Capitulo 32

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-¡Absolutamente no! No, no, no y no -Kelly estaba histérica, su voz sonaba histérica. Estaba dañando mis tímpanos. Me acurruqué más y cubrí mis oídos, intentando perderme en el silencio.
No funcionó.
-Puedo manejar esto -decía Treux-, necesito explicar...
-¡Ya has hecho demasiado! -reclamó Kelly al borde de la rabia-. Ella está así por tu culpa. Ahora déjame pasar...
Se oían pisadas acercándose, pronto algo las detuvo.
-Kelly -llamó Treux-, por favor. Necesito decirle que lo siento. Soy un idiota, lo sé, necesito arreglar esto. Realmente me importa ella. Realmente lo hace.
Mi corazón se estrechó, ¿a quién se refería?
Un suspiro exasperado por parte de Kelly.
-¿Cómo quieres que confíe en ti? -dijo casi en un susurro-. ¡Cielos santos! Mírala, se ve tan miserable...
-Voy a decirle-susurró Treux-. Ella me odiará, pero necesito decirle. Escucha, no voy a hacerle nada, (si es eso lo que te preocupa), en serio, quiero decirle esto yo mismo. Antes de que alguien más lo haga.
Un silencio prolongado. Imaginé que ambos se sostuvieron la mirada.
-La quiero de regreso aquí en veinte -dijo Kelly-. Confío en ti.
El auto se puso en marcha pronto, sacudiéndome ligeramente. Estaba en el asiento trasero, y justo en el momento que él se montó en el asiento del conductor su perfume llenó todo el ambiente.
Oh. Cielos. Menta. Menta refrescante.
Me acomodé más, desde ya hace algunas horas no me importaba nada. Era como si mi cerebro estuviera bloqueando mi capacidad de deducir entre lo que estaba bien y mal.
Él condujo en silencio unos minutos, los cuales me parecieron eternos. Yo estaba ansiosa por oír lo que me tenía que decir, ¿tan malo era que pensaba que lo odiaría?
-¿Treux?
Él no dijo nada, unos segundos después detuvo el auto.
Abrí los ojos finalmente. Distinguí el contorno de su trabajada espalda. Treux se despeinaba el cabello en señal de nerviosismo, ¿dónde estábamos?
Me incorporé suavemente lo cual me provocó mareos, ¿así se sentía cuando estabas drogada? Odiaba esto. Realmente. Y, ¿en qué momento me drogaron? Porque yo estaba segura que jamás aceptaría nada de eso. Jamás. Tampoco había aceptado ninguna bebida, ¿cómo demonios había resultado drogada? ¿James lo había hecho?
Miré los alrededores, estábamos rodeados de árboles y oscuridad. Me sentía adormecida, era como si todo fuera irrelevante. Nada tenía un propósito para mí. Así que lo que me había cuestionado anteriormente desapareció para dejar mi mente en blanco.
Empecé a ponerme nerviosa, ¿qué hacíamos aquí? ¿debía sentir temor?
-Oye... -empecé a decir, pero Treux abrió la puerta y salió del auto. Él se estaba comportando de una manera realmente incómoda. Él no era así.
¿Acaso parecía nervioso?
Pronto estuvo en los asientos traseros junto a mí. Se sentó mirando fijamente hacia delante. Jamás actuaba así, estaba como hundido en lo más profundo de sus pensamientos.
Nuestros brazos casi entraban en contacto, se veía tenso.
-¿Estás bien? -pregunté llevando una mano a su frente, para asegurarme de que no estaba con fiebre. Se estremeció con mi toque.
Agarró mi mano y lo alejó de él. Me sentí avergonzada, ¿me había pasado con eso? Goshhh, sí que estaba drogada para atreverme a tocarlo de esa manera.
-Sí, estoy bien -me aseguró, aunque no le creí -¿Sabes por qué estamos aquí? -Clavó sus oscuros ojos en mí.
Rebusqué entre mis recuerdos lentamente.
-Me tienes que decir algo -reconocí-, aunque no creo que sea un buen momento ahora -me llevé las manos a mi frente, realmente me sentía algo estúpida.
Echó su cabeza hacia atrás con pesadez. Se veía cansado.
-Sierra, lo siento -dijo apretando los ojos-. Perdón por causarte todo esto...
-No -interrumpí-. Yo estaba por mi cuenta -una risa seca-, simplemente me lo busqué.
-Sierra, ¿por qué crees que los chicos te ignoraron? -aquello fue un golpe bajo.
Había coqueteado con algunos esta noche. Sí, he coqueteado, chicas. Y mi apariencia no era tan mala, ¿verdad? ¡Me tocaron el trasero! Goshhh, verdaderamente me había buscado eso, por vestirme de esa manera.
En fin, ellos -los chicos- dijieron algo acerca de que estaba 'tomada' y luego me ignoraron, ¿eso significaba que...?
Me sobresalté y me alejé al otro extremo.
-No. Tú no... -no quería creer eso. Él no lo había hecho, ¿verdad?
Él no podía haberme reclamado como un objeto. No. Eso era...
El dolor en su mirada me aclaró mis dudas.
-Sierra, en serio -se disculpó-. Yo no quería que nada de esto pase.
