Capítulo 1[Parte 2]

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Miré a mi alrededor buscando mi bolso, necesitaba llamar a mamá y decirle que estaba bien, que pronto llegaría a casa.

— ¿Mi bolso? —Pregunté al darme cuenta de que no estaba cerca.

— ¿Bolso? Yo no vi ningún bolso. —Dijo algo confundido.

—Yo traía un bolso, necesito llamar a... —Hice una pausa al imaginarme que había perdido mi bolso cuando escapaba de aquellos hombres.

—Puedes llamar. Ten. —Me ofreció amablemente su celular para llamar ¿Por qué se preocupaba por mi? Claro, es obvio. Estoy en la necesidad de alguien que me ayude y el amablemente se está ofreciendo. Es un acto desinteresado ¿En qué estabas pensando, Sierra?

Tomé el celular y marqué el número de mi casa y esperé a que alguien contestara. Treux me miraba.

— ¿Hola? —Era la voz nerviosa de mi mamá. — ¿Sierra?

—Mamá, sí, soy yo. —Dije mientras tomaba un respiro. —Estoy bien.

— ¡Sierra! Te estuve llamando ¿Por qué no contestas? —Se escuchaba algo alterada. —Estaba muy asustada. —Dijo con voz temblorosa.

—Mamá, no pasó nada. —Expliqué. Miré hacia Treux, quien no se había movido de lugar. Frunció el ceño. Lo que hizo que se me escapara una leve sonrisa. —Solo que perdí mi celular.

— ¿Perdiste tu celular? ¿Dónde estás?

—Estoy en camino, mamá. Ya llego. —Expliqué.

—Está bien cariño, pero... ¿De dónde me llamas? —Me di cuenta que estaba llamándola, cuando dije que perdí mi celular. Miré a Treux, quien parecía esperar una repuesta también. —Yo... Un amigo me está prestando una llamada. –Dije, imaginando en lo que pensaría mi madre.

— ¿Un amigo? —dijo desconfiada.

—Sí mamá. —Dije mirando a Treux. Él sonreía, pronto un leve sonrojo en mis mejillas aparecería. Agaché mi cabeza de la vergüenza. —Mamá te explico cuando llegue. Adiós.

—Está bien, adiós. —Finalicé la llamada y extendí mi brazo en dirección a Treux que me miraba divertido. —Gracias. —Dije mientras le devolvía su celular. Sus dedos con mis dedos hicieron contacto y sentí otra corriente similar a la que había sentido recorrer mi cuerpo.

— ¿Un amigo? —Dijo cuando acabó de guardar su celular en el bolsillo trasero de sus jeans, que estaba rasgado la parte de la rodilla.

Cuando acabé de mirar sus jeans, me di cuenta que él había preguntado algo. No tomé atención.

— ¿Eh? —Dije mirándolo a la cara.

—Dijiste que era un amigo.

—Uh... Si... Eso dije. —Quería sonar indiferente. Pero su mirada me dijo que lo hacía mal. —Me salvaste. —Dije finalmente. —Eso te convierte en mi amigo.
Calló por un momento.

—Bien... Amiga. Creo que mi deber es acompañarte a casa. —Hizo una pausa. —Entonces, espera. Voy a por las llaves del auto.

—No, no es necesario. —Dije al instante. —Mi casa está cerca. —Tomé un respiro. —Creo que puedo irme sola.

— ¿Sola?, ¿Estas bromeando, cierto? —Dijo sorprendido. —Después de lo que casi te ocurre, ¿Quieres irte sola?, ¿A esta hora?

Me pregunté por qué se preocupaba por mí, de todos modos era todavía una desconocida para él. Y el pensamiento de que él estaba haciendo su obra buena del día cruzó por mi cabeza nuevamente. Él es lindo. ¿Qué te hace pensar que se fijaría en ti?

—Bueno, apago las luces y vamos. Espera un segundo.

Salí de la sala y me encontré en el jardín. Había un camino de cemento que conducía a la puerta de salida, en los bordes del camino crecían unos tulipanes amarillos. Todo lo demás era pasto con algunos arbustos cortados de diferentes formas. Miré al cielo, pocas estrellas brillaban. Solté un suspiro.

—Cuando hay un apagón se aprecian más. —Me encontré a Treux a mi lado observando el cielo conmigo. No me había dado cuenta de su presencia. ¿Hace cuánto me estaba observando?

—Mmm... Si, supongo. —Dije dejando escapar otro suspiro. ¿Sierra? Últimamente como que estas muy 'suspiradora' ¿No?

—Vamos. —Dijo mientras me guiaba a la salida.
Llegamos a la puerta y cerró.

—Por aquí. —Dije mientras apuntaba la dirección.

El me siguió y caminamos.

Un silencio incómodo no envolvió. O a lo mejor solo era incómodo para mí. No se me ocurría nada sobre qué hablar. Odiaba los silencios incómodos.

— ¿Cuántos años tienes? —Preguntó él finalmente.

—Dieciséis. —Dije. — ¿Y tú? —Pregunté para seguir la conversación.

—Diecisiete. —Dijo.

—Ah... ¿En qué colegio estudias? —Él sonrió. Y entonces me di cuenta lo tonta que había sido. El estaría en secundaria y aquí en Ranswell solo hay un colegio con secundaria. Quería que la tierra se abriera y me tragara. Solo en sentido literal, claro.

—En el mismo que el tuyo. —Dijo. Haciendo más grande su sonrisa. —No te culpo por decir tonterías y estar nerviosa. —Dijo. —Es normal que las chicas se pongan así cuando están conmigo.

¡Perfecto! Él era el tipo de chico engreído y orgulloso. ¡Argh! Como odiaba a esto chicos, se creían más que uno y pensaban que eran perfectos. Pero yo no podía odiarlo, él me había salvado. O quizás eso era una excusa porque me empezaba a gustar. ¿Qué estás diciendo, Sierra? Él no te puede gustar, es el tipo de chico que nunca se fijaría en ti. Además a ti no te gustan los engreídos y orgullosos.

—Ah... —Dije sin fingir mi fastidio.

— ¡Eh! —Dijo pasando su brazo por mi hombro. —Solo jugaba. Pero es obvio que soy apuesto.

— ¿Qué te hace pensar eso? —Dije mientras me soltaba de su agarre. Obviamente no quería, pero también no quería que él me viera como esas chicas a las que podía dominar y con las que se engreía más. Yo no era de ese tipo.

—La manera en la que me miras. —Respondió mientras me miraba.
Golpe bajo, Sierra.

Agradecí que la calle estaba algo obscura, porque así el no podría ver el sonrojo que levemente iba apareciendo. Agaché mi cabeza.

—Te miro normal. —Dije. Mientras lo fulminaba con la mirada. —Como a cualquier otra persona.

—Bien, bien. Si tu lo dices... —Esa respuesta decía que el no me creía.
Pronto estábamos en la puerta de mi casa.

—Llegamos. —Dije mientras me paraba dándole la espalda a la puerta. —Gracias. —Tomé una pausa. —Por todo.

Asintió con la cabeza. —No hay de qué. Es lo que un chico apuesto haría por una dama. —Dijo engriéndose más.

Me sonrojé, esta vez el me podía ver perfectamente. Arriba de mí la lámpara que alumbraba el pórtico de mi casa estaba encendida. Rápidamente entré a mi casa.

Ojalá él no se hubiera dado cuenta.

Sintiendo Cosas Que Nunca Pensé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora