No me puedo explicar aun como, pero terminé todo el trabajo que tenía pendiente sobre mi escritorio. Le pedí a Katia que no me pasara llamadas, mucho menos quería ver a nadie hasta que no terminara esto. Honestamente, el incidente con Orlando, me había dejado algo aturdida.
Llegué a la casa un poco más tarde de lo normal, pues tuve que detenerme a comprar unas cosas que hacía falta en la casa. Esto me ocupo un poco más la mente, y me alegraba que Arnaldo ya estaría a mi lado mañana.
"Qué te sucedió, Natalia:? Parece que viste un fantasma, o que un camión te atropelló..." comentó Jean al verme entrar con los paquetes de la compra en la mano.
"Hubiese preferido cualquiera de las dos..." contesté algo frustrada mientras me servía un poco de agua.
"Habla, Natalia. No me dejes así..." Jean me tomó por el brazo y me sentó en una de las sillas del comedor.
"Tuve una reunión con Orlando hoy" suspiré mientras le dije esto, cerrando mis ojos en frustración.
"Natalia...no...no me digas que..." para este entonces, Jean me estaba tomando con ambas manos por los brazos, moviéndome un poco.
"La reunión estuvo bien, le pedí distancia, a lo que Orlando accedió. Cuando estaba por irme, me detuvo...Me cuestionó si amaba a Arnaldo, y luego me besó..." para este entonces, miraba fijamente a mi amigo, mientras mis lágrimas salían y este me abrazaba.
"No tengo duda de que amas a Arnaldo, y que O te está poniendo en una situación difícil. Por qué no te puede dejar ser feliz? Arnaldo es tu futuro, de eso no tengo duda. Si O continúa así, tendrás que renunciar, esto no puede continuar ocurriendo. El no te puede besar cada vez que tiene la oportunidad; tú tienes un novio..." las palabras de Jean eran exactas a las mías; no había duda de que él me conocía muy bien.
"Eso fue exactamente lo que le dije. Prometió que mantendría su distancia, pues no me quiere perder como empleada. A veces siento que no podré más; cuando menos lo espere, me iré de esa compañía..."
"Así se habla, esa es mi Natalia. Bueno, recuerda que Arnaldo llega mañana y no queremos que te vea así. Ve y báñate, yo prepararé algo ligero y luego de comer, te acuestas a dormir. Necesitas estar regia para ese hombre" comentó Jean mientras me sacaba de la cocina, en dirección a mi habitación.
"Y las cosas que compré?"
"No te preocupes, yo las guardo. Ahora, ve y hazme caso, de acuerdo?" sonaba más a una orden que a una sugerencia.
Le hice caso a Jean, disfrutando una ducha relajante, y luego riendo con las ocurrencias de él durante la cena. Le pregunté acerca del traje para Kassandra, a lo cual accedió feliz.
"Ahora, a la cama, Natalia. Yo me quedaré con tu teléfono; si alguien llama, yo me encargo. De acuerdo?" no podía despreciar la oferta de mi amigo; en verdad, me sentía muy cansada, probablemente por lo fuerte del día.
"Seguiré tus órdenes. Gracias, Jean. Nos vemos mañana..." le dije mientras le daba un beso en la mejilla y caminaba a mi cuarto.
Quedándome solo en una bata de seda, sin nada más, me acosté en mi cama. Sorpresivamente, quedé dormida al instante. No sueños, no pesadillas, solo descansando como debía ser.
Un leve movimiento en mi cama, me hizo abrir los ojos. Pensando en que era Jean que había decidido acompañarme, no hice ningún tipo de movimiento. No sería la primera vez que esto ocurría; normalmente, dormíamos juntos cada vez que uno de los dos tenía problemas.
Pero algo inesperado ocurrió; ese cuerpo se acercó al mío más de lo que normalmente Jean lo hacía. Unos labios comenzaron a besar mi cuello, mientras una mano corría por mi pierna, subiendo por mi muslo y casi tocando mi parte privada. Inmediatamente mi cuerpo quedó tenso.
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Duele ser infiel
RomanceNatalia, una hermosa chica, sin familia, pero exitosa. Sus padres fallecieron en un aparatoso accidente y no tenía más familia. Vive un romance con Orlando, un hombre que podría ser su padre. Pero quien despierta en ella sensaciones que jamás imag...