-¡Tú me reclamaste! -Escucharlo de esa manera se sentía tonto-. ¡¿Qué te pasa? ¿Tú sí puedes relacionarte y yo no?!
Esto último lo dije gritando. Frustración cubrió su rostro.
-¡Era la única manera de que David deje de coquetear contigo!
Quería llorar. Llorar de rabia. El maldito prostituto ni siquiera me permitía ser feliz. Él quería alejar a David de mí ¿por qué? Él estaba con la zorra de Rachell, ¿cuál era su problema? ¿Por qué tenía que hacerme la vida imposible? El dolor de cabeza se incrementó y me masajeé la sien.
-Sierra...
-¡No! -grité-. ¡¿Tú puedes tener novia y yo no?! ¡¿Cuál es tu maldito problema?!
-Esta noche no estabas haciendo un novio -dijo-. ¡Ese hombre pretendía violarte!
Me estremecí ligeramente, ya que el enojo bloqueaba mis otras emociones.
- ¡¿QUÉ SI YO QUERÍA TENER SEXO CON ÉL?!
Oh, Dioses, ¿esa había sido yo?
Eso ni yo lo creía. ¿James quería llevarme a la cama? ¿No íbamos a ir a la farmacia? ¿James me había drogado para, prácticamente, violarme?
Tan pronto como hube dicho esto me arrepentí. Treux estaba furioso, Él apretaba fuertemente la mandíbula y temí que pudiese desencajársela. Me empujé hacia atrás en un intento desesperado de alejarme de lo que pronto iba a explotar. Su mirada me intimidó.
-No querías eso -dijo entre dientes, conteniéndose.
Tomé respiraciones.
-Eso no lo sabes.
Y entonces cortó distancias con un rápido movimiento. Cerré los ojos fuertemente esperándome lo peor. Sentía su respiración agitada cerca, ¿o era la mía?. Nadie dijo nada por unos segundos, y finalmente abrí los ojos y me encontré con la oscuridad de sus ojos, los cuales tenía clavados en mí, ¿acaso no eran hermosos? ¿Cómo no podría enamorarme de él? En serio, no podían culparme de hacerlo.
-Quítate -ordené con voz temblorosa. Sí, tenía miedo.
Nuestros rostros estaban separados por unos cuantos dolorosos centímetros. Todo en mí lo reclamaba, pero su mirada furiosa me decía que él no pensaba lo mismo. Su cabello se encontraba perfectamente despeinado, era como si lo hiciera a posta, asegurándose de que me volvía loca. Incluso furioso me parecía atractivo.
¡Demonios! ¿Estaba así de loca?
-¿Querías acostarte con ese bastardo? -siseó entre dientes-. ¿Querías ser la aventura de una noche de ese tipo? ¿Querías arrepentirte toda tu vida de eso? ¿Eso buscabas?
No sé de dónde provenía todo el coraje que salía de mí. Probablemente de la maldita droga, sí.
-Qué irónico -dije imitando despreocupación, cuando estaba totalmente aterrada por su mirada-. ¿Acaso no eres tú el de las aventura de una noche?
Eso pareció tomarlo desprevenido. Abrió grande los ojos y su mirada furiosa se debilitó.
-Eso es diferente -. Y ahí estaba Treux aceptando que tenía venturas de una noche. Simplemente genial.
-¡Pues ilumíname!, maldita sea.
-¡Ellas no se drogan!
Oh. Cielos.
Oh. Cielos.
Oh. Santo. Cielos.
¿Acaso insinuaba que YO me había drogado a propósito? Golpe bajo, un gran golpe bajo. Realmente él no me conocía si pensaba eso de mí.
-Vete al infierno -. Escupí y me dediqué a bajarme de su apestoso auto. No me importaba dónde me encontraba, iba a llegar a casa por mis medios.
Me sujetó por la cintura, impidiéndome salir. Y pronto tiró de mí hacia él, por lo que quedé sentada en su regazo.
-¡Sueltame! -Empecé a golpear su pecho-. ¡Déjame en paz! -él no aflojó en ningún momento su agarre. Pronto los sollozos por mi parte se hicieron presentes y los golpes disminuyeron de intensidad -. Te odio, te odio, te odio.
Oh, por favor Sierra, las lágrimas para otro momento, ¿no ves lo estúpido que se ve?
Él apegó mi rostro a su pecho, acariciando mi cabeza suavemente mientras susurraba algunas cosas para calmarme. Decidí aspirar su olor. Glorioso.
-Lo siento -balbuceé finalmente-. Siento arruinar tu noche.
Colocó un mechón tras mi oreja.
-Oh, no te preocupes. Estaba esperando el llamado para salvar a una damisela, en realidad -bromeó.
-Gracias -dije-. Ha sido culpa mía por vestirme de esta manera. No sé en qué estaba pensando.
Una risa ronca resonó en su pecho.
-Estabas pensando en sacarme de quicio -aseguró-. No eh podido quitarte la vista toda la noche.
Sentí mis mejillas quemar.
-Me ha costado un esfuerzo monumental ignorar mis pervertidos pensamientos -le propiné un golpe, a lo que él rió -. En serio, voy a necesitar una ducha fría, justo después de esto.
Y entonces me besó, jalando mis labios con los suyos y ambos olvidando todo lo demás. Era solo él y yo.

Sintiendo Cosas Que Nunca Pensé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora