(33) Esperanza

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Abrí mis ojos y me di cuenta de que estaba acostada en una camilla, una aguja en mi mano, conectada por un tubo hasta una pequeña bolsa llena de líquido. A mi lado, sujetando la mano que no tenía la aguja, se encontraba Arnaldo, con su cabeza baja, recostada en la camilla. A los pies de mi cama, estaba Jean, en otra silla, con sus ojos cerrados; demostrando ambos el cansancio inmenso que corría por su cuerpo.

No sé si fue que Arnaldo me sintió cuando moví mi cabeza, pero quedó mirándome inmediatamente.

"Qué sucedió?" pregunté antes de que este hablara.

"Te desmayaste. El doctor decidió darte unos calmantes ya que tenías tu presión un poco alta...como dijo él, muchas emociones para un solo día" Arnaldo apretaba un poco mi mano, mientras respiraba profundamente.

"No puedo evitarlo. Intento controlarme, pensando en el bebé, pero de momento suceden cosas... Qué sucedió con el bebé de Kassandra?" recordé en esos instantes el porqué me había desmayado.

"Por un instante, los doctores pensaron que lo perderían. Natalia, Joaquín está realmente delicado..." los ojos de ese hombre demostraban dolor al darme la noticia.

"Se pondrá bien, cierto?" en mi corazón guardaba las esperanzas de que así sería.

"No sabría que decirte, Natalia. De veras que fue un gran susto. Por otro lado...Kassandra aun sigue sin reaccionar...está en cuidado intensivo. El doctor me recomendó que no te dejara un instante más en este hospital tan pronto te controlaras. No será bueno para ti....mucho menos para el bebé. No puedo correr el riesgo de perderlos..." mis ojos se llenaban de lágrimas ante este comentario, y Arnaldo me copiaba.

"Te prometo que me controlaré..."

"No, Natalia. Eso has estado diciendo desde que llegamos aquí, y no lo he visto. Piensa en nuestro hijo; con el tiempo que tienes, si se te adelanta el parto, sería fatal...Por favor, Natalia, sé cuanto significa para ti Kassandra y nuestro ahijado, pero tienes que cuidarte tú también" jamás había escuchado a este hombre suplicando y les aseguró que no le podía decir que no.

"Me prometes que me mantendrás informada de todo lo que ocurra en este hospital, sin esconderme nada?" sabía que por mi bien, estos hombres serían capaces de esconder muchas cosas.

"Te lo prometo... Tan pronto salgas de aquí, iras a casa. Te quedarás una semana allí...yo te acompañaré..."

"No puedo faltar así al trabajo" mi sentido de responsabilidad jamás cambiaría.

"Ya Orlando y yo platicamos. El está de acuerdo...No podemos ponerlos en riesgo a ustedes también. Ya es suficiente con estar pendiente a Kassandra y Joaquín; no necesitamos más angustias" de acuerdo, esto era una orden y no tendría ninguna otra opción.

Y así fue, unas horas luego, el doctor me permitió irme a mi casa. Antes de salir de allí, fui a despedirme de todos. Sebastián había llegado, y se veía completamente destruido; inmediatamente fui a abrazarlo, mientras notaba que este controlaba sus deseos de llorar, probablemente le habían contado de mi episodio.

Tal y como Arnaldo me dijo, estuvimos toda la semana fuera del trabajo. Jean salía a su estudio todas las mañanas, mientras nosotros compartíamos juntos el día. Siempre con el teléfono cerca por si había alguna noticia.

"Sé que probablemente no es el momento, pero...quería hablar sobre nuestra boda. Quisiera que nos casáramos antes de que nazca el bebé" me comentaba Arnaldo, acomodándome en sus brazos para ver la televisión.

"Podemos hacer algo sencillo...ya sabes, tus padres, los de Jean, mis amigos...Cómo dices, debido a las circunstancias...Aunque seré feliz tengamos una boda enorme, o sencilla; lo importante es que será contigo" le respondí mientras besaba su mejilla, sintiendo el bebé moverse en esos momentos.

Duele ser infielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora