15. Enferma

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15. Enferma

Pasaron las horas, los días, hasta que se cumplió dos semana desde que había vuelto a casa de Louis y Harry.

Las cosas no iban muy bien respecto a mí, cada minuto empeoraba mi estado. Estaba con fiebre muy alta y prácticamente no podía mover ni un poco de mi cuerpo.

Harry había salido a la montaña en busca de alguna medicina que pudiera servirme para mi recuperación. Pero, por otro lado estaba Louis que no tenía fe en mi recuperación, porque según él, esto era por el demonio que llevaba dentro de mí.

Estaba por oscurecer, cuando Louis volvió a entrar a mi habitación donde yo yacía acostada en la cama. Él simplemente se acerco a mí, tocó mi frente como lo hacía siempre. Pero, esta vez se quedo mirando mi cuello, mientras sus ojos se dilataban ante la sorpresa.

—¡Tu collar! ¿Por qué te lo sacaste?—me gritó estupefacto.

—Lo perdí—dije asustada ante su tono.

—¿Dónde?

—No lo sé...—y en ese momento comenzó un gran dolor de cabeza. Tan fuerte que no pude evitar a llevarme la mano a mi boca, para ahogar un alarido de dolor.

—Recuérdalo, eso puede salvarte—me decía mientras posaba sus manos en mis hombros y movía un poco.

—Esto que llevo dentro, antes de que pudiera invadirme, logró quitármelo de alguna forma—el dolor de cabeza aumentaba cada vez más. Definitivamente el demonio no quería que le dijera esto a Louis. Pero, por alguna razón él no podía tomar el control de mi cuerpo. Al parecer ambos estábamos en mal estado y débiles.

—Tranquila, te prometo que lo encontraré. Sé fuerte—me dijo antes que desapareciera frente a mis ojos.

El dolor físico que sentía en aquel momento era indescriptible. Mis piernas no me respondían para nada, con suerte podía mover mis brazos hasta cierto punto. El dolor de cabeza que me había dado al contarle a Louis sobre lo del collar, era algo inimaginable, como una jaqueca demasiado grande. Mi cuerpo sudaba ante la fiebre que llevaba hace ya un par de días, era agobiante y desesperante mi situación.

En mi pueblo jamás me enfermé de tal manera. Quizás era porque estábamos mentalizadas a no enfermarnos, ya que aunque a una le doliese la cabeza, o sintiera dolores en aquellos días debía seguir trabajando y era prácticamente involuntario que nos olvidáramos de nuestros dolores.

—¿Cómo te sientes?—volteé mi cabeza hacia la puerta y vi como Harry me miraba desde allí—¿Haz mejorado aunque sea un poco?—negué con la cabeza mientras mis ojos se ponían llorosos.

—Me siento peor—me daba pena mi voz tan débil, era patética.

—¿Louis donde está? - me preguntó y yo me largué a llorar—No llores, Rose—me pidió mientras me cobijaba en sus brazos.

—Está buscando mi collar—le respondí entre sus brazos. Era algo extraño abrazarlo, pero lo necesitaba—No quiero que le pase nada, tengo miedo—le confesé un poco avergonzada.

—Entiendo...—miró mi cuello pero intentó no preocuparme por aquel tema, aunque yo tenía claro que por dentro él moría por preguntarme qué había pasado con aquella importante joya. Pero, por un lado estaba agradecida de no tener que contarle y sentir su apoyo piel a piel.

Harry se quedó junto a mí un par de horas. Ya había oscurecido por completo y las ganas de dormir me acechaban de muy cerca. Pero, sinceramente, tenía miedo a quedarme dormida.

¿Qué pasaba si no volvía a despertar? ¿Qué pasaba si no volvía a ver a Louis? Yo no podría soportarlo. Era algo tan extraño lo que me pasaba con él, algo que jamás pensé sentir en tan poco tiempo.

Verlo y sentir una felicidad inundando mi corazón. Estremecerme de placer al sentir su tacto. Desearlo cada día más y más.

—¿Por qué no duermes?—Harry me hizo volver a la realidad. Lo mire triste unos segundos y mire hacia la ventana.

—Esperare a que Louis regrese—le contesté sin despegar mi vista de la ventana, donde se veían las siluetas de los árboles y una hermosa luna llena más anaranjada de lo que estaba acostumbrada a ver.

—Quizás tardara unas horas más y tú debes descansar, Rosalie—me dijo en tono serio mientras se acercaba a mi cama y quitaba una de las almohadas para que estuviese más cómoda. Pero, aun así, no podía dejar de mirar la ventana.

—Te iré a buscar una manta al desván, no me extrañes—me sonrió dulcemente antes de dirigirse a la puerta y salir por ella. Era agradable tener unos segundos de privacidad, aunque fueran pocos.

Me giré sobre la cama y me quede mirando la mesita donde había algunas pertenencias de Louis y de Harry.

Estaba concentrada mirando una medallita de plata que había en la mesita y al tomarlo, pude ver un especie de logo y escrito—'Fundadores de Mystic Falls'—¿Mystic Falls?

La giré y me percaté que tenía otra frase inscrita, pero otra cosa capto mi atención violentamente, un ruido desde mi ventana. Al verla, mi corazón se detuvo y mis cuerdas bucales emitieron un grito aterrador. ¡Había un monstruo abriéndose paso por ella! ¿Cómo era posible?

—¿Qué ocurre?—preguntó sobresaltado Harry acercándose a mi habitación. Cuando se hizo presente, la criatura de inmediato desapareció—¿Qué pasó, Rose?—me volvió a preguntar mientas me tocaba la frente preocupado.

—Había un monstruo allí—le señale la ventana.

—¿No estas brom...—se detuvo al escuchar un ruido en el piso de abajo, como si se hubiera caído algo—No salgas—me articuló con los labios y en cosa de segundos desapareció de mi vista.

Mi garganta y estómago se hicieron literalmente un nudo. Mi corazón se apretó a tal manera que me dolía el pecho. Sentía un sudor frio en mi espalda que me hacía temblar.

¿Qué iba a pasar ahora?

¿Me imagino que estarán pensando cosas lindas de mi por dejarla hasta aquí no?

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