Capítulo 11: Fue por el esparrago

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Tengo moretones en el estómago, rasguños en los brazos y el labio partido. Genial. Henri también está siendo atendido por las enfermeras. Al menos no estamos tan mal como Fox, pobre de él, tiene la cabeza vendada y mucho más moretones en el cuerpo debido a las patadas de Burke. Al final, decidí irme a mi habitación, un poco entumecido y cansado. En cuanto llego a mi habitación, los chicos sueltan un grito ahogado.

—Pero... ¿Kile que demonios te paso?

—Burke se volvió loco—me siento con dificultad en la cama—. Demonios, araña como un gato

— ¿Que sucedió?

Y les cuento todo, la cita, el pollo, los espárragos y el pastelillo.

—No puedo creerlo—murmura enojado Austin—. Pobre Eady, debe estar destrozada.

—Afortunadamente Erik el saco de ahí—llevo mis dedos a mi labio partido—. No soportaría que mi princesa viera aquel espectáculo

Marcus y Austin se miran extrañados. Louis esboza una sonrisa burlona.

— ¿Tu princesa?

Entonces me doy cuenta de mi error. La llame princesa en vez de Eadlyn. Me ruborizo hasta el cuero cabelludo.

—Se me hace que alguien ya está enamorado—dice Marcus

—Exacto—apoya Austin

—Hay—Louis junta sus manos—. Ya me imagino a los príncipes. Con el cabello de Eady y con los ojos de Kile. Preciosos

Les aviento una almohada y me recuesto en mi cama. Menudo grupo de mayordomos tengo.

***

Si pones atención. Puedes sentir la tensión que nada en el comedor. Nadie habla, ni siquiera Henri, quien siempre nos comparte su buena vibra. Eadlyn habla con Kaden, mientras que Ahren y Osten juegan con los cereales. Los reyes lucen abatidos, casi culpables por las cosas terribles que le han pasado a su pequeña. Bajo la mirada a mi desayuno y se me va a el hambre. Unos cubiertos cae y levanto la mirada, Eadlyn sale corriendo del comedor y yo la persigo.

—Hola, Eadlyn, espérame, ¿Estás bien?

Asiente con la cabeza... y luego recapacita.

—La verdad, no lo sé.

Apoyo las manos sobre sus hombros.

—Todo está bien.

Estaba tan agobiada, tan hastiada, que solo fue capaz de ver una vía de escape: sin previo aviso, me besé. En el fondo, sabía que, durante esos momentos, el mundo dejaría de girar.

— ¡Au! —grito, y retrocede.

— ¡Lo siento! Yo solo...

Y entonces la sujeto por la cintura y la llevo hasta la habitación más cercana. Cierro la puerta de un portazo y la empujo hacia la pared. La besó con pasión, con intensidad. Por lo visto, el labio no me dolía tanto como parecía.

— ¿De qué va todo esto? —jadeo.

—No quiero pensar. Bésame.

Sin mediar palabra, la atraje hacia mí y sus manos se perdieron entre mi cabello. Me agarro de la camisa y me estrecha entre sus brazos. Y funcionó. Mientras balanceábamos nuestros cuerpos, todo a nuestro alrededor se detuvo y todas mis preocupaciones se desvanecieron. Sus labios me besaban la mejilla, el cuello. Poco a poco, los besos fueron cambiando. Se volvieron más salvajes, más exigentes. Perdí la concentración por completo. Y, sin pensárselo dos veces, me desabrocho la camisa. Sin apartarse ni un centímetro, solté una carcajada maliciosa.

—De acuerdo, si empezamos a quitarnos la ropa, quizá debamos meternos en un dormitorio. Y no estaría mal que supieras cuál es mi segundo nombre.

— ¿Es Ashton? ¿Arthur? Me suena que empieza por A.

—Frío, frío.

Suspiro y bajo los brazos.

—De acuerdo.

Me separe, pero sin soltarla de la cintura, y me sonrió con suficiencia.

— ¿Estás bien? Lo de anoche fue espantoso.

—No lo vi venir. Fue el espárrago... Burke le dio un puñetazo a ese pobre muchacho por un mísero espárrago.

Me reí.

— ¿Ves? Por eso tú te encargaste de la mantequilla.

—Oh, tú y tu estúpida mantequilla —protesto, y me acaricio el pecho—. Siento mucho lo de tu labio. ¿Te duele algo más?

—El estómago. Mientras le sujetaba, me dio varios codazos, pero lo cierto es que pensaba que sería peor. A Henri le debe de doler mucho el ojo. Menos mal que no le golpeó un centímetro más abajo.

Hizo un mohín al imaginar hasta qué punto se habrían podido torcer las cosas.

—Kile, si estuvieras en mi lugar, ¿les habrías echado de una patada a los dos?

—Creo que incluso Henri y yo habríamos pendido de un hilo — contestó.

—Pero vosotros dos tratasteis de parar la pelea.

Levante un dedo.

—Cierto. Tú lo sabes porque estuviste ahí y lo presenciaste todo. Pero los demás candidatos han leído los periódicos. Todas las fotografías dan a entender que todos estábamos involucrados en la discusión.

—Entonces, al ver que Fox, Henri y tú os habéis quedado aquí creen que os habéis salido con la vuestra, ¿me equivoco?

—Y no solo eso, también creen que otros podrían haberse zafado de la expulsión.

—Este día no hace más que empeorar —farfullo.

Me paso los dedos por el pelo y apoyo la espalda en la pared.

— ¿Tan mal beso?

Se echa a reír.

— ¿Por qué antes apenas nos dirigíamos la palabra? Hablar contigo es tan fácil.

Encojo los hombros.

—Tú eres la que manda aquí. ¿Qué crees?

Aparta la mirada porque le avergonzaba reconocerlo.

—Creo que, en cierto modo, te reprochaba tener una hermana como Josie. Esa constante imitación me pone de los nervios.

—Y yo creo que te recriminaba tener que vivir en palacio. Sé que es culpa de mis padres, no de los tuyos, pero desde que anunciaron que serías la futura reina, te acusé de todas mis miserias.

—Te entiendo.

—Y sé que no soportas a Josie. Pero piensa que para ella es muy duro estar siempre a tu sombra.

—Hagamos algo uno de estos días. Nada de citas. Pasemos un buen rato junto.

Sonrío de oreja a oreja.

—Me encantaría.

Me abotonó la camisa y, de repente, se le sonrojaron las mejillas. ¿Cómo había podido perder el control?

—Y, escucha —digo—, no permitas que todo esto te desanime. Tú eres mucho más que la Selección.

—Gracias, Kile —susurro y, antes de irse, me da un beso en la mejilla.

Recuerdo el día en que leyó mi nombre en la papeleta. Me puse furioso porque sentí que, en cierto modo, alguien me había tendido una trampa. Pero ahora las cosas habían cambiado. La vieja Eadlyn estaba de regreso y mis sentimientos por ella comenzaban a crecer, cada vez más y más. Y esperaba que ella sintiera lo mismo.

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Le declaro la guerra a mi pero enemigo que es... el esparrago

Jajajajaajaa

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Ustedes me motivan a seguir escribiendo sobre este increíble personaje...las amo!!!

El Pretendiente (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora