Caminaba por la ya casi oscura acera de un lado de la calle, el sol decía adiós con pereza. Pocas personas andaban por allí. Había recorrido este camino incontable veces de ida y vuelta. Pero esta vez volvía a casa casi oscureciendo, luego de un pesado día de inscripción de clases, era la única escuela con secundaria de Ranswell. Mi último año y había una gran cantidad de estudiantes haciendo 'fila india' para inscribirse. Yo era una de las últimas. Por ello la razón de mi retorno a casa algo tarde.
Miré hacia atrás. Las pocas personas que me estaban acompañando se habían esfumando junto con la luz del sol. Sentí temor. Tomé mi cartera y metí mi mano buscando mi celular, me fijé la hora y ya marcaban las 7:45 p.m. Apresuré el paso.
Doblaba por la esquina faltaba como 300 metros para llegar a casa, caminaría 200 metros hacia adelante y luego daba vuelta a la esquina, caminaba 100 metros y ya estaría en casa.-Hola preciosa, ¿Por qué tan sola? -Una voz gruesa y nada tranquilizadora me sacó de mis pensamientos.
Miré hacia atrás. Un auto, vagoneta grande y negra. Un hombre sentado en el lado del acompañante del conductor, sacaba la cabeza y me miraba fijamente. El auto estaba en movimiento lentamente mientras yo caminaba, supuse que había alguien conduciendo.
La vagoneta frenó. Y el hombre que me había hablado bajaba del auto. Miré asustada pensando lo peor y lo siguiente que supe es que estaba corriendo con todas mis fuerzas, corrí unos 100 metros aproximadamente y miré hacia atrás, la vagoneta me seguía. Corrí un poco más y sentí que la respiración me faltaba y mi pecho apretaba. Contuve el aliento y luego corrí a la puerta de la casa más cercana y presioné el botón del timbre.
- ¿Hola? -Alguien hablaba por el micrófono del timbre, no diferencié si era mujer u hombre.
Un pequeño susurro nació de mi boca. -Por favor ayúdenme. -Rogué con la esperanza de que aquella persona detrás del timbre fuera mi salvador.
-No escucho, ¿Puede hablar más alto? -Una voz masculina brotó del timbre.
Miré y la vagoneta avanzaba poco a poco mientras los que la conducían reían a carcajadas.
- ¡Ayúdenme por favor! -Grité al timbre con desesperación y las lágrimas empezaron a caer.
Casi entregándome a mi destino ¡clack! el seguro de la puerta fue liberado. Empujé la puerta y entré corriendo.
Vi a una persona que venía hacia mí, era un adolescente 17-18 años de edad. Corrí hacia él y lo abracé, abracé a la persona que me había salvado.
Mi cabeza reposó en su hombro y las lágrimas corrían más a prisa y pronto un suspiro de alivio murió en el aire.El no se movió.
¿Qué hubiera pasado si no abrían?, ¿Quiénes eran esos hombres?, ¿Querían secuestrarme? De esto último si estaba segura.
De pronto me caí en cuenta, estaba abrasando un extraño en su casa. Bruscamente me separé de él y me limpié las lágrimas.
-Lo... lo... Yo... Lo siento. -Fue lo único que pude decir antes de que las lágrimas se me escaparan nuevamente.
-Tranquila. -Dijo con voz penetrante y una corriente recorrió todo mi cuerpo. -Ven, pasa. -Me extendió su mano.
Miré alrededor y estaba en un amplio jardín bien cuidado. Pasar era una opción más segura que dirigirme a mi casa. Tomé su mano, con la mía. La diferencia es que yo temblaba. Al instante sentí su piel, cálida y suave y me sentí segura.
Estábamos en lo que parecía ser la sala. Unos cuadros por aquí, unos floreros por allá.-Siéntate. -Me ordenó con voz amable.
Me dejé caer en un sofá negro y confortable.
Seguí escaneando la sala, al frente de donde estaba sentada había una ventana, miré a través de ella, el cielo estaba totalmente oscuro y unas pocas estrellas lo iluminaban. Un pequeño insecto volador se dirigía hacia la luz de la sala, pero no podía entrar, el vidrio de la ventaba obstruía su paso.
Un vaso de agua delante de mí, hizo que levantara la vista. Estudié lentamente las facciones de su rostro, él tenía ojos marrones, una respingada nariz y unos labios rojos naturales, que los hacían apetecibles.- ¿Quieres un poco? -Me miró algo preocupado, asentí y tomé el vaso. Me sentí avergonzada de haber estudiado cuidadosamente su rostro mientras él me ofrecía agua.
Tomé un pequeño sorbo y me mantuve callada. Mis ojos se perdieron en un florero que había frente a mí, encima de una pequeña mesita.
-Y bien... -Dijo mientras se sentaba en otro sofá negro ubicado en frente, más allá de la mesita. -¿Cuál es tu nombre?
Me tomó unos segundo procesar la pregunta. -Sierra. -Dije tímidamente mientras tomaba otro sorbo de agua.
-Soy Treux. -Tomó un poco de aire y continuó... - ¿Qué sucedió? -Al instante me di cuenta que él no sabía cómo lidiar con situaciones como la que acababa de ocurrir. De hecho estas situaciones no eran comunes. Porque un experto no preguntaría eso. Un ¿Estás bien? Funcionaría mejor.
Repasé en mi mente lo que sucedió, y las lágrimas nuevamente recorrían mis mejillas. El miedo volvió y me sentí avergonzada de que un desconocido 'apuesto' me estuviera viendo llorar. Odiaba llorar delante de las personas, mucho más delante de un desconocido.
-Yo... Uh... ¿Estás bien? -La pregunta que esperaba estaba siendo lanzada. Noté el nerviosismo en su voz.
Asentí con la cabeza. Y alcé la vista hacia él. Me miraba también. Su cabello estaba alborotado ¿Quién podría estar bien arreglado con una situación así? La vergüenza me llenó nuevamente al imaginarme cómo me veía en este preciso instante. Sin dudarlo estaba un desastre.
Caí en cuenta nuevamente que estaba en casa de un desconocido llamado Treux y el miedo de que él fuera como aquellos dos tipos que me seguían en la vagoneta me hizo sobresaltar.
- ¡Tengo que irme! -Dije mientras me levantaba de un salto del sofá.
-No puedes. -Respondió al instante, mientras se levantaba del sofá. Mi cuerpo se tensó. Y ahora sí sentía temor. -Digo... No puedes porque ya es demasiado tarde. Está muy silenciosa la calle.
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Sintiendo Cosas Que Nunca Pensé.
Romance¿Enamorarse o no enamorarse? ¿Qué es mejor? La respuesta es fácil: no enamorarse. Todas las personas tenemos la certeza de que la vida es más sencilla cuando no nos gusta nadie. Lamentablemente no podemos elegir enamorarnos o no. Solo sucede. Sin qu...