No salí de mi oficina en el resto del día; ni siquiera pensé en comer. Necesitaba ocupar mi mente para no pensar en la escena que Orlando me había hecho. A la vez, me hacía una nota mental para llamar a Arnaldo y agradecerle por las flores.
Miré mi reloj, y me di cuenta que era hora de marcharme; así que, tomando mi bolso, salí de mi oficina. Una vez en el pasillo, mi teléfono sonó.
"Hola" contesté mientras caminaba hacia el elevador.
"Recibiste mi sorpresa?" la voz de Arnaldo en el otro lado de la línea, provocó que sonriera.
"Están hermosas, Arnaldo. Muchísimas gracias" en esos instantes, sentí que alguien se detuvo tras de mí, esperando al igual que yo, el elevador.
"Podemos ir a tomar algo luego..." poco a poco, fui volteando la cabeza, dándome cuenta que quien estaba tras de mí era Orlando.
"Estoy por subir al ascensor, te llamo luego" fue lo único que se me ocurrió; no quería que Orlando escuchara mi conversación.
"De acuerdo. Espero tu llamada" este colgó, imitando yo su acción, y guardando el teléfono en mi bolso.
"Agradeciendo las flores, cierto?" comentó Orlando en un tono algo irónico.
"Por si se le había olvidado, yo tengo modales. Mis padres me enseñaron muy bien..." contesté mirando hacia el ascensor, el que aun no abría.
"Discúlpame..." comenzó a decir este, pero las puertas del ascensor abrieron, y ambos entramos; aun tenía coraje, así que no podía mirarlo al rostro.
"No tienes que pedir disculpas..." intentaba lo más que podía para que mis lágrimas no salieran.
"Natalia" de repente, sentí sus labios en mi oído, erizando mi piel inmediatamente, "te amo, mi reina. Discúlpame la escena; actué como un niño. Tienes derecho a tener tus amigos, no soy quien para ponerte límites. Qué más! Tengo que aceptar también que eres una mujer hermosa y que los pretendientes te deben sobrar..." sus manos se enredaban alrededor de mi cintura.
"Orlando, sabes que puedo tener todos los amigos que quiera. Nunca me has conocido a nadie; y yo me limito a compartirte. No me agradaron tus celos; no estoy acostumbrada a esto. Y si no te había hablado de Arnaldo, es que apenas hemos tenido tiempo desde el lunes para compartir" aun permanecía inmóvil, con mis ojos cerrados.
"Tendremos el tiempo del mundo este fin de semana..." poco a poco, fue moviéndome para que quedara mirándolo al rostro.
"Lo sé..." respondí mirando en esos ojos que me volvían loca.
"Te amo, y te prometo que no volverá a ocurrir" terminó de decir, sorprendiéndome al instante con un beso, el que apenas duró unos segundos.
"También yo a ti" y como si hubiésemos tenido control del tiempo, este soltó sus brazos de mi cintura, y el ascensor abrió sus puertas.
"Que pase una excelente tarde, Señorita Esteves" fueron las palabras de este, haciendo el gesto para que saliera primero.
"Igual a usted, Señor Ramírez. Buenas tardes, Blanca" continué despidiéndome de la secretaria de Guillermo, quien se encontraba saliendo del otro ascensor.
Una vez subí a mi auto, llamé a Arnaldo. No se me había olvidado que prometí llamarlo. Ya me sentía mejor luego de las palabras que me dijo Orlando; y no tenía duda de que el fin de semana la pasaríamos de maravilla.
"Hola Arnaldo...lo prometido es deuda" dije una vez este contestó su teléfono.
"Me alegra escuchar tu voz de nuevo. Aceptas la invitación para tomarnos algo?"
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Duele ser infiel
RomanceNatalia, una hermosa chica, sin familia, pero exitosa. Sus padres fallecieron en un aparatoso accidente y no tenía más familia. Vive un romance con Orlando, un hombre que podría ser su padre. Pero quien despierta en ella sensaciones que jamás imag...