(17) Solo con un beso

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Llegó el viernes, y con esto me sentí sumamente aliviada con el hecho de que no había tenido que enfrentar a Orlando en la empresa. Mis reportes de cómo iba Kassandra, dolorosamente para mí, se los daba a Laura. No puedo explicarles como me sentía mientras hablaba con ella.

"Mañana es tu primera cita en el doctor..." le comenté a Kassandra una vez terminé de hablar con Laura.

"Natalia, sé que mañana es sábado y es tu día libre; pero después de una semana contigo, lo maravillosa que has sido conmigo y la manera en que me has ayudado...puedo pedirte que seas tú quien vaya conmigo? Por favor?" cómo podía decirle que no a ese rostro que me traía tantos recuerdos; a esa chica que se había aferrado tanto en mí, sin saber la realidad que había entre su padre y yo.

"No tengo problemas, Kassandra. Si eso es lo que quieres, te acompañaré."

"Gracias Natalia. Me haces sumamente feliz..." respondió ella mientras me abrazaba.

"Me alegra mucho saberlo...Ahora, si me disculpas, voy a darme un baño. Arnaldo debe de estar por llegar con la cena...y con tu helado" no pude evitar sonreír ante el comentario, ya que este era el primer antojo de Kassandra y Arnaldo le prometió que la complacería.

"De acuerdo. Estaré en la habitación, escuchando música..."

Había sido una semana parecida a una montaña rusa. En la oficina, se me hacían eternas las horas, intentando no cruzarme con Orlando. En la casa, era diferente, Arnaldo nos visitaba todos los días, y Kassandra y yo habíamos creado un lazo, como amigas. Ella había confiado muchas cosas en mí, y me sentía feliz de poderla ayudar.

Salí de la ducha, vistiéndome con lo primero que encontré; unos pantalones cortos y una camisa sin mangas. Mi pelo estaba en todas direcciones pues apenas me lo había lavado, y no tenía intenciones de hacerle nada; tal vez recogérmelo en una cola.

Tocaron el timbre de la puerta, y recordando que Jean no había llegado, fui a abrirle. No tenía duda de que era Arnaldo con las cosas que había prometido. Me sentía llena de emoción por verlo...pienso que me estaba acostumbrando demasiado a tenerlo a mi lado.

Corrí hasta la sala, mientras maniobraba para recoger mi cabello. No me había puesto zapatos, pero eso no importaba. No podía esconder mi sonrisa al llegar a la puerta, pero una vez la abrí, esta desapareció de mi rostro.

"Orlando...qué haces aquí?" no sé de donde saqué las fuerzas para preguntarle; no esperaba verlo aquí.

"Natalia...vengo a ver a Kassandra..." sus ojos estaban pegados a los míos, haciéndome sentir incómoda, triste.

"La llamo enseguida..." respondí volteándome para ir a buscarla.

"Espera" dijo Orlando tomándome por el brazo, obligándome a mirarlo de nuevo, "te he extrañado...te ves hermosa..." no podía soportar ver el dolor en sus ojos; me destruía aunque intentara negarlo.

"Orlando, no podemos dar marcha atrás... Por favor, permíteme ir a buscar a tu hija" quería que me soltara, que no me dijera nada.

"Solo dime si me has extrañado...no te molestaré más..." sentí un gran alivio cuando soltó mi brazo.

"Orlando, cinco años no se olvidan fácilmente... Mucho menos a la persona... Por favor, no hagas esto más difícil. Tienes a tu familia y muchas cosas que arreglar. Yo soy en lo menos que debes estar pensando. Si me disculpas, voy por Kassandra" esta vez, comencé a caminar lo más rápido que pude, para evitar ser detenida nuevamente.

Entré a la habitación, donde Kassandra se encontraba escuchando música, mientras ojeaba una de las revistas de Jean. No pude evitar sonreír al pensar en lo bien que esos dos se llevaban; estos días con ella y Arnaldo habían sido muy gratos y bonitos.

Duele ser infielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora