostro entre mis manos. Oh, Dios. Su cabello estaba húmedo y sucio, sus ojos rojos explotarían si estuvieran más hinchados, tenía cortada justo en el tabique de la nariz y dos más por debajo de la comisura izquiera de sus labios rosados. En su pómulo se mantenía una mancha roja, que quizás mañana se convertiera en un gran moretón. Oh, pobre de mi Heo Young Saeng. Hizo una mueca, simulando una sonrisa, y mis lágrimas siguieron cayendo sin piedad.

-____...-susurró.

-Saeng, ¿qué ocurrio?, ¿estás bien?, ¿cómo pudiste llegar?, ¿estabas llorando? ¡mierda, dime algo!

-Lo siento, lo siento, _____. Lo siento tanto, en serio. Yo... yo no te merezco. Arruiné tu vida, perdóname... Yo...

-Basta de estupideces Heo Young Saeng-le interrumpí-. Dime de una puta vez qué fue lo que te pasó.

-No sabía por dónde estaba yendo-bajó la vista, aún sin soltar mi cintura-. Tuve ese accidente por ti.

-¿Por mí?-exclamó-. ¿Me estás culpando de tu idiotez?

-No, no, mi amor...-esperen, ¿qué dijo?-. Fue mi culpa.. por pensar en ti no pude ver bien la ruta que estaba tomando y me fui en dirección contraria, como siempre. Y, ugh, un camión venía justo hacia mí.

-¿Y cómo es que estás bien?

-El camión alcanzó a virar... un poco. Y... y, y pudo no darme justo en la cara, pero la bolsa de aire se activó de todas formas. Doblé hacia el camino de tierra aun sin ver y el auto se detuvo en medio de unos arbustos... y me salvé. No... no lo sé, no sé cómo puedo estar vivo, aquí.

-¿Qué hay de todos esos cortes y heridas?-recorrí su rostro con mis ojos.

-Los obtuve al salir del auto y, bueno, las malditas ramas dañaron mi cara y luego me golpeé con la puerta de esa mierda. No me importó: hice lo que pude para no perderte.

¿Perderme?-fruncí el ceño.

-_____, yo me estoy... yo me estoy enamorando de ti.

Un nudo en mi garganta apareció como por arte de magia. Todo comenzó a verse más borroso, pero no permití que cayera aquí en frente de él. Intenté suprimir la presión de mi pecho y abrí la boca para decir algo, sin embargo, nada salía de ella.

-No...-logré articulizar-. No, tú estás ebrio. Será mejor que te vayas, Saeng.

Intenté zafarme de su agarre, no obstante, sus brazos me atrajeron mucho más a él con fuerza. Suspiró en mis labios. su aliento era alcohol puro, aunque seguía siendo igual de delicioso por el simple hecho de venir desde su boca.

-No me pidas que me vaya, por favor-dijo con voz temblorosa-. Lo único que quería era verte.

-Y ya lo hiciste-logré separarme por completo-. Necesito que te vayas ahora.

-Por favor, _____. No tengo dónde quedarme. Me fui de casa, no creo que vuelva más que para buscar mis cosas.

Nuestras miradas se conectaron en la profundidad de nuestros ojos. El sincero brillo de los suyos resaltaba a la luz de la redonda luna de madrugada. No me podía negar a esas súplicas tan reales. Lo sentía tan débil. Realmente podía sentir que me necesitaba, y yo no le arrebataría su deseo en este momento. Yo lo amaba y no dejaría jamás que sufriera, aunque él me hiciera un daño tremendo. Sé que él no lo hacía con intención. O era eso lo que yo quería creer. De cualquier manera, yo lo necesitaba de igual forma. Me estaba haciendo mucha falta, incluso cuando lo había visto hace un par de horas solamente.

-Dormirás en el sillón-me resigné a decir. 

Filosofía de Amar, Heo Young SaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora