Capítulo 30.

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Lorena

Llevamos dos días sin calefacción, sobreviviendo a este frío invernal a base de mantas y chimenea. No sé qué cojones hacen los del seguro, pero con dos niños de cuatro meses, comprenderéis que nos urge bastante solucionarlo.

-Joder, qué frío hace -me quejo cogiendo a Martín en brazos y tapándonos a los dos con una manta-. ¿Cuándo coño van a venir los del seguro?

-Tranquila, cariño -suspira Dani con Lucas en brazos, a quien tiene muy bien arropado con una manta de algodón-. Voy a llamar otra vez, si no se presentan aquí en menos de una hora cambiamos de compañía.

Asiento en silencio y veo cómo se va a la cocina con Lucas dormido en sus brazos, haciéndome sonreír inevitablemente. De verdad que Dani es increíble con los niños. Es atento, protector, cariñoso... es un padrazo, os lo prometo.

-¡Que tengo dos hijos de cuatro meses! ¡Ya estáis viniendo a arreglarlo si no queréis que nos demos de baja! -le escucho gritar desde la cocina, seguido de los llantos de Lucas.

-Papá se ha enfadado -murmuro mirando a Martín y levantándome con él del sofá.

Después de pegar otro grito, cuelga el teléfono y se da la vuelta para mirarme en el umbral de la puerta de la cocina.

-Son unos vagos -suspira caminando hacia el salón y sentándose a calmar a Lucas-. Dicen que no tienen técnicos, que están todos ocupados. Ocupados mis cojones. No pagamos el pastizal que pagamos para que encima nos tengan sin calefacción con dos bebés.

-¿No van a venir? -pregunto sentándome a su lado.

-Sí, les he puesto las pilas. Tienes un padre muy convincente, hijo -sonríe mirando a Lucas y dándole un toquecito en la nariz.

Daniel

-Joder, ya era -me quejo cuando abro la puerta después de escuchar el timbre.

-Hostias, si es un gemelier -ríe, haciendo que le dirija una mala mirada.

-Arreglad la caldera, tengo dos hijos pequeños que se están congelando -ordeno guiándole hasta la sala de calderas-. Pagaré lo que sea, pero lo necesito arreglado ya. No puedo tener a mi mujer y a mis hijos así.

Asienten en silencio y vigilo todos sus movimientos hasta que llegamos al cuarto de calderas.

-Les dejo aquí trabajando, estaré arriba -informo de mala gana-. Llamadme si necesitáis algo.

Subo las escaleras y me dirijo al salón, donde está Lorena leyendo y los mellizos dormidos en sus cunas.

-¿Ya está? -pregunta cuando me ve.

-Están arreglando la caldera -sonrío antes de darle un pico-. ¿Has llamado a tu familia?

-Sí, vienen el día 30 a Sevilla. Ya les he comprado los billetes y he hablado con tu hermano Juan Carlos -contesta de buen humor.

-Qué eficiente -río levantándome del sofá cuando Martín empieza a llorar-. Ya está, enano -susurro pegandole contra mi pecho.

Cuando consigo que se calme, me siento en el sofá a entretenerle y hacerle pedorretas mientras Lucas ni se inmuta y Lorena se dedica a grabarnos y hacernos fotos con la cámara. Pasar tiempo de calidad con mis hijos es una de las cosas que más agradezco a la vida.

Un rato después, los técnicos aparecen por la puerta del salón y me levanto con Martín en brazos para atenderles.

-Ya está arreglado, era un problema con la llave, lo cubre el seguro -informa con una sonrisa-. Qué niño tan guapo.

Asiento con una sonrisa y después de agradecerles el trabajo y despedirme de ellos, vuelvo al salón con Lorena.

-Cariño, ¿quieres que vayamos al cine? -pregunto mirando a Lore desde la distancia.

-Va a haber mucha gente, te vas a agobiar -me hace notar-. Pero si quieres ir...

-Podemos pasarnos a ver a tu madre si lo prefieres. Miguel me ha mandado un mensaje diciendo que teníamos que darle condones porque Lucas se niega a seguir pagándole los polvos -carcajeo de buena gana-. No sé cuál de los dos es peor.

-Pero si le di una semana hace menos de diez días -se queja sorprendida-. Este niño...

-Tu hermano es un picaflor -río cogiendo a Lucas también cuando veo que se despierta-. No sé a quién me recuerda...

Siempre Tú II [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora