Siempre Tú II [RESUBIDA]

Capítulo 62.

Daniel

En cuanto me indica Antonio, salgo del paritorio con una gran sonrisa y los ojos todavía llenos de lágrimas. Suspiro aliviado y miro el techo del pasillo emocionado, quitándome de un solo movimiento el gorro de tela verde y revolviéndome el pelo al instante.

—Hijo —escucho decir a mi madre a unos metros de mí, por lo que giro la cabeza y me encuentro a nuestra familia observándome—. Nos ha llamado tu hermano. ¿Qué tal ha ido?

Les miro sonriente y corro hacia ellos para abrazarles con ganas.

—Ha salido todo perfecto. Es un niño precioso —informo mirándoles emocionado.

—¿Otro niño? —pregunta Jesús sonriente, abrazando a Lucía por la espalda.

—Otro niño —carcajeo cogiendo a Martín en brazos—. Vosotros dos vais a tener que ganaros el puesto de reyes de la casa —río dándoles un beso a los mellizos.

—¿Qué tal está Lorena? ¿Ha ido todo bien? —pregunta Maite apareciendo por la puerta del pasillo con Manuel, Miguel, Rodrigo y Manuel Jr.

—Ha ido todo perfecto. Os habéis convertido en abuelos de otro enano —sonrío cuando se acercan a abrazarme—. Se llama Álvaro.

—Álvaro —repite Luke con una mueca sorprendida—. No me gusta, es un nombre muy común.

—No acepto consejos de personas capaces de llamar a su hijo Hércules, lo siento —carcajeo cogiendo a Lucas con el brazo que me queda libre—. ¿Queréis que vayamos a conocer al tate? —susurro apretándole suavemente las piernas a los mellizos—. Seguro que mamá tiene mogollón de ganas de veros.

En seguida asiente con ganas y me despido de nuestra familia, que esperarán un rato para entrar, para caminar hacia la habitación a la que han trasladado a Lorena y a Álvaro. Abro la puerta con cuidado, encontrándome con Lorena sentada en la camilla, con la espalda apoyada en un almohadón y el niño dormido sobre su pecho.

—Menos mal que has llegado a tiempo —susurra Lorena cuando yo dejo a los mellizos en el suelo—. No quería que naciera sin ti.

—No me iba a perder el nacimiento de mi hijo —sonrío dándole un beso en los labios—. Chicos, con cuidado —les regaño al ver cómo le observan serios—. Qué rubio es.

—Sí es rubio, sí —carcajea Lorena mirándole enternecida y tocándole la cara con cariño—. Y es guapísimo.

—Oye, no quisiera interrumpir —escuchamos decir a Miguel desde la puerta—. Pero... ¿me regaláis la exclusiva del nombre?

—¿Perdón? —pregunto mirándole sorprendido.

—Venga, vosotros ya dais muchas exclusivas a todas horas. Dejadme adelantar el nombre del niño a mí primero —ruega acercándose a ver a su sobrino—. Qué guapo es —murmura enternecido.

—Te cedemos la exclusiva —ríe Lorena mirándole—. Pero no te acostumbres, no va a volver a pasar.

—Mamá es demasiado buena —susurro agachándome para quitarle a Álvaro de los brazos y sonreír completamente enamorado—. Todavía no lo sabes, pero tienes una suerte increíble.