(26) Creo en ti

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Arnaldo cumplió con su palabra y no me abandonó ni un segundo durante el día. Les debo confesar que dormí la mayoría del tiempo, y mi novio se encargó de que nadie me molestara, de que comiera bien y de hacerme feliz.

El pensamiento, la duda, aun corría por mi mente. Necesitaba saber que estaba ocurriendo, si había una pequeña vida creciendo dentro de mí. Necesitaba sacarme esta duda, este desespero, esta preocupación.

Un hijo...era lo que más deseaba en estos momentos. Aun así, pienso que era muy rápido para este paso. Arnaldo y yo apenas estábamos comenzando y, por lo que había expresado este, aun no deseaba un hijo; bueno, por lo menos en un año.

Intenté nuevamente apagar este pensamiento en lo que quedaba del día. Llevaba toda una semana sin compartir con el hombre que amaba, así que hice todo lo posible por pasar un hermoso día; aunque el simple hecho de estar a su lado, me hacía feliz.

El sábado por la mañana, Arnaldo recibió una llamada de Thais; despertándonos a ambos a la vez. Este intercambió palabras con su hermana, y luego de colocar el teléfono sobre la mesa de noche, me miró.

"Thais necesita ayuda con su auto. Aparentemente, no puede encenderlo. Necesita ir a realizar unas diligencias; iré a ayudarla" comentó este mientras me tomaba en sus brazos.

"De acuerdo. Aprovecharé para ir a comprar unas cosas. Jean quiere que consiga unos productos para prepararme para esta noche" de veras que mi mejor amigo era un perfeccionista. Había intentado convencerlo de que podíamos trabajar con lo que tenía, pero...no. De todas maneras, tendría la oportunidad para comprar una de esas pruebas caseras.

"Te veo en unas horas. Y dile a Jean que no importa lo que te pongas o como te maquilles, serás la envidia de todas esta noche. Eres hermosa, mi vida. Te amo" y con un último beso, se levantó de la cama, dirigiéndose al baño para prepararse.

Me levanté de la cama y saqué lo primero que encontré en mi armario. Entré al baño, me lavé los dientes sin interrumpir a Arnaldo. No quería que se atrasara en ir a ayudar a su hermana; además, quería que saliera lo antes posible de la casa, me sentía realmente nerviosa.

"Te ves hermosa" me dijo este una vez salió del baño, mientras yo recogía mi cabello.

"El vestido?" le pregunté mientras me observaba en el espejo. El vestido era corto, sencillo, suelto; una de esas prendas de vestir que Jean quería tirar a la basura.

"Me encanta como te ves" comentó mientras colocaba sus manos alrededor de mí.

"Te amo, Arnaldo" comencé a decirle mientras me volteaba y lo besaba por sorpresa.

"Yo más. Ahora, si me permites, me marcho. Intentaré hacer todo lo más rápido que pueda..." sus ojos pedían disculpas por tener que marcharse de esa manera; pero mi corazón estaba agradecido de esto...bueno, por esos momentos.

Arnaldo se marchó, yo casi siguiendo sus pasos. No desperté a Jean, quien aun estaba dormido, y decidí no tomar el desayuno. En realidad sentía que si lo hacía, mi estómago no podría soportarlo.

Luego de comprar la lista de cosas que Jean me había ordenado, caminé hasta una de las farmacias. Una vez dentro, no sabía en donde buscar esa caja que tanto necesitaba. Nunca había pasado por un susto de esta índole; Orlando y yo siempre fuimos precavidos.

Caminé por los pasillos observando todo a mi alrededor. Una mujer con un bebé en brazos, hizo que mi mente trabajara más de lo que ya lo estaba haciendo. A caso eso era una señal? Más adelante, una mujer embarazada. No! Tenía que salir de allí lo antes posible. Dónde estaba esa prueba?

Duele ser infielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora