Scene forty three.

476 49 15
                                        

Fire meet gasoline.

-¿Ya viste amor? ¡Parecen tocinos colgando!- musitó señalando hacia el techado del centro comercial, de el colgaban listones en tono rojo y plateado, además de que estaban en forma ondulada, por ello José le encontraba un parecido a tocinos.

Ella rió.

-¿Qué diablos?

-Es que míralos bien, parecen tocinos.- insistió pero ahora riendo.

-Que ocurrencias las tuyas José.- negó con la cabeza.

-Eh... quizá pero, no me vas a negar la existencia del fenómeno ovni.- meneó las cejas.

-No estamos solos en este mundo, es lógico.- apoyó.

-Turururutu.- emitió él haciendo ademanes con las manos.

-¿Qué harías si te toparas a uno?- preguntó.

-Um, no sé... decirle como ¿vienes en son de paz o qué chingados?- se carcajeó- no es cierto, la verdad, no tengo puta idea. ¿Y tú?- volteó a verla.

-Seguro y grito del miedo- se encoge de hombros- estoy igual que tú, no sabría qué hacer.- hace un puchero.

-Te van a raptar por chaparra y chula.- besa su mejilla.

-A ti, por guapo.- entrelazó su mano con la de él.

Llegaron a la tienda vans, ahí José compraría un par camisetas, con eso de que tiene ciento sesenta, para terminar poniéndose las mismas o a menos que ya las haya usado mucho antes y uno lo duda.

-¿Y si compras este amor?- sugirió alejandra, un suéter de mezclilla con capucha negra y mangas del mismo tono.

-Hm- se frotó la barbilla- no está mal, me gusta.- lo tomó.

-Es talla grande.

-Me queda.

Luego de recorrer la tienda, a fin de cuentas José terminó comprando aquel suéter que su novia le sugirió y tres camisetas, una en tono azul marino y otra en tono rojo, la otra era de vestir en tono gris pero esa última la compró en otra tienda. Fueron hacia otras tiendas, una de ellas: Charlotte, ahí alejandra compró un vestido strapple con vuelo en color melón, una blusa de encaje blanca de manga larga, junto a unos leggins azul rey, incluyendo accesorios, usaría ese segundo conjunto para cuando fuesen al Times Square por la noche. Así es, él le propuso ir y ésta aceptó.

Para ser el primer día en Nueva York, todo iba de maravilla ¿y al anochecer? Seguro iban a pasarla mejor.

*-*-*-*-*-*-*

La tarde-noche llegó, ambos regresaron al hotel, lo primero que hicieron al entrar a la habitación, fue dejar las bolsas de sus compras en el sofá y soltar un suspiro, más sin embargo aún les quedaba energía, cuya utilizarían primeramente para elegir su ropa para ir al Times Square, aunque también para ir a cenar.

José la tomó desprevenida y le robó un beso, cálido y tierno que ella no dudó en corresponder, tomando de su cabello y él de la cintura apegándola más a su cuerpo.

Y gracias a ese beso tan lindo, acabaron en la recámara.

« Es peligroso dejarse llevar por el amor pero quiero quemarme contigo esta noche. Hiéreme. »

Los besos ascendían de tono, volviéndose de tan tiernos y cálidos, a unos más intensos llenos de pasión, provocando que su ritmo cardiaco aumentara. La ropa empezaba a estorbar, como un objeto que sabes que no te hace falta y prefieres desechar para no tenerlo de relleno.

The Reason.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora