(2) Y tú y yo

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Jaime aun se encontraba en la cocina, observándome ante la contestación que le había dado. En realidad, mi situación era secreta, solo Jean tenía conocimiento y era nuestro cómplice.

"Cómo es posible que una mujer tan hermosa como tú, aun esté sola?" preguntaba Jaime frunciendo sus cejas.

"Creo que eso es mi decisión, cierto? Soy feliz, tengo mi trabajo, mis amigos y me siento bien. Porqué debo apurarme a tener un novio?" fue mi respuesta mientras me levantaba a lavar lo que había utilizado para comer.

"Siempre fuiste así de difícil..." comentó este acercándose a mí.

"Y tú fuiste siempre así de aventado. Porqué no te vas con Judith? Creo que en su estado tan adelantado de embarazo, te necesita. No deberías andar coqueteando con otras..." intenté ignorarlo lo más que pude. Siempre ha sido lo mismo desde que nos conocimos cuando estábamos en la escuela. Jaime es dos años mayor que Jean, era quien nos llevaba de un lugar a otro, y nunca perdió la oportunidad de de decirme algún piropo o intentar algo más conmigo.

"Eres incorregible, Natalia. Lo sabías?" comentó volteando sus ojos, con una sonrisa de medio lado y saliendo de la cocina.

Decidí salir a saludar a Emilio, el papá de Jean, y a quien, al igual que Irene, adoraba. Podría decir que eran mis padres adoptivos; me sentía en toda la confianza de hablar con ellos cualquier tema.

"Cómo estás, Emilio?" pregunté mientras lo abrazaba, acomodándome a su lado luego de esto.

Este estaba viendo la televisión, algún juego de pelota, era su deporte favorito. Yo disfrutaba sentarme a su lado, cada vez que veníamos a visitar, a disfrutar del juego. Normalmente esto era lo que mi papá hacía conmigo cuando estaba vivo; así que me sentía bien allí.

"Cómo van las cosas en la empresa, mi vida?" preguntó Emilio una vez estaban los comerciales en la televisión.

"De maravilla. Estamos pensando en ampliar el mercado, en abrir otras sucursales en diferentes países" respondí sintiéndome emocionada al pensar que esto me daría la oportunidad de viajar junto a Orlando.

En realidad, siempre lo hacíamos. Cada viaje de negocio, se componía de nosotros dos. La compañía pagaba por dos habitaciones, pero lo cierto era que solo usábamos una. Laura nunca tuvo problemas con los viajes de su esposo, así que no era nada difícil hacer esto. Incluso, a veces, extendíamos el viaje por unos días más.

"Suenas muy emocionada con los planes."

"No te imaginas cuanto, Emilio."

"Has subido como la espuma en esa empresa. Es impresionante el talento que tienes" y de qué manera, pensaba yo para mis adentros. Aunque en realidad, comencé como todos los demás, Orlando solo me dio un pequeño impulso, y pude desenvolverme muy bien en mi campo.

En esos instantes, mi teléfono sonó, dejándome saber que había recibido un mensaje de texto.

"AMOR, APENAS HACE UNAS HORAS NOS VIMOS, Y YA ME HACES FALTA. MUERO QUE SEA MAÑANA, ME CONFORMARE SOLO CON VERTE...O"

Inmediatamente, una sonrisa se pintó en mi rostro. Emilio lo notó al instante.

"Algún enamorado escribiéndote?" me preguntó con una enorme sonrisa en su rostro.

"Algo así..." contesté sin saber que más decir.

"Esa sonrisa te delata, además, tus ojos brillan. Nunca tuve una hija, pero tú eres una para mí. Así que, espero que el día que te cases, poder entregarte en el altar" sentí una gran emoción, mezclada con tristeza y alegría. Sabía que estas personas me querían, pero no perdían la oportunidad para demostrarme cuanto.

Duele ser infielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora