Al lado una foto del auto que Orlando le había regalado a Natalia. Un Aston Martin One-77. Me encantó, la elección fue de mi esposo. El auto vale aproximadamente un millón de dólares; solo Orlando puede hacer un regalo así, cierto?
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Una vez estacioné el auto en la marquesina, comencé la travesía de arrastrar a Jean hasta su habitación. Aun cuando era delgado, este hombre pesaba increíblemente. No sé de dónde sacaba fuerzas para esto.
"Me encanta tu Aston Martin, te lo había dicho?" preguntaba Jean, arrastrando sus palabras, muestra de lo embriagado que estaba.
"Gracias, sabes que, siempre y cuando estés sobrio, te lo puedo prestar" contesté mientras lo balanceaba al entrar por la puerta.
"Ese es el mejor regalo que el Señor O te ha hecho. Ya quisiera conseguir uno así..." continuó hablando luego de esto, cosas incoherentes hasta llegar a su habitación. Una vez allí, lo acomodé sobre su cama y comencé a quitarle la ropa.
"Te juro que si me gustaran las mujeres, hace tiempo te hubiese asegurado como mía. Orlando es un tonto...debería decidir y por ti. No conseguirá a nadie así como tú."
"Jean, cierra tus ojos y duerme; yo me quedaré aquí a tu lado, de acuerdo?" dije mientras me quitaba el traje y me acomodaba a su lado; seguramente sería una noche eterna.
"De acuerdo. Vales oro, Naty, mereces solo lo mejor" y acomodándose en la cama, dándome la espalda, quedó dormido casi instantáneamente.
Me quedé recostada en la cama, al lado de mi mejor amigo, sus palabras pegándome por primera vez en la vida. Orlando un tonto? No podía contestar esa pregunta, aunque estoy segura de que no; de lo contrario no fuese multimillonario; cierto?
Sabía que Jean me amaba, era un excelente amigo y el hermano que nunca tuve. No tenía que dudar cuanto significaba para él, y cuando dijo que valía oro, no tenía duda de que era lo que sentía.
Algún día Orlando y yo llegaríamos a algo más? La pregunta que me hice a mí misma, me tomó por sorpresa. En todos estos años juntos, solo nos habíamos enfocado en la pasión, el deseo, en el amor; no había pedido más allá de lo que Orlando me podía ofrecer. Esto porque desde el principio lo tuve claro; no podía esperar más. Pero, viviría así toda la vida?
Esto que corría por mi mente, hacía que me sintiera algo triste. Añádanle a esto el encuentro con Laura, interrumpiendo nuestra sección. Cuánto más aguantaría el dolor que me daba al verlo cerca de su esposa?
No quería pensar más, en realidad, solo quería dormir. No quería que pensamientos como este quitaran la alegría de lo bien que la había pasado con mis amigos. De veras que la pasé de maravilla, incluyendo el nuevo amigo que tenía en mi grupo. Arnaldo...
La mañana siguiente, me levanté algo tarde, al igual que Jean. Ninguno de los dos pudimos compartir nuestro desayuno; así que nos limitamos a vestirnos y a salir a nuestro destino.
Llegué a mi oficina, donde le indiqué a Katia, mi secretaria, que no quería que nadie me interrumpiera. Tenía que trabajar en el proyecto que había presentado el día anterior, y necesitaba enfocarme. Tomé una taza de café en el camino y comencé a trabajar en mi computadora.
"Puedo pasar?" la voz de Orlando hizo que quitara mis ojos de la computadora por un momento.
"Creo que le dije a Katia que no quería interrupciones, Señor Ramírez..." contesté mientras caminaba lentamente hacia él.
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Duele ser infiel
RomansaNatalia, una hermosa chica, sin familia, pero exitosa. Sus padres fallecieron en un aparatoso accidente y no tenía más familia. Vive un romance con Orlando, un hombre que podría ser su padre. Pero quien despierta en ella sensaciones que jamás imag...