The Reason.

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Penultimate scene.

Dream.

Meses más tarde...

El viento fresco soplaba a la ligera, las hojas de los árboles caían, el sol estaba en el punto exacto para ocultarse y dejase a la luna salir para brillar e iluminar la ciudad junto a las bellas estrellas, el otoño había llegado al Distrito Federal, había tráfico en muchas partes, gente por aquí y por allá, niños haciendo travesuras, y por supuesto no podían faltar los criminales pero ellos eran más sutiles respecto a sus trabajos, cosa en la que no afectaba en lo más mínimo al resto de la muchedumbre.

Algunas parejas se encontraban cenando en los restaurantes de lujo y sumo prestigio, otras en el centro comercial comprando comida, utensilios para la cocina, el baño, etc. O simplemente paseaban en el parque y sus alrededores, platicaban en las bancas, miraban el atardecer cerca del lago que había ahí mismo, en sí, se la pasaban de maravilla.

-¿Todo bien?- cuestiona el pelinegro posicionándose detrás de su chica quien tenía su vista fija fuera del ventanal del departamento en donde podía apreciarse parte de la ciudad, estaba cruzada de brazos y no emitía siquiera un quejido- te noto muy seria.

Ella no responde en absoluto.

Él la abraza de la cintura y la apega a su cuerpo, en el hueco entre el cuello y hombro de ésta posiciona su mentón para verle de reojo. Sus mejillas estaban humedecidas, ella lloraba en silencio ¿por qué razón? No tenía jodida idea de ello cosa que le preocupó ya que siempre que sucedía algo, ella se lo hacía saber al instante pero ésta vez no, no ha sido así ¿y sería capaz de decírselo o simplemente callarlo y dejarle dudoso?

He ahí el dilema.

-Sa-Sabes que siempre voy a estar para ti a pesar de todo aquel altibajo que se nos presente, mi amor- musitó con firmeza ahora viendo hacia el mismo punto que ella fuera del ventanal, los edificios que podían apreciarse desde donde estaban- te amo demasiado.- besó su mejilla.

Ella suspiró con pesadez y un nudo inmenso en la garganta, alzó la mirada para encontrarse con la de él, la boca le temblaba, no hallaba las palabras adecuadas para confesarle el motivo por el cual ella estaba así, tan seria y llorando en silencio; sentía el estómago vacío y un dolor de cabeza que ya no aguantaba, pero sin embargo lo que más destacaba era miedo, miedo a la reacción que tendría él al decírselo. ¿Y si se molestaba? ¿Y si le llamaba mentirosa? O peor aún ¿qué tal si se iba sin decir nada y ya no volvía a verla? Eso dolía cual cuchillas rasgando tu piel.

Lo encaró, causando que le viese con desconcierto y curiosidad, lo tomó de ambas manos y le miró fijamente, sus ojos estaban cristalizados y las lágrimas no cesaban, tomó una bocanada de aire para en el momento exhalarla, era hora de la verdad y lo que viniese después, debía enfrentarlo.

-Lo perdí....- confesó con voz quebrada.

José le miró confundido.

-¿Qué?- enarcó una ceja.

-Lo perdí...- repitió de la misma manera.

-¿Qué perdiste?

-A nuestro bebé.- dijo torpemente, le abrazó y comenzó a llorar.

Él no correspondió a tal abrazo, había quedado en trance por lo ya mencionado hace un momento ¿ella había perdido al bebé? ¿De qué diablos hablaba? ¿Acaso se trataba de una puta broma? Porque vaya que no era chistoso el armar tal escenita y si es lo contrario, no le creería, para nada, ella no pudo haber estado embarazada de él, aun cuando éste se protegió, a menos que... sí, que el condón se rompiera ¿cómo? ¿Es que ella no se cuidaba? ¿De qué iba todo?

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