Scene forty two.

531 43 21
                                    

New York.

Abordaron el avión, alejandra tomó asiento cerca de la ventanilla mientras que José acomodaba las maletas y luego tomaba asiento a un lado de ella, el tercer asiento quedaba vacío y rogaban que quedase así lo que fuese del viaje, por si en dado caso dormían un rato y después se ponían "melosos", no querían que esa persona que llegase a ocupar el lugar, les mirase raro o empezase a interrogarles por ello, querían ahorrarse eso.

-Tengo tanto sueño.- dijo José entre bostezos.

-Yo también amor.- hizo un puchero ella y recuesta su cabeza en el hombro de éste.

-Deberíamos dormir en todo el viaje ¿no crees?- besa su cabeza.

-Sí...

-Pero antes... ¿sabes lo que amo de estos aviones?- ella negó a duras penas- ¡quepo!- exclama sonriente- no como los otros en el que de a huevo tengo que caber, esos me cagan.- bufó.

-Eres un grandulón ¿qué querías?- ríe- mejor hay que dormir amor, en serio estoy cansada, tú igual, quizá para cuando lleguemos, estaremos con más energía.- dice haciendo círculos en su regazo.

-Ajá...- fue lo último que dijo él para caer en los brazos de Morfeo.

El viaje constaría de cinco horas, llegarían a las doce del mediodía en Nueva York que en el Distrito Federal serian las once de la mañana, es una buena hora, así ambos llegan a hospedarse en un lindo hotel para enseguida tomar una refrescante ducha, ponerse un conjunto de ropa invernal (algo ligero, como por ejemplo una blusa de manga larga y un suéter encima, junto a unos pantalones de mezclilla y unas botas) y salir a conocer la ciudad, ir al centro comercial y hacer unas cuantas compras innecesarias, porque vamos ¿quién en su sano juicio ha comprado algo porque realmente lo necesita? ¡Muy pocos! A menos que sean compras para la escu... já, patético.

A sólo dos horas de llegar a su destino, alejandra despertó, refregó sus ojos para poder ver con claridad, alzó la vista y vio a José dormido plácidamente, se veía tan hermoso, llevaba puestas sus gafas de sol, y su boca estaba entreabierta; tan quieto y como un ángel caído del cielo se miraba. Sonrió y besó su mejilla, éste se movió pero más no despertó.

Se le quedó viendo unos segundos y después se puso de pie para dirigirse al baño a hacer sus necesidades fisiológicas, con sumo cuidado pasó por encima de José quien permanecía profundamente dormido y cabe decir que iba de brazos cruzados ¿es que acaso estaba discutiendo en sus sueños? ¿O estaba molesto? Bah, absurdo pero posible a su vez. Se dirijo al baño que agradeció porque estaba vacío, cerró con pestillo, bajó sus pants negros junto a sus bragas, y bueno, lo que procede ya lo saben. Lavó sus manos, quitó el pestillo y salió del baño, y claro que bajó la palanca antes de lo ya mencionado.

De regreso a su lugar, la gente le miraba de pies a cabeza ¿cómo no? Su cabello negro estaba todo alborotado junto a su ya no recto flequillo, ahora estaba ondulado, además de que no llevaba ninguna gota de maquillaje ¿y qué decir de su vestimenta? Es con la que de vez en cuando suele dormir, básicamente como ella diría, iba hecha "un asco". Mientras que los demás, algunos vestían casual y otros sin duda parecía que iban a irse de fiesta, era cuestión de que el avión descendiera y éstos fuesen a paso rápido para llegar al evento, y no es joda.

Al llegar a su respectivo lugar junto a su novio, notó que él seguía igual, durmiendo como si en casa estuviese, soltó una risilla y con cuidado volvió a pasar por encima de él y tomó asiento.

-¿A dónde fuiste?- cuestionó él con voz ronca y soñolienta, sin abrir los ojos al sentir como ella se recargaba en su hombro.

-Al baño- respondió firme.

The Reason.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora