17. La tortura final

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Derek caminaba como alma que llevaba el diablo por los largos pasillos del aeropuerto de Londres buscando la salida. Había pasado más de 20 horas encerrado en esos estúpidos aparatos voladores que parecían hechos de hojalata y en esos estúpidos edificios rodeado de gente estúpida que montaba jaleos innecesariamente absurdos.

Si. El viaje había sido insufrible. No solo por la niñita que daba patadas en el respaldo de su asiento; no por los padres que ignoraban las molestias que sus hijos ocasionaban; no por las innecesarias preguntas de la azafata si necesitaba algo... ¡Claro que necesitaba algo! Necesitaba a Stiles. Necesitaba estar a su lado y asegurarse de que todo fuera bien, de que se mejoraría, de que nada mas, jamás, le pasara a su bien querido Stiles. Si, había mandado a Ethan, Isaac y Jackson a cuidar de su humano mientras él llegaba, pero...

El viaje había sido un completo tormento, pero al menos ya había llegado y podría volver junto a Stiles... Después de tanto tiempo, lo único en lo que podía pensar era en abrazarlo tan fuerte que jamás se le volviera a escapar.

Salió de la terminal 7 y fue hacia la zona de taxis. Había estado tentado a alquilar un coche el mismo, pero los coches británicos eran manuales, nada de automáticos... Y para colmo conducían por el lado equivocado, según él.

Derek abrió una puerta del taxi y entró para darle las indicaciones al conductor, que lo miró como si se estuviera replanteando la idea de timar a alguien como Derek. Y con razón se lo estaba replanteando. Derek tenía un físico que ya de normal resultaba imponente y un aura que podía matar a alguien a escalofríos... Pero un "Derek ansioso" era algo que pocos podrían soportar:

Su ceño fruncido, los labios apretados y más escueto y tosco en palabras de lo normal. Por no mencionar, que su voz bajaba unas octavas, con una voz tétricamente grave y, para colmo, hablaba entre dientes como si te estuviera amenazando con una muerte lenta y dolorosa. ¿En qué se diferenciaba eso con el "Derek enfadado"? Para ser sinceros, en poco... Stiles era uno de los pocos afortunados en saber leer entre líneas y entender.

─Al hospital la Santísima Trinidad. ─dijo sin más, Derek, sacando su teléfono y empezando a marcar el número de Isaac.

─Al hospital. ─repitió para sí mismo el taxista, que puso el coche en marcha tras tomar la decisión de coger el camino más corto y económico.

─Derek, ya te he dicho mil veces que Stiles está bien. -dijo la voz de Isaac al otro lado del teléfono.

─Ya estoy en Londres. ─dijo rápido y entre dientes.

─¿Estás enfadado?

─Vete a la mierda y pásame a Stiles.

─Ahora mismo se está duchando... No, ya está. Ya ha salido. ¡Stiles! Mira a ver si calmas a Derek o se acabara comiendo al taxista.

─No comas a nadie. ─dijo Stiles con una risita porque sabía que, por lo que había dicho Isaac, Derek probablemente estuviera con su mueca de "ven y te muerdo" y, por lo tanto, el pobre taxista estaría muerto de miedo.

─No como a nadie.

─Ni los asustes.

─No asusto a nadie. ─dijo Derek, captando una mirada a través del retrovisor, no demasiado segura de lo que estaba diciendo el moreno. ─¿Algún problema por la noche?

─No, no... Todo bien. Yo he dormido como un bebé y los chicos han estado haciendo guardia... ¡No me dejan solo ni para ducharme!

─Les dije que no te dejaran solo en ningún momento. ─dijo simplemente Derek.

─Ya, bueno... Pues retira la orden durante un rato porque necesito ir al baño y, sinceramente, llevo muchos días sin tener intimidad para disfrutar de ese momento. ¿Lo pillas o tengo que ser más explícito?

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