8. El arte de indagar (I)

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Esa misma noche, tras el encontronazo con el sheriff en la taberna y la posterior y extraña situación de descontrol de Derek, el lobo estaba bastante esquivo con Stiles. Por eso, cuando el humano apareció por la puerta del cuarto que compartían y se encontró de frente con Derek observando los libros de veterinaria que tenía sobre el escritorio, el lobo rehuyó disimuladamente del abrazo que le intentó dar Stiles. Pero el humano no era tonto. Al contrario, Stiles poseía una intuición mucho más allá de lo natural y se cruzó de brazos observando al lobo, que intentaba simular estar normal.

─Estás preocupado por lo de antes. -aseguró el humano seriamente.

─Lo que me sorprende es que tu estés así de normal. ─dijo simplemente el lobo yendo a su lugar habitual, el centro de la cama.

─Pues claro que estoy normal. ─aseguró el humano encogiéndose de hombros. ─No me has hecho nada y sé que jamás me harías daño.

─Stiles...

─Deja de darle vueltas. Perdiste el control y luego te controlaste.

─No me controlé. ─negó rotundo el lobo. ─Tú hiciste algo.

─Que ya te he dicho que yo no hice nada. ─rió Stiles. ─No te empujé ni nada por el estilo... Y aunque lo hubiera hecho, no tendría la fuerza suficiente. Y lo sabes. ─terminó acertadamente el humano, que vio la seguridad que el lobo tenía en su argumento temblar en sus ojos verdes. ─Así que ya sabes que fuiste tú quien decidió parar.

-Yo no fui. ─repitió el lobo.

─Pues entonces un ente sobrenatural que me quería proteger te empujó hacia atrás y te trajo a la realidad. ─dijo irónico Stiles, con un bufido que ridiculizó aun mas su sarcástico comentario.

─¿Tienes sueño? ─preguntó el moreno intentando cambiar de tema.

─No. Tenía pensado seguir mirando alguno de estos libros polvorientos.

─¿Te refieres a veterinaria o a los documentos de Deaton?

─En parte, ambas son de veterinaria... ─se burló Stiles mirando como Derek rodaba los ojos. ─Pero no, pensaba en mirar los manuscritos. ¿tú tienes sueño?

─Contestaré a unos mails de Cora y me acostaré.

─Si te molesta la luz, avísame.

─No te preocupes. ─negó Derek con la mirada ya posada en la pantalla de su teléfono.

Stiles comenzó a abrir uno de los bestiarios más antiguos de Deaton y miró de reojo a Derek.
El moreno estaba ahora concentrado en la pantalla de su teléfono móvil, toqueteando sin parar la pantalla de cristal líquido para escribir y contestar los correos que le mandaba su única hermana viva. Sin embargo, por un instante recordó lo sucedido aquella misma noche y un escalofrío cruzó su espalda:

El rostro completamente fuera de sí de Derek, la fuerza en sus manos, sus garras arañando sin dejar marca en su piel... A cualquiera le hubiera aterrorizado, cualquiera habría sentido terror, pánico... La sensación de impotencia que había tenido... No había mentido cuando dijo que sabía que Derek jamás le haría daño... pero en ese momento si que temió que Derek siguiera adelante.

Era absurdo... ¿No? Ellos ya se habían acostado, él no era virgen en absoluto y el sexo le gustaba y lo disfrutaba como el que más, pero... Sintió que Derek sería capaz de hacerlo sin su consentimiento y...
De nuevo una oleada de temor, tan semejante a la que sintió en el aparcamiento desierto de la taberna, le sobrecogió, sacudiéndole de dentro afuera, llevándoselo a unas horas antes, haciéndole rememorar y sentir todos y cada uno de los horribles pensamientos que le hubieran recorrido su mente.

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