20. El fin

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Después de que Derek fuera y comprobara que el paramédico que había mordido Stiles no se había convertido porque gracias al cielo aún no había desarrollado todos sus poderes, volvían a estar todos juntos despidiéndose en el aeropuerto a punto de embarcar.

─Venid de visita al menos, cabrones. ─dijo Stiles a los lobos que parecían haberse encariñado con las islas británicas.

─Lo intentaremos. ─añadió Isaac, como repuesta también de Jackson.

─¿Tú te quedas aquí? ─añadió Derek mirando a Ethan, que se encogió de hombros.

─Me quedaré una temporada... Después volveré a vagabundear hasta que me vuelvas a necesitar.

Derek asintió y tras un leve abrazo con el gemelo, pasaron por los arcos de sensor de metales. Tras pasar, Stiles se giró una última vez para despedirse de los lobos que se había movido desinteresadamente para ayudarle y no pudo soltar una lagrimita y despedirse sacudiendo la mano.

Subieron al avión y tras varias (y muchas) horas dije viaje en las que no faltaron abrazos, arrumacos y besos entre los dos lobos. Algunos pasajeros los miraban con ternura, pues se respiraba una atmósfera de puro amor y adoración entre ellos. Las horas pasaron casi sin darse cuenta, ya que ambos se quedaron dormidos, sin soltarse las manos, y por fin llegaron al aeropuerto de Beacon Hills. El coche patrulla del sheriff los esperaba prácticamente a la salida del edificio. Apoyado contra el coche, el sheriff esperaba nervioso, ansioso, el regreso de su hijo y Derek.

En cuanto los vio, el humano corrió hacia ellos y abrazó fuertemente a su hijo, quien respondió gustoso y lo devolvió con aún más fuerza.

─Controla la fuerza. ─advirtió el lobo veterano al muchacho recién convertido tras ver cómo el sheriff comenzaba a ponerse morado por falta de oxígeno.

─Uy. ─murmuró el más joven, recordando lo que Derek le había estado repitiendo durante parte del viaje en avión. ─Auú tengo que aprender mucho. ─se escusó el hijo del sheriff, rascándose el cogote al tiempo que su padre soltaba una carcajada.

─Todo, más bien. ─aseguró el lobo saludando con una mirada al sheriff.

─Bien bien... Vayamos a casa y me ponéis bien al día.

Los recién llegados asintieron y se subieron al coche del sheriff, que condujo hasta su casa. Una vez allí, Stiles se fue rápidamente a la ducha y, mientras tanto, Derek advirtió acerca de algunos de los cambios que presentaba Stiles en su carácter, así como de algunos temas que había comprobado que le afectaban demasiado como para mantenerse lo suficientemente en calma como para no perder su raciocinio humano. También le explicó el final de Salazar, ya que no habían querido dar demasiados detalles hasta que no hubieran regresado a Beacon Hills.

─Ahora supongo que te ducharás tú. ─declaró Stiles apareciendo solo con unos pantalones mientras se secaba el pelo, algo largo, con una toalla.

─Voy. ─dijo Derek levantándose de su asiento en el sofá.

Justo cuando pasó al lado de Stiles, este lo cogió con fuerza por un brazo para detenerlo y le dio un beso corto pero lleno de sentimiento.

─Date prisa. ─pidió el menor.

─Vamos, vamos... Que estoy delante, chicos. ─murmuró el sheriff mirando una de las estanterías como si fuera lo más apasionante en ese cuarto.

Stiles se rió al ver la actitud de su padre y soltó a Derek, que subió las escaleras para ducharse, mientras Stiles se sentaba al lado de su padre y comenzaban a parlotear despreocupadamente.

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