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6. Mi guardián

6. Mi guardián

—¡Aléjate de mí!—exclamé valientemente, al mismo tiempo que mi pecho resplandeció, mejor dicho mi colgante.

El muchacho se alejó de mí a las milésimas de segundo, haciendo que yo cayera al suelo. Sentada en el suelo, miré de reojo mi colgante que seguía brillando.

—Te lo dije—dijo divertido el anciano.

—¿Cómo lo hiciste?—me preguntó el chico.

—Es la sucesora de Claire—esta vez respondió Liam orgulloso de mí.

—¡Basta de tratarme como la sucesora de Claire!, tengo nombre y es Rosalie, ¿es muy difícil llamarme por mi nombre?—exploté en rabia. Eran muchas cosas la que estaban sucediendo y mi sistema nervioso estaba colapsando.

—Que carácter—rió entre dientes el chico de ojos azules.

—¿Tienes algún problema?―¡Ya basta, Rose! Si sigues así es capaz de matarte, me dije tras contestarle de aquella manera al chico.

Mi corazón se relajo al escuchar nuevamente la risa del muchacho. Ese tono lo hacía ver tan dulce, tan normal, tan pacifico. Pero, no era así.

—¡Ay, me desesperas!—me quejé y logré captar su atención. Una sonrisa se dibujo en su rostro, al mismo tiempo que avanzaba hacia mí.

—Rosalie…—dijo para sí mismo—Lindo nombre—seguía acercándose hacia mí, pero yo no iba a retroceder—¿Ahora vas a decirme por qué me llamas cada vez que te sientes en peligro?—¿Qué cosa? ¿Yo lo llamé?

—¡Discúlpame, yo nunca te he llamado!—grité furiosa—Quizás eres tú el metiche que se viene a meter aquí cada vez que me escucha gritar de miedo—le deje claro. Me encantaba ser así se fuerte para mis cosas, aunque tenía claro que iba a conseguir malos tratos por mi conducta.

—Estoy a kilómetros y por alguna estúpida razón, me es imposible no venir a socorrerte. ¿Qué cosa eres?—la misma pregunta que me hizo el día de ayer.

—Una humana, una humana que no sabe qué cosa hace aquí—las lagrimas de mi desesperación no tardaron en hacerse presentes en esta situación. Sentía el húmedo recorrido desde mis ojos hacia abajo.

Me arrodille en el suelo y bajé mi cabeza para que no me vieran llorar, no era nada más humillante en mi pueblo, que te vieran llorar.

—Rose…—sentí como Liam se apresuraba hacia mí para consolarme.

—Ni te atrevas—dijo el chico de ojos azules en un tono tan amenazante que se me revolvió el estomago.

—Pero…—se iba a quejar Liam.

—Pero nada—lo interrumpió—Tu abuelo acaba de mencionar el guardián oscuro y para su buena o mala suerte, yo lo soy—levanté mi cabeza automáticamente—Aunque, me da mucha flojera hacerlo…—puso sus brazos cruzados sobre su nuca y comenzó a irse.

Él no podía irse, ¡No, no y no!

—¡Detente!—le grité ahogadamente mientras intentaba ponerme de pie.

—¿Qué quieres?—se volteó hacia mí.

—No puedes irte…—balbuceé.

—Claro que si—se volvió a voltear y comenzó a caminar hacia la salida.

—¡Es la leyenda!—grité desesperada, no podía permitir que se fuese.

—¿Y qué me importa lo que Claire quería que yo hiciera?—me preguntó sin darse vuelta para mirarme.

—No te vayas—le supliqué. Por alguna razón mi corazón me decía que debía permanecer aquí. ¡Él sería el único que puede ayudarme a volver a casa! 

—Quiero volver a mi hogar y tú eres el único que puede ayudarme—argumenté.

Mi tono tan suplicante hizo que se detuviese y tras unos segundos de un desesperante silencio, habló:

—Ven conmigo—¿Qué cosa? ¿Me estaba invitando a ir con él?—Ven antes que me arrepienta—su frase me sacó del transe.

—¿A dónde la llevaras?—preguntó Liam.

—No te contestare maldito humano—empujó a Liam y este ultimo iba a defenderse cuando yo interrumpí.

—Vamos.

—¿Qué?—preguntó sorprendido Liam—Rose, es peligroso…—su tono angustiante me irritó aún más.

—¡Basta de decirme lo que es peligroso o no para mí! Yo sé cuidarme sola y tengo claro que esta estúpida razón por la que estoy aquí, es él…—señale al chico.

—Es un vampiro…—balbuceó Liam. Entonces mis pensamientos no estaban tan equivocados, era un chupasangre.

—Ya lo sospechaba… Pero también es mi guardián oscuro—miré a Casel que asentaba con la cabeza.

Quizás, era la peor decisión que había tomado en mi vida. Pero, ya estaba dentro de este lio y salir de aquí no me sería fácil.