Había crecido. Stiles había crecido lo suficiente para no tener que ponerse de puntillas para besarle... aunque no por ello llegaba a la misma altura del armario de tres puertas, que afincó sus manos en la cintura del más pequeño, dejándose devorar por la boca ansiosa de Stiles, quien poco a poco encontró el sitio idóneo para sus manos: el cuello de Derek.
Ninguno de los dos rompió el contacto. Alargaban los besos al máximo posible, con dificultad para respirar, por miedo a que el otro decidiera que lo que estaban haciendo era una locura... Y es que era una locura, pero les encantaba estar así de locos.
Las manos del lobo adquirieron voluntad propia, comenzando a jugar con el borde de la camiseta de Stiles que, de repente, se separó para mirar a los ojos del lobo. Derek lo miraba tranquilo y famélico, nervioso y temeroso... ¿Cuántos sentimientos podía tener alguien en su mirada? Stiles perdió la cuenta antes de sonreír de medio lado y, tras quitarse su propia camiseta, volver a devorar los labios del lobo, que gruñó encantado por la actitud del muchacho.
Poco a poco, Stiles fue perdiendo también la habilidad de controlar sus manos, que tomaron conciencia propia y terminaron internándose bajo la camiseta del lobo, intentando memorizar cada uno de los recovecos que sus perfectos músculos formaban. Derek se separó súbitamente cuando uno de sus pezones fue acariciado y levemente pellizcado por los dedos del muchacho. Alzó la cabeza, echándola hacia atrás al mismo tiempo que de su pecho salía un gruñido intenso, placentero. Stiles, en cambio, lo miró con una sonrisa pícara que intentaba fingir infantil inocencia... antes de inclinarse de nuevo hacia delante y deleitarse de los leves gemidos que salían de los labios del lobo mientras él mordisqueaba y succionaba su cuello.
─Stiles... ─llamó el lobo. El muchacho se negó a parar para contestar y fue entonces cuando mordió con fiereza, haciendo que un gruñido fiero saliera del lobo.
Derek cambió las tornas con la facilidad propia de un ser sobrenatural. Stiles quedó empotrado contra la puerta de la entrada, con una leve risita al ver al lobo con los ojos azules brillando en la suave penumbra que inundaba la entrada. La pelea de besos y caricias cesaron, siendo entonces el turno de una batalla de miradas entre dos ojos avellana y otros de color azul eléctrico.
Pero poco duró el encuentro bélico, ya que el lobo decidió alzar con sus fuertes manos al muchacho por sus caderas. Las largas piernas de Stiles se anudaron en la cintura del mayor, que afincó sus manos en los glúteos del castaño para asegurarse de que no cayera mientras decidió volver al encuentro de esos hipnóticos labios, ahora hinchados y rojos.
Sus miembros, ya completamente duros desde que cruzaron el umbral de la puerta de los Stilinski, se rozaban con facilidad debido a la nueva postura y, cuando Derek decidió devorar también la nívea piel del cuello del humano, este comenzó a reír. El moreno se separó con el ceño fruncido para mirar a los ojos del chico, que se encogió de hombros con una indescriptible sonrisa.
─Tengo cosquillas. ─rió de nuevo el humano antes de escuchar el bufido del lobo, que volvió a enterrar sus labios en su cuello, ignorando por completo sus risitas.
¿Para qué molestarse en parar? El pulso de Stiles le decía más de lo que pudieran decir sus palabras... ese pulso arrítmico, desenfrenado y caótico le decía que no parara, le incitaba a seguir. Seguir besando, seguir mordisqueando, seguir degustando esa piel blanca surcada por incontables puntitos color canela que le volvían loco y le incitaban a borrarlos con su lengua una y otra vez.
Stiles movió sus caderas buscando más contacto con el lobo, que notó un tirón un tanto doloroso en su entrepierna. Nunca jamás había estado tan excitado; nunca antes había deseado tantísimo a una persona, sin importar el sexo...

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La Loba
Fanfiction¿Dónde está La Loba? Eso es lo que todos se preguntaban. Tras lo acontecido en México, la pelea de la manada de Beacon Hills contra Kate Argent y Peter Hale, Derek Hale desaparece junto con el clan de Las Calaveras para averiguar dónde está la tan i...