Capitulo 22

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-Así que por eso David no ha podido venir. -Kelly se llevó un bocado de comida a la boca. -Ya sabes, muchas veces los rumores son ciertos.
Asentí con la cabeza pues mi boca estaba llena.
Estábamos cenando juntas en el cuarto donde me recuperaba. Al otro lado podía oir los murmullos del resto de alumnos haciendo lo mismo. Yo había preguntado por David y ella me informaba que, luego de una minuciosa investigación, David no había venido al campamento y la Srita. Kuntz había respaldado las sospechas, diciéndole que David estaba enfermo.

Un día después de aquella aventura selvática, en la mañana, había intentado caminar, primero fue dificultoso, pero con perseverancia hasta la tarde de aquel mismo día ya podía dar algunas vueltas alrededor de mi cuarto sin sentir dolores.

Por otro lado, no había visto a Treux desde anoche, y empezaba a convencerme de que me había precipitado demasiado al salvar su trasero. Creo que al menos esperaba un 'gracias', pero por lo visto, era mucho pedir para un ser tan egocéntrico como él.

-Espero que no sea nada grave. -Dije después de tragar. -¿Qué han hecho hoy?

Kelly frunció el ceño. -La Srita. Kuntz nos ha obligado a lavar nuestra ropa en el rio. -Proferí una risita, lo cual no le hizo mucha gracia. -Con la excusa de que así ahorramos agua y que aprovechamos los recursos de la naturaleza. Nada que envidiar. -Tomó un sorbo de jugo de naranja. -¿Qué has hecho tu?

-A parte de parecer una loca dando vueltas por aquí, nada.

Las risas y los murmullos del otro lado me hacían maldecir mi tobillo, jamás hubiera pensado que este campamento podría ser tan aburrido.

-Preferiría eso. -Afirmó. -No hay nada divertido en que tus nudillos se irriten. -Miró sus nudillos. -Además voy a tener que desinfectar mi ropa cuando llegue a casa. El río debe estar plagado de bacterias.

-Buena decisión.

Cuando acabó el campamento, que duraba dos días, me senté con Kelly en el bus para volver a casa, luego de fulminar con la mirada a Jhon, claro. Era mi turno de Kelly, además la necesitaba más que él.

El lunes cuando llegué al colegio, pude distinguir que
tenía más ojos clavados en mí que lo habitual. Jamás había sido el centro de atención, por eso me molestaba mucho, hasta el punto de hacerme sentir desnuda, pero con un esfuerzo enorme las ignoré.

Cuando la Srita Kuntz me llevó junto con el director, lo cual había deseado fervientemente que lo olvidase o reconsiderase, puesto que era mi primera falta y eso que ni siquiera era mía, decidieron que, como faltaba personal en la biblioteca, dedicara una jornada del día desempolvando libros y ayudando a la bibliotecaria en lo que necesitase durante dos semanas.

Acepté.

¿Qué más daba de todos modos? No era como si tuviera delante de mí una gama de opciones de castigos de los cuales podía elegir.

***

Y así pasó una semana, luego de cada mañana de escuela, me dirigía a la biblioteca, donde la Sra. Toledo, una mujer madura de piel olivácea y con arrugas en la piel, me recibía con una alegre sonrisa la cual correspondía.

La Sra. Toledo era una viejita muy amable, con un conocimiento extenso por el hecho de que era gobernante de aquel gran imperio de libros. Aquella primera semana luego de desempolvar libros y acomodarlo por orden alfabético, me había puesto a charlar con ella. La Sra. Toledo me había insistido que la llamase Marta, me contó acerca de sus aficiones, que obviamente una era leer y la otra era hacer montañismo. No podía imaginarme del todo a ella practicando aquel deporte, pero había dicho algo que repercutía en mi mente en muchas ocasiones: 'Casi nada es imposible, querida'.

Sintiendo Cosas Que Nunca Pensé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora