Capítulo 10

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Al llegar a casa, me niego a pensar en nada que no sea mi hija o cómo iré vestida a la inauguración. He pasado la tarde con ella, sin mencionar a su padre, solo disfrutando de lo que solíamos hacer antes de llegar a Nueva York: comimos helados, jugamos, y me contó cómo le va en su colegio.

— Llámame por cualquier cosa — le digo.

Mirta me mira con una sonrisa y asiente, dándome la tranquilidad que necesito. Ella es la persona en la que más confío, al igual que Mike.

— No se preocupe, señorita Hunter, está en buenas manos — asegura.

Asiento, tomo mi bolso de mano y la llave de mi Lamborghini. El BMW lo dejé para otro día, ya que lo rayé. Entras en el ascensor y me miro en el espejo, asegurándome de que estoy presentable. Llevo un vestido rojo de encajes de rosas con una abertura en el lateral que deja al descubierto mi pierna izquierda, tacones negros de Jimmy Choo, el pelo recogido en un elegante moño, los labios pintados de rojo intenso, delineado y rímel. Todo tiene que ser perfecto.

Detengo el coche frente al hotel de cinco estrellas, donde los fotógrafos ya han comenzado a sacar fotos de las personas que empiezan a desfilar por la alfombra roja.

El aparca-coches me abre la puerta, me ayuda a salir y le entrego la llave para que se encargue de estacionar el coche. Las cámaras no tardan en enfocarme, sonrío y poso para las fotos. Sin embargo, la sonrisa se me borra al ver a Derek a unos metros, con la mano en la cintura de la mujer de esta mañana. Ella lleva un vestido negro tan corto que apenas se podría llamar "elegante", mientras que Derek, impecable en su traje, parece saber que estoy allí. Gira la cabeza y, al igual que me pasó a mí antes, su sonrisa desaparece al dar conmigo.

Su novia no tarda en seguir su mirada, clava los ojos en mí y me recorre de arriba abajo. En ese momento, me arrepiento de no haber traído a Leo conmigo. Como toda novia celosa, se separa de Derek y se acerca a mí. Él intenta seguirla, pero un hombre se le aproxima y lo detiene, hablándole de algo que ni siquiera intento adivinar.

— ¿Y tú quién eres? — pregunta la pelirroja al llegar junto a mí, sin dejar de sonreír para las cámaras.

Me limito a guiñar el ojo y sigo caminando hacia la entrada, pasando junto a Derek. De repente, alguien me agarra del brazo. Me giro, sonriendo, y me encuentro con Ulises Gandy, el dueño del hotel. Un hombre de unos sesenta y tantos años, cabello blanco, ojos azules oscuros y delgado. Un buen hombre, lo conocí en Londres.

— Preciosa, Alexia — dice mientras me envuelve en un cálido abrazo. — Espero que tu hija siga igual de guapa.

Mi hija y él se llevan sorprendentemente bien. Ignoro la mirada inquisitiva de Derek y le devuelvo el abrazo a este hombre, que siempre ha actuado como una figura paternal para mí.

— Tengo que presentarte a mi hijo, espero que algún día te cases con él — dice, cogiéndome de la mano y comenzando a arrastrarme hacia dentro.

No puedo evitar escuchar la falsa tos de Derek detrás de nosotros. Mientras buscamos a su hijo, Ulises me presenta como su "nuera" a varias personas. No me molesto en corregirlo; me gusta verlo sonreír. Tiene la misma edad que mi padre debería tener, si estuviera vivo.

En las dos horas y media que tardamos en encontrar a su maldito hijo, no dejo de sentir la mirada de Derek fija en mí mientras pulula de un lado a otro, pero hago lo posible por no prestarle atención.

— Ulises, cariño, búscalo tú que ya no puedo más — le digo, señalando mis tacones de 15 centímetros.

Suelta una carcajada que llama la atención de todos a su alrededor. Parece como si nunca lo hubieran oído reír tan abiertamente. Me quedo en la barra mientras él se va a saludar a la vez que busca a su hijo perdido. Pido un whisky, lo bebo de un solo trago, y me siento en un taburete. No paso por alto cómo algunas miradas se posan en mi pierna desnuda, expuesta por la abertura de mi vestido.

El amor es....(ADDD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora