Capítulo 41.

10.2K 414 18
                                    

Una semana después

Lorena

—¡Buenas tardes, hijos míos! —exclama Dani entrando por la puerta de casa—. Hola, cariño —sonríe después de darme un pico—. Mira lo que has traído papá y los titos —ríe cogiendo a los mellizos en brazos y mostrándoles todas las bolsas y cajas que Jesús y Lucas están metiendo en el salón.

—¿Qué les has comprado? —suspiro viendo cómo Jesús mete la última caja.

—Te va a encantar —decide mi pareja mirándome sonriente.

—Le vas a odiar —le contradice Luke con una carcajada.

—Les he comprado una guitarra, un piano, un micrófono con base y una batería a cada uno —sonríe señalando las dos guitarras pequeñas que tiene Jesús en la mano—. Lo he visto en el escaparate de la tienda donde suelo comprarme las guitarras y no he podido resistirme.

—Daniel, tienen diez meses. Ni siquiera saben hablar, y caminan de milagro. ¿Pretendes que aprendan a tocar el piano sin siquiera haber cumplido el año? —pregunto cuando Lucas coge con torpeza la guitarra que le tiende Jesús.

—No, pero casi desde que nacieron han demostrado su pasión y su amor a la música y... eso es  algo que hay que potenciar, Lore, así que he pensado que cuanto antes empecemos mejor —me explica empezando a montar una de las baterías—. No van a convertirse en Mozart, pero quién sabe. A lo mejor siguen los pasos de su padre y de su tío y se convierten en estrellas internacionales.

—Tenéis esa habitación inutilizada, podéis convertirla en su sala de juegos o de instrumentos, o de lo que sea —habla Jesús señalando una puerta que hay junto a las escaleras—. Es grande, entran todos los instrumentos. Solo tenéis que decorarla, poner una moqueta y... igual de mayores la usan como sala de ensayo si siguen interesados en la música.

—Se os está yendo la cabeza —decido soltando un suspiro—. Pero haced lo que queráis. Si vosotros decís que hay que motivarles con esto porque les gusta... os apoyo.

—Genial, pues venga —sonríe Dani cogiendo a Martín en brazos—. Hijos, os voy a convertir en estrellas del pop.

—Y hablando de estrellas del pop —interviene Luke mirándole—. La discográfica verá la luz en menos de un mes, así que ya podéis empezar a hablar del nuevo disco porque sois los primeros que tenéis que publicar. Cuando Jesús vuelva de la luna de miel empezaremos a grabar, la gira empezará en noviembre y el disco tiene que lanzarse antes de septiembre.

—¿En septiembre no nace tu querido hijo? ¿No será mejor dejarlo para cuando no haya embarazos a la vista? —pregunta Dani mirándome—. Vamos, volveré a ser padre en seis meses. No quiero estar fuera de la ciudad cuando eso pase.

—Si esperamos a que no haya embarazos a la vista, igual no volvéis a pisar un escenario —le hace notar Lucas con seriedad—. Ya sabéis que las condiciones esta vez son diferente. La discográfica es nuestra, las reglas las ponemos nosotros, pero eso no significa que no tengáis que trabajar. Mi baja por paternidad la cubrirá mi primo Marcos, quien por cierto empezará a trabajar como representante y cazatalentos de nuevos artistas en nuestro sello discográfico. Vuestras bajas por paternidad serán de dos meses, después de eso tendréis que volver al trabajo.

—A mí me suena bien —me encojo de hombros ayudando a Martín a levantarse.

—¿En serio? —se extraña Dani.

—Vamos, vuestra vida está encima de los escenarios. Sabíamos a lo que nos exponíamos si seguías en esto de la música —río de buen humor—. Que tengas baja por paternidad y vayas a poder dormir en casa la mayor parte de los días, es más de lo que hubiéramos imaginado hace un año.

—A mí las condiciones me parecen muy buenas —me apoya Jesús—. Podemos pasar tiempo en familia sin dejar de lado nuestra carrera profesional.

Después de hablar largo y tendido del tema, Luke y Jesús se marchan dejándonos solos a Dani y a mí con los mellizos, que en seguida se ponen a jugar en la alfombra del salón mientras su padre termina de montarles los instrumentos que les ha comprado.

—¿Salimos a cenar por ahí? —pregunto sonriente después de observarle unos minutos—. Mi novela es número uno en ventas y todavía no hemos salido a celebrarlo...

—¿Dónde quieres ir? —carcajea Dani de buen humor—. Elige restaurante mientras yo visto a los niños, anda, cariño. Vamos a celebrar que eres la mejor escritora del mundo.

Niego con la cabeza sonriente y en seguida veo cómo desaparece escaleras arriba con los mellizos en brazos. Qué suerte he tenido con él, nunca me cansaré de repetirlo.


Siempre Tú II [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora