Capitulo 18

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Las probabilidades de librarte de un chico que está encima de tuyo son bajas, teniendo en cuenta su peso, que es más elevado que el tuyo; las probabilidades de que yo me liberase de Treux eran nulas. Intenté con todas mis fuerzas, por la izquierda, por la derecha, y lo único que conseguí era las carcajadas socarronas de él. Tenía sostenidos mis dos brazos con una mano, por lo tanto me dejaba inmóvil.

Y mientras hacía mis cálculos de probabilidades (sí, lo sé, supernerd), vi la luz -la solución-. Una señora se paseaba cerca.

Le pedí ayuda gritando.

Primero, su rostro se pintó de confusión y luego, cuando Treux me hizo cosquillas con su mano libre y empecé a reír como loca, ¡me envió un guiño!

¿¡Qué, un guiño!? Yo necesitaba más que eso. Pero, ¿quién ayudaría a una chica que está riendo -casi convulsionando-porque un chico le hace cosquillas? Déjenme decirles que NADIE. Probablemente encuentren más divertido observar, que ayudarle a liberarse. Al menos eso yo haría.

Cuando dejó de torturarme con cosquillas, le miré seria.

-¡Fuera! -ordené. -Apártate. -Mi voz sonó furiosa y puse la mirada más seria que encontré.

El maldito tenía una sonrisa en su rostro. -Solo si me prometes algo.

Rodé los ojos. Rayos. Era la única salida.

-Qué. -Lo miré fijamente, no quería verme débil.

-Prométeme que me dejarás hablar. -Su voz empezó a enviar corrientes a través de mí. Lo que fue difícil de rechazar, pero lo logré.

-Estás haciendo exactamente eso ahora. -Le dije.

-Pero si estás libre empezarás a correr.

-Está bien, está bien. -Acepté.

-Déjame decirte que si intentas correr otra vez, piensa en las consecuencias. -Dijo.

¿Consecuencias? ¿A qué demonios se refiere? E ignorando eso, asentí con la cabeza.

Se apartó suavemente, con cuidado, sacando su brazo que mi espalda aplastaba.

Un gran respiro. Al fin libre.

Cuando estuve de pie, crucé los brazos sobre mi pecho. Él me miraba divertido.

Estúpido.

¿Divertido? ¿Qué en el infierno, tenía de divertido estar debajo de alguien?

-Habla. -Indiqué, cuando él no dijo nada.

-¿Caíste a propósito para tenerme encima tuyo?

¿En serio?

-Claro que no. -Dije sin vacilar.

-¿Estás segura? -su sonrisa creció aún más. -Porque... No
te culpo. ¿Quién se puede resistir a semejante belleza?

-Bastardo ególatra. -La furia en mí ya estaba fuera.

Me miró sorprendido. -¿Acabas de insultarme? -Dio un paso en mi dirección. Ahora solo un miserable metro nos separaba.
No me moví.

-Acabo de decirte tu verdad.

Carcajeó. -No importa. Te perdono, Sierra. Solo porque me
encuentras sexy.

¿Está de broma? ¿Cierto?

Juro que en ese momento quería darle una gran bofetada.
¿Una? Oh, no, no. Me corrijo. Más de diez bofetadas. Y sí que se las merecía.

Me contuve.

-¿Eso es lo que querías decirme? Qué pérdida de tiempo.

-Aún no lo has negado. -Sonrió.

Sintiendo Cosas Que Nunca Pensé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora