Siempre Tú II [RESUBIDA]

Capítulo 40.

Daniel

Me despierto a mitad de la noche cuando el llanto de mis hijos se cuela por mis oídos. Abro los ojos de golpe para comprobar que Lorena también se ha despertado, y le doy un beso en la mejilla antes de levantarme de la cama y dirigirme a la habitación de los mellizos, donde me les encuentro llorando de pie en sus cunas.

—Ya está, enanos —susurro cogiéndoles en brazos y sentándome en la butaca que hay entre ambas cunas—. ¿Qué os pasa? La música sigue sonando —me extraño mientras los dos lloran contra mis hombros sin control—. Vamos, chicos. Despertaréis a mamá.

—¡Má! —grita Lucas señalando la puerta entre sollozos.

—¿Qué te pasa, cariño? —pregunta Lore apareciendo en la habitación y cogiéndole en brazos—. Qué lágrimas tan feas —sonríe dándole un beso en la mejilla antes de que él se recueste sobre su hombro y se tranquilice—. ¿Qué ha pasado? —se interesa mirándome cuando Martín también cesa su llanto.

Me encojo de hombros en silencio y sonrío levemente para empezar a dejar caricias en la espalda de Martín, relajándole al instante.

—Habrán tenido una pesadilla, están en la edad de los terrores nocturnos —murmuro viendo cómo Lucas se lleva una mano a la oreja después de que Lorena le dé el chupete—. ¿Dormimos con ellos?

—¿Te quieres meter en la cuna? —me vacila con una sonrisa.

—Vamos a la cama, anda, que son las cuatro de la mañana —carcajeo de buen humor, levantándome de la butaca.

Lorena

Después de una larguísima noche en la que no han faltado los llantos, los gritos y el insomnio, abro los ojos cuando la luz del sol se cuela por la ventana y me encuentro con Lucas completamente dormido encima de mí, mientras que Martín descansa entre los brazos de Dani. Sonrío sin poder evitarlo al ver la estampa y cojo mi teléfono para hacer una foto antes de que se despierten. Después de subirla a instagram, dejo a Lucas con mucho cuidado en el colchón y me levanto de la cama para bajar a la cocina.

La semana que viene saldrá a la venta mi novela, y la verdad es que estoy increíblemente nerviosa. De momento haremos un par de firmas en Madrid y en Sevilla, y dependiendo de cómo funcione, nos plantearemos una promoción nacional del libro. Esto me preocupa porque significará pasar mucho tiempo fuera de casa, pero a la vez me tranquiliza porque los niños tienen vía libre para acompañarme en todos los viajes que haga. Todavía son muy pequeños, y yo no pienso priorizar mi carrera antes que a mi familia.

—Es pronto, cariño. ¿Qué haces despierta? —pregunta Dani apareciendo en la cocina con Martín en brazos—. No has dormido nada esta noche, ¿por qué no subes y te acuestas?

—Porque no tengo sueño —río cogiendo a Martín después de darle un beso—. ¿Quieres subir tú a dormir?

—No, he quedado en una hora con los chicos y con tu madre para firmar unos permisos —suspira sirviéndose café en una taza—. No creo que comamos en casa.

—Llamaré a las chicas para que vengan —sonrío de buen humor—. Así les cuento que van a ser tías otra vez.

—Genial —sonríe dándome un beso—. Voy a subir a ducharme, ahora te veo.