Intenté sacarme la idea de la cabeza mientras continuaba ayudando a Irene. No iba a dañar un lindo día con un pensamiento así; de todas formas, probablemente, aun no era tiempo de que mi periodo llegara.
"No lo creo...Irene. Como te dije, me siento realmente feliz. Por fin encontré al hombre de mi vida" respondí acercándome a ella, ambas abrazándonos fuertemente, mientras yo por dentro continuaba buscando el botón para apagar ese pensamiento.
"Me alegro mucho, Natalia. Ya era hora de que encontraras un buen hombre. Aunque, qué más quisiera yo que aquí estuviese creciendo una criatura" decía esta mientras colocaba su mano sobre mi estómago, quedándome congelada al instante, "un pedacito de ti, que llenará tu vida de una manera especial. Una personita que comenzará una familia de tu sangre nuevamente..." Irene se detuvo, no tenía duda de donde iría a parar su conversación; y sabía cuánto esta mujer me había visto sufrir ante la pérdida de esos seres que tanto amaba.
"En su momento, Irene. Y ustedes serán parte de eso..." mis ojos se llenaron de lágrimas, entre lo emotivo al pensar en mis padres, y los nervios que me estaban atacando.
No les necesito decir que durante la comida, apenas pude ingerir algo. Con la excusa de ayudar a recoger, nadie se dio cuenta de que mi plato estaba casi intacto; el nudo en mi estómago era enorme.
Luego de terminar en la cocina, todos se fueron a la sala a ver la televisión. Probablemente un juego de pelota, o de baloncesto. Yo entré un poco más tarde y me acomodé al lado de Arnaldo, este colocando sus brazos a mi alrededor, yo descansando mi cabeza sobre su hombro.
Aun cuando mi cuerpo estaba allí, mi mente no. No, no podía estar embarazada, tal vez era muy rápido. Si lo estaba, no tenía duda de que era de Arnaldo. Entre Orlando y yo hacía tiempo no había encuentros así; además, siempre nos protegimos muy bien. Con Arnaldo? No sé qué ocurrió aquella vez, nos dejamos llevar, y aun cuando llegó a mi mente que no nos estábamos protegiendo, no iba a... Bueno, ustedes entienden.
"Estás bien, mi vida?" me preguntó Arnaldo, sacándome de esta nube de pensamientos que no me dejaba tranquila.
"Sí, lo estoy" ni yo misma me creía mis palabras.
"Estás distante... Estás aquí y no estás. Qué está pasando por tu cabeza?" cuestionó Arnaldo mientras besaba mi mejilla.
"No es nada...pensando en que ya el término que Orlando me dio para la vice presidencia, está por terminar, y aun no sé qué decisión tomaré..." quedé impresionada de que esto saliera de mi boca; no pude tener mejor excusa.
"Cualquiera que sea tu decisión, te apoyaré. Por un lado, si tomas la posición, tendrás más dinero, más prestigio, más conexiones..."
"Menos tiempo..." le respondí sin evitar esconder mi tristeza ante esto. Aunque en realidad, mi respuesta nunca había cambiado; rotundamente era un NO, solo que he agradecido el silencio de Orlando en estos días.
"Tienes razón... Con nuestros salarios, vivimos estupendamente bien. No necesitamos, y no quiero, estar alejado de ti..." este robó un beso de mis labios, ganando una mirada penetrante de Jaime. Qué le sucedía a este hombre?
Unas horas luego, nos estábamos despidiendo de todos. El día siguiente Kassandra estaría en nuestra casa para que Jean le diera los últimos detalles al vestido de ella. Adicional a que, Thais vendría a pasar el día con nosotros también.
"Me has sorprendido..." me dijo Jaime al oído mientras me abrazaba.
"Porqué?" pregunté extrañada.
"De veras estás enamorada de ese hombre..." qué comentario el de él.
"Tienes toda la razón... Arnaldo es mi todo, como Judith y tus hijos deberían ser el todo tuyo..." no dije más, simplemente me solté de sus brazos y fui a despedirme de Irene y Emilio.
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Duele ser infiel
RomanceNatalia, una hermosa chica, sin familia, pero exitosa. Sus padres fallecieron en un aparatoso accidente y no tenía más familia. Vive un romance con Orlando, un hombre que podría ser su padre. Pero quien despierta en ella sensaciones que jamás imag...