Capítulo 35.

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Lorena

—¿Te has vestido ya? —le pregunto a Dani entrando a nuestro baño.

—Casi —sonríe mirándome a través del espejo y colocándose la corbata alrededor del cuello—. ¿Me haces el nudo?

Asiento con una sonrisa y empiezo a anudarle la corbata mientra me muerdo el labio inferior. De repente, Dani dirige su mano derecha a mi cuello y me aparta el pelo con delicadeza antes de sonreír y dejar alguna que otra caricia en mi hombro.

—Tienes mi firma aquí —susurra tocándome una parte concreta del cuello.

Frunzo el ceño extrañada al no haberme dado cuenta yo, y me giro para mirarme en el espejo confundida. Me llevo la mano al cuello al comprobar que tiene razón y subo la mirada a sus ojos a través del reflejo, que en seguida me devuelve el gesto con una mueca rara.

—Lo siento, no debí darme cuenta. Sé que odias que te deje marcas —murmura sin apartar su mirada de la mía.

—Ya, bueno. Es lo que tiene el sexo salvaje y la pasión desenfrenada —sonrío quitándole importancia—. Anoche fue una de las mejores que hemos tenido, ¿estamos de acuerdo?

—Muy de acuerdo —sonríe acercándose a darme un dulce beso.

Minutos después, me separo de él muy a mi pesar y le pongo las manos en el pecho para evitar que vuelva a acercarse a mí.

—Pueden esperar, vamos... —murmura besándome el cuello lentamente.

—Ya sabes que tu hermano odia que lleguemos tarde —suspiro llevando la mano a su pelo para aprisionarle contra mi piel—. Tenemos que irnos, cariño.

—¿De verdad es eso lo que quieres hacer? —murmura contra mi cuello antes de pegarme completamente al lavabo y hacer presión con su cintura sobre la mía—. Porque puedo ofrecerte planes mejores, nena —sonríe con picardía, deslizando las manos por todo mi cuerpo—. Y repetir lo de anoche todas las veces que quieras —susurra metiendo la mano derecha por debajo de mi vestido—. Pero... también podemos irnos a comer con mi familia y dejarlo para más tarde —finaliza con una sonrisa antes de volver a hacer presión con su cadera.

Se separa lentamente de mí, sonriendo al notar cómo se me ha acelerado la respiración y cómo le miro, deseosa de que termine lo que ha empezado ahí mismo: encima del lavabo de nuestro baño, ignorando que nuestros hijos duermen en una de las habitaciones de al lado.

—Decide, cariño —ordena jugando con el elástico del tanga que llevo puesto—. Porque yo tengo muy clara mi respuesta —me hace notar pegándose más aún a mi cuerpo, haciéndome sentir la erección que tiene bajo los pantalones.

—Tenemos que irnos —ordeno tragando saliva con dificultad y cerrando los ojos al notar su aliento chocar con mi piel—. Terminaremos esto cuando volvamos.

—Tienes más fuerza de voluntad de la que pensaba —carcajea separándose de mí de golpe y colocándose la erección para que no se le note con los pantalones del traje—. Vámonos antes de que me arrepienta por dejarte elegir.

Asiento de buen humor antes de recolocarme el vestido y le doy un pico provocando que sonría ampliamente. Minutos después ya estamos tocando al timbre de la casa de Lucía y Jesús.

—Joder, ya era hora. ¿Qué coño hacíais? Vivís literalmente al lado y siempre sois los últimos en llegar —se queja Jesús cuando nos abre la puerta.

—Relájate, ¿quieres? Tenemos dos hijos de cinco meses, ¿te lo recuerdo? —dice Dani divertido, señalando con la cabeza a Lucas y a Martín—. ¿Han venido todos?

—Es la comida de Año Nuevo, ¿qué querías que pasase? Nos reunimos todos los años, ¿te lo recuerdo? —vacila Jesús cerrando la puerta—. Por cierto, ya me he enterado de lo de la novela. Enhorabuena, Lore —sonríe mirándome—. ¡Chiquitín! ¡Ven con tu tío favorito! —exclama quitándome a Lucas de los brazos.

Niego con diversión y en seguida saludo a Lucía y a mis suegros, que han salido a la entrada a recibirnos con ganas.

—Qué cabrona. Empezaste bien el año, ¿verdad, perra? —ríe Lucía señalándome el cuello.

—Cállate —ordeno soltando una carcajada antes de caminar al salón para saludar al resto.

Después de unos minutos de saludos y felicitaciones, Dani se sienta en el sofá a hablar con sus tíos mientras que yo me voy al comedor a hablar con sus primas y con Lucía.

—Qué niños tan guapos os han salido, de verdad —sonríe Nuria, que tiene a Lucas en brazos desde hace un buen rato—. Quién me iba a decir a mí que mi primo Daniel se iba a enamorar e iba a centrar la cabeza.

—Sí, de Jesús nos lo esperábamos más, pero Dani siempre ha sido un cabra loca —le lleva la razón Ariadna.

—La vida, que da muchas vueltas —ríe Lucía antes de hacerme un guiño.

—¿Y la boda para cuándo la tenéis pensada? —se interesa la tía de Dani mirándome.

—Nunca lo hemos hablado, la verdad —confieso encogiéndome de hombros—. Pero... solo tenemos veintidós años, tenemos toda la vida por delante para hacer lo que queramos.

—Yo quiero más nietos —ríe Eva con Martín en brazos—. Muchos más. Quiero muchos nietos a los que consentir.

—No te preocupes, mamá. No habrá problema con eso —sonríe Dani entrando en el comedor de buen humor—. ¿Qué tal hijo? ¿Te están torturando con cosquillas y pedorretas? —vacila quitándole a Martín de los brazos a su madre—. Mira que eres guapo, jodío —sonríe dándole un beso en la mejilla—. ¿Necesitas algo, cariño? ¿Algún pañal que cambiar? ¿Quieres tomar algo? ¿Me llevo a los niños?

—No te preocupes —río al ver cómo se acerca a Nuria para colocarle la camiseta a Lucas.

—No tienes suerte ni nada con él —ríe Nuria al ver la actitud de Dani—. Te quejarás con el marido que te ha tocado.

—Técnicamente no es mi marido —le hago notar con una sonrisa.

—Técnicamente podrías callarte —ríe Dani dándome un beso corto—. Me gusta como suenan las palabras "mi marido" en tu boca, y más si es de mí de quien hablas.

Sonrío sin poder evitarlo y le miro por última vez antes de mirar a las chicas y centrarme en de nuevo en la conversación. Al momento, Dani se sienta en una silla a mi lado y se tumba a Martín sobre el regazo para empezar a tocarle la nariz con suavidad al ver cómo se toca la oreja derecha cansado. Minutos después, Martín se queda dormido y Nuria le tiende a Lucas, a quien en seguida se coloca contra el pecho y le duerme en cuestión de minutos. Le miro derretida, observando cómo Martín duerme sobre sus piernas y cómo Lucas descansa comodamente sobre su pecho. Es el mejor.

—Deberían darte un premio al papá del año —sonríe Lucía mirándole—. Es increíble el amor que les demuestras desde el primer día. Son muy afortunados de teneros como padres, a los dos.

Miro a mi alrededor con una sonrisa, dándome cuenta de que todas le miran enternecidas, y niego divertida antes de coger a Martín en brazos y tumbarle en el carro.

Empieza bien el año. Empieza muy bien el año.

Siempre Tú II [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora