(7) Veneno

17.4K 809 47
                                        

Despertar en sus brazos siempre me hacía feliz. Podía tener el peor día, pero esos brazos provocaban que olvidara todo; aun cuando tenía presente que mi tristeza repentina era por el sinnúmero de preguntas que quería hacerle.

"Buenos días, mi reina" me decía Orlando en el oído, sin notar que ya estaba despierta.

"Buenos días, mi amor" no pude evitar la enorme sonrisa en mi rostro mientras me volteaba y lo besaba.

"Me preocupaste mucho ayer" reclamó este dulcemente mientras tocaba mi rostro con sus dedos.

"Discúlpame, te prometo que no volverá a ocurrir" respondí mientras lo sorprendía con un dulce beso.

"Qué lástima que no nos podemos quedar aquí todo el día. De todas formas, el fin de semana será para nosotros; sin ningún tipo de interrupción" podía notar la felicidad que este sentía; en realidad, era recíproca.

"No puedo esperar..." dándole un último beso, me levanté de la cama y caminé hacia el baño. Mirando el reloj a mi paso, me di cuenta de que no había tiempo para demostraciones de amor a esta hora. No sería muy lógico que ambos llegáramos tarde; teníamos que cuidarnos muy bien.

"Te veo luego" le sonreí desde la puerta de mi baño, cerrando esta a mi paso.

Como siempre, sabría que una vez saliera de aquí, ya Orlando no estaría en mi habitación. Por qué todas estas preguntas me rodeaban? Por qué ese hombre con el simple hecho de dormir a mi lado, hacía que me olvidara de todo el dolor? Porque en realidad, anoche no ocurrió nada entre nosotros, simplemente dormimos.

"Y esa sonrisa?" preguntó Jean una vez salí a la cocina.

"A caso una mujer no puede sentirse feliz? Cómo te sientes hoy?" cuestioné mientras me servía una taza de café.

"Me siento mucho mejor. Aunque pienso que me quedaré hoy aquí; aun siento el efecto del medicamento. Noté que el Señor O salió hace unos minutos de aquí..." Jean me miraba, como si estuviese esperando una contestación.

"Sí, no sé a qué hora llegó anoche. Dormí bien en sus brazos..." la sonrisa se hacía cada vez más grande en mi rostro, "y antes de que se me olvide, este fin de semana no estaré aquí."

"De viaje con el Señor O?" este levantaba la ceja mientras me hacía la pregunta.

"Una conferencia muy importante" dije entre risas.

"Natalia...pensarás en lo que hablamos ayer? Hablarás con él?"

"Aun no sé, Jean. Las cosas iban tan bien entre nosotros. En realidad, estoy acostumbrada a esto...pero...no sé si quiera estar toda mi vida así..." mi sonrisa inmediatamente comenzó a desvanecer.

"Mi vida, no te lo dije para que te pusieras triste. No tengo duda de que el Señor O te adora. Es que...tienes un futuro por delante. Orlando estará dispuesto a ser parte de este?" mi mejor amigo se acercó a mí y me abrazó.

"No lo sé Jean, y honestamente? Tengo miedo de averiguarlo."

"Nada, por el momento, disfruta el fin de semana. Ya todo se irá solucionando...Anda, vamos a desayunar. Cuéntame, y Arnaldo? Ese chico está como quiere..." en el rostro de Jean se pintaba una sonrisa, la cual mi rostro imitaba.

"No te lo puedo negar que es guapísimo. Anoche? La pasamos bien; reímos mucho con la elección de películas que trajo. Decidimos pasarte a la cama porque no podías parar de roncar..."

"Yo no ronco!" comentó este lanzándome una pieza de su pan.

"De acuerdo...Como tú digas, Jean."

Duele ser infielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora