(29) Duele ser infiel

15.7K 708 58
                                    

La noche para nosotros terminó en paz. Una hora o dos luego del encuentro entre Orlando y yo, ya me encontraba en mi casa. Jean aun estaba despierto, mirando a la televisión; tan pronto nos vio tomados de la mano, nos sonrió.

"Cómo estuvo la fiesta?" preguntó mi amigo sin moverse del asiento.

"Qué poca fe tienes en mí" dijo Arnaldo mientras me acercaba imposiblemente a él.

"Arnaldo... sé que adoras a Natalia. Se lo dije, pero no sabíamos como ibas a reaccionar. Yo nunca la abandonaré, mucho menos a un hijo de ella. Lo sabes... Bienvenido a la familia oficialmente" la sonrisa en el rostro de Jean era enorme, mientras se ponía de pie para felicitar al futuro padre.

"Eso no lo dudo, y vivo tranquilo porque sé que Natalia te tiene a su lado. Gracias por eso, cuñado..." decía mi novio acercándose nuevamente a mí.

"Bueno, pienso que luego de tantas emociones...lo que quiero ahora es descansar" comenté, sintiendo de repente, el peso del día sobre mí.

"Es que...mi vida, ahora tendrás que descansar y estoy seguro que tanto Arnaldo, como yo, te estaremos vigilando..." comentó Jean mientras levantaba sus cejas.

"Jean tiene un punto...Así que...vamos, a descansar. De ahora en adelante, será la mujer más consentida en el planeta" fueron las palabras de Arnaldo mientras me tomaba de la mano y me guiaba hasta la habitación, apenas pudiendo decirle buenas noches a Jean.

Y así fue, tanto Jean como Arnaldo, no me dejaban hacer nada en la casa. Solo podía ayudarles a preparar la comida y a recoger la mesa; de todo lo demás se encargaban ellos. De igual forma se encargaron de que comiera lo necesario, haciendo turnos Jean y Arnaldo para almorzar conmigo los días que trabajaba; si ellos no podían, entonces Thais, Johanna o Marie, iban conmigo.

La primera visita al doctor fue algo que no les puedo explicar. La emoción que sentí al ver al bebé de Kassandra en la pantalla de aquel monitor, jamás se compara a la de ver a mi bebé. Era algo de otro mundo, lágrimas corriendo sin parar por mis mejillas, mientras Arnaldo sujetaba mi mano todo el tiempo. Era increíble, y me sentía extremadamente feliz.

En la oficina, intentaba no encontrarme con Orlando. Hacía todo lo posible para no ir a ciertas reuniones, y hasta llegaba a utilizar mi embarazo como excusa; me sentía mal, cansada o con nauseas. En cuestión de un mes, ya todos estaban acostumbrados y normalmente Katia era la que asistía por mí a esas reuniones, a menos de que fuera meritoria mi presencia.

El día en que cumplí tres meses de embarazo, luego de la visita al médico, Arnaldo me llevó a dar una vuelta. Fuimos hasta un parque luego de almorzar y compartimos la tarde entera allí. Disfrutaba de su compañía, más cuando su trabajo era el que se estaba volviendo algo ocupado y apenas lo veía los fines de semana; aunque mis visitas al médico, él no las suspendía por nada del mundo.

"Extraño nuestros días así...tranquilos, sin trabajo, sin que tu teléfono o el mío suenen..." comenté mientras miraba al cielo y admiraba lo hermoso del día, con mi cabeza recostada sobre sus piernas.

"Disculpa que mi vida se haya convertido en un caos a solo semanas de enterarme que estabas embarazada. Deseo pasar más tiempo contigo, y sé que para cuando nuestro bebé llegue a este mundo, todo estará más tranquilo" fueron sus palabras mientras me levantaba cuidadosamente para darme un beso.

"Te amo, Arnaldo. Sé que todo será maravilloso..."

"No tengo duda, y te amo, Natalia. Te traje aquí con un propósito..." este bajó la vista al decir esto.

"Cuál, Arnaldo? Sucede algo?" no sé porqué, pero por un momento comencé a sentirme nerviosa.

"No...bueno, sí. En realidad, estamos a solo seis meses de que nuestro pequeño llegue a este mundo, y quiero que suceda algo antes de eso..."

Duele ser infielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora