Capítulo 46

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Pegué un salto al sentir el maldito timbre de mi celula sonar. Abrí los ojos de un golpe y noté que la tele ya estaba apagada y me encontraba en el sillón, a un lado de Danny, cubierta por una manta. Busqué mi celular entre mis bolsillos y lo tomé. Reconocí nuevamente los números -creo que debía agregar a Saeng a mis contactos de una buena vez- y me puse de pie para contestar.

-¿Hola?-susurré mientras caminaba hacia el ventanal que me conducía al patio trasero.

-____, ¿estás despierta? Necesito escucharte-Saeng arrastró notoriamente las palabras, dándome a entender que estaba muy ebrio.

-¿Young Saeng, estás ebrio?-hablé más fuerte, pues ya me encontraba en el patio.

-No, no... estoy bien, ____ Merrick.

-¿Dónde estás?

-No lo sé... Siento que todo me da vueltas.

-Dios, Heo, me estás asustando.

-____, te quiero, ¿lo sabes?

-Sí, sí, sí lo sé...-me estaba asustano el rumbo de esta conversación.

-¿Por qué me haces esto?, ¿por qué eres tan perfecta?, ¿cómo te pude hacer tanto daño? ____, eres todo lo que quiero...

-¡Young Saeng, de qué mierda hablas!-mi voz se quebró inevitablemente.

-Terminé con Tiffany.

Me quedé en silencio, y Saeng también. Lo único que podía escuchar era su agitada respiración al otro lado del celular. Terminó con Tiffany. Eso era algo bueno, creo. ¿Por qué tantos lamentos?, ¿por qué su voz se entrecortaba, como si estuviera llorando?

-¿Eso es algo malo?-me atreví a preguntar.

-Es malo, ____. Yo... yo jamás debí tener sexo con ella. Te veía a ti en sus suspiros, con cada acción eras tú quien pasaba. Yo... yo...

-Saeng, dime dónde estás-sollocé-. Te iré a buscar.

-¡No sé dónde estoy, joder! Tuve un puto accidente.

-¿Qué? Carajo, Young Saeng, ¿estás bien? Mierda, ¿qué pasó?

-Estoy bien, hermosa. Sólo estoy perdido, solo, acabado. Te necesito, _____-

-¡Young Saeng, basta! No sabes dónde estás, ¿cómo mierda quieres que te ayude?

-Sólo di que me amas. Di que en serio me amas..., y te juro que jamás volveré a dañarte. Dime que me amas, por favor-sollozó-. Es lo único que necesito para recuperar la cordura.

Mis piernas flaquearon al instante. Mi corazón estaba a mil por segundo. Mis ojos dejaron libres a montones de lágrimas. Por un segundo creí que me iba a demayar.

-... Estás más ebrio de lo que pensé-mis palabras eran temblorosas-. No sabes lo que dices, Saeng.

-Por favor, _____, di que me amas... que me amas como...

Se queda en silencio. Todo el ambiente se tensa más de lo que estaba. Estaba alterada y tenía el corazón en la garganta.

-¡Young Saeng, háblame!

-Ugh, iré a verte ahora. Tengo que saber cómo llegar a ti-y finalizó la llamada.

La puta madre. Mierda, ¿qué iba a hacer ahora? Las lágrimas no cesaban; al contrario: se hicieron muchas más. Tenía toda una cascada de putos sentimientos en mis mejillas. Lancé mi celular lo más lejos que pude, y me importaba un carajo si se hacía trizas. Yo sólo quería que Saeng estuviera bien. Me dejé caer en mis rodillas y lloré como hace tiempo no hacía.

Cubrí mi rostro con mis manos e intenté descargarme lo más que pude. No lo comprendía. ¿Por qué me hacía esto? Él no se daba cuenta de cuánto lo había llegado a amar en apenas dos semanas. ¿Por qué me hacía sufrir de esta manera? ¿Y por qué, de algún modo, no podría enojarme con él?

Filosofía de Amar, Heo Young SaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora