MARATON 2/4

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EDWIN
Escucho música en la estación de radio popular, mientras conduzco a un hospital, el hospital donde (espero) Alma trabaja, la hija de Nana, según el investigador privado que contrate aquí trabaja una persona de la casa hogar donde estaba Alma, y todo coincide, solo me queda comprobar algo: el lunar en forma de corazón en la espalda.

Llego a aquel hospital lleno de mujeres, al parecer este es un hospital donde se especializan en abortos...

Voy con una enfermera-recepcionista quien al verme me sonrie.

-Buenos días caballero-dice la joven

-Buenos días, ¿Se encuentra la enfermera Alma? -digo

-Claro que si, pero se encuentra en cirugía, ¿porque no la espera?, su descanso es en media hora-dice la joven

-Muchas gracias -digo

Me dirijo hacia unas sillas que están pegadas ala pared, aun lado de mi pongo la caja que nana me pidió entregar a su hija.

Media hora esperando en este lugar...

Suspiro, que pereza esperar en un hospital. Miro a mi alrededor, hay muchas mujeres jóvenes junto con sus parejas, algunas vienen con un hombre ya mayor, otras acompañadas de otras mujeres y otras simplemente solas...

Miro a direccion donde estaba la recepcionista, ahí esta una joven de espaldas... Creo poder reconocerla... Es la que cree que soy un sacerdote, sonrío ante la causalidad, siempre me encuentro con esta mujer...

Un momento... Esta mujer hace un par de días me comento que estaba embarazada y ahora esta en este lugar...

Aquella mujer camina para sentarse en otras sillas, se mira realmente agobiada, suspiro y me levanto para ir en su dirección.

Llego y me siento a un lado de ella, ella ni siquiera mira por solo tocar su estomago.

-Creo que alguien me esta siguiendo -digo

Ella me mira confundida y da un brinco.

-¡Padre!, ¿Que hace aqui?-dice confundida

-Estoy de visita... Pero creo que estoy un poco nervioso...

-Todo saldrá bien padre-dice con una sonrisa de lado

-gracias... y usted?, ¿Que hace aqui?-digo

Ella agacha la mirada triste.

-No puedo tenerlo-dice con una lagrima recorriendo su mejilla

-¡Claro que puede tenerlo!

-No puedo hacerle esto al padre del bebé-dice

-pienselo mejor, esto no es algo que se pueda corregir después-digo tratando de convencerla

Ella limpia su lagrima y me mira con media sonrisa.

-Padre, ¿puedo pedirle un favor? -dice

-Claro-digo

-¿puede rezar conmigo?

-¿Rezar?-digo tartamudeando

Por un momento pensé  en confesarle todo, que en realidad yo no soy ningún sacerdote ni nada por el estilo, es mas ni siquiera se persinarme adecuadamente, pero esos ojos... Esos ojos cristalizados me miraban fijamente, no me puedo negar.

-Cl-claro -digo nervioso

Trato de hacer esas señas que hacen las personas que rezan, pero lo hago torpemente y trato de que ella no se de cuenta, pero tarde ella solo me mira fijamente. Rio nerviosamente.

Enamorándome de mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